Billiards.

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Top: Lisa.

Bottom: Jennie.

...

Jennie, acurrucada en el regazo de Lisa, estaba parcialmente sumida en un estado de somnolencia placentera. La calidez de Lisa y el suave roce de sus manos le proporcionaban una sensación de seguridad y confort. La mesa de billar a su lado era testigo de su intimidad, con las bolas del juego dispersas en un desorden que contrastaba con la calma de su momento juntos.

Lisa, con una sonrisa traviesa, acariciaba el costado de Jennie, su mano paseando con delicadeza por la piel expuesta. Los susurros de su voz se mezclaban con los suaves gemidos de Jennie, que se relajaba cada vez más en su regazo.

—Oh, vamos, cariño. No es tan complicado—susurró Lisa, su tono cargado de un deseo lúdico. —El billar es solo de precisión, bebé. Como todo lo demás, es cuestión de saber cómo manejar las cosas.

Jennie alzó la vista hacia Lisa, sus ojos brillando con una mezcla de adoración y diversión. La cercanía de Lisa y el calor de su cuerpo hacían que se sintiera aún más conectada.

—No, Lili. Es que tu tienes mejor pulso que yo—se quejó la castaña, arrugando la nariz. La camisa enorme de botones de Lisa. Las manos grandes de Lisa empezaron a pasearse por sus muslos desnudos, con sus anillos de oro rozando fríamente con su cálida piel.

Lisa, al sentir la queja juguetona de Jennie, dejó escapar una risa suave, su aliento cálido acariciando el oído de Jennie. Sus manos seguían recorriendo los muslos de Jennie con un toque que alternaba entre firme y suave, disfrutando de la textura contrastante de su piel y los anillos que llevaba puestos.

—¿Ah, sí?—murmuró Lisa, su voz cargada de un tono burlón. —¿Te parece que mi pulso es mejor solo porque me resulta más fácil guiar la bola? Quizás deberíamos practicar más, para que puedas alcanzar mi nivel.

Las lámparas de luz cálida parpadeaban suavemente, proyectando un brillo dorado sobre el cuarzo y mármol de la residencia. La atmósfera era íntima y acogedora, en marcado contraste con el desorden de las bolas de billar dispersas. La camisa de seda de botones de Lisa estaba ligeramente abierta, revelando un destello de piel bajo la tela arrugada y levemente desabrochada.

Jennie, disfrutando del calor y la cercanía, había comenzado a marcar su territorio con pequeños mordiscos juguetones en el cuello de Lisa. Sus colmillos se clavaban con ternura en la piel suave, dejando una serie de marcas diminutas que demostraban su devoción. Lisa se estremeció ante cada pequeño mordisco, su cuerpo reaccionando a la sensación de ser deseada.

—Puedo enseñarte a jugar si quieres, nena—propuso Lisa, acariciando descaradamente las nalgas de Jennie por sobre la ropa interior. Su tacto era una mezcla de firmeza y ternura, un recordatorio constante de su control y deseo.

Jennie, sintiendo la presión de las caricias de Lisa, dejó escapar un suspiro ahogado, sus manos aferrándose con más firmeza al cuerpo de Lisa. La sensación de los dedos de Lisa sobre su piel era electrizante, y sus labios se curvaban en una sonrisa satisfecha mientras disfrutaba del impacto de sus toques.

—¿Enseñarme, eh?—preguntó Jennie, su voz temblando con una mezcla de deseo y desafío. —Solo si prometes que la práctica será... divertida.

Lisa inclinó la cabeza, capturando los labios de Jennie en un beso ardiente y cargado de pasión. Mientras sus lenguas se encontraban y exploraban, Lisa aprovechó la oportunidad para ajustar a Jennie en su regazo, sus movimientos sutiles pero efectivos para elevar la intensidad de su conexión.

—Te prometo que será más que divertida—murmuró Lisa entre besos, sus labios moviéndose con devoción por el cuello de Jennie. —Cada momento contigo es una nueva oportunidad para descubrir cosas nuevas... y disfrutar de cada instante.

𝔖𝔪𝔲𝔱𝔰 - 𝔍𝔢𝔫𝔩𝔦𝔰𝔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora