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Zee acaricia la cabeza descansando en su pecho suavemente, NuNew babea ligeramente mientras duerme como un tronco. Hace un rato se ha despertado luego de una noche tan... movida. Mira al menor, acaricia suavemente su mejilla, el menor frunce el ceño ligeramente y se estira soltando un quejido bajo, se da la vuelta poniéndose de costado.

Zee sonríe embobado, acaricia nuevamente su cabello. Es un ángel, parece uno. Tan sereno y bonito.

—Hay que levantarse, Ángel —murmura comenzando un camino de besos en su mejilla, acariciando con la yema de sus dedos la curvatura de la cintura —Debes comer algo, niño.

—No, papi —se queja y se acurruca en el pecho del mayor.

—¿No? ¿no quieres comer algo, amor? —acaricia su espalda con cariño.

—Quiero...dormir —balbucea.

—Lo sé, bebé lindo —besa su frente —Pero debes comer algo y luego duermes lo que quieras.

ChuChu aparece en el marco de la puerta relamiendo sus bigotes, camina con su elegancia felina hasta el borde de la cama.

—Meow.

—Lo mismo le dije, pero no quiere, ChuChu —le dice Zee.

—Meow.

—Sí, se ve hermoso así, pero debe levantarse igual.

—Meow.

—ChuChu está de mi lado —murmura NuNew perezoso abriendo sus ojos —¿Verdad, ChuChu?

—Meow.

—Ya conspiran contra mí —besa sonoramente las mejillas del menor —¿Cómo te sientes? —pregunta, atento.

—Me duele... todo —Zee hace una mueca —pero estoy bien —sonríe cerrando sus ojitos —Pero no creo poder caminar sin que me duela mucho, papi —hace un puchero.

—Lo siento, niño. Tampoco es necesario que camines, quédate aquí, mi niño —besa suavemente sus labios.

Se levanta para ir a la cocina a preparar algo para comer tanto para el menor como para él. ChuChu lo acompaña ronroneando y restregándose en las piernas de Zee.

—¿Qué pasa? —Zee lo mira.

—Meow.

—¿También quieres algo de comer? —alza una ceja.

—Meow —se sienta y lo mira fijo.

—Bien —toma un pedazo de jamón y se lo da —Nada más, tienes tu plato lleno aún —le acaricia detrás de su oreja.

Lleva la bandeja a la habitación y cierra la puerta en la cara de ChuChu.

—Meow.

La tarde se resume en caricias y besos cariñosos, comida, golosinas, caricaturas y películas. Zee acaricia la pancita del menor por debajo del pijama mientras este come chocolate con la vista en el televisor.

—Papi.

—¿Niño? —lo mira acariciando su mejilla.

—Lo siento —hace un puchero y baja su cabeza.

—¿Qué? ¿por qué lo sientes? —pregunta, confundido, toma su mentón y lo levanta.

—Porque siempre haces todo por mí y yo... —su labio inferior tiembla —yo... nunca he hecho nada por ti.

—Sí has hecho muchas cosas por mí, niño —niega rápidamente tomando su rostro entre sus manos.

—No... —niega —no he hecho ni la mitad de lo que tú has hecho por mí y... me siento mal por eso.

Mi niño ZeeNunewDonde viven las historias. Descúbrelo ahora