Ahora que has llegado (RIVAMIKA)

La hora del té

Pasaron dos semanas desde la noche que Mikasa le confesó que estuvo a punto de acostarse con Porko y Levi lo tomó como una señal para poner algo de distancia entre él y Mikasa. Había regresado a su trabajo más malhumorado de lo normal y trataba de volver a casa tarde para darle espacio a la chica. Ella parecía mejorar con el paso de los días y decidió que era momento de mudarse y puso a la venta su casa con la justificación de que era una casa muy grande para ella sola.

Una mañana al salir del departamento se encontró con un hombre mayor pegando un aviso que decía que se alquilaba uno de los departamentos. Mikasa no dudó en ir a verlo y era tal y como lo había descrito el señor propietario; grande y amplio, incluso era más amplio que el de Levi el cual se encontraba en un piso abajo. Decidió negociar el alquiler con el propietario aprovechando que estaba justo ahí con ella. Lo vio como una oportunidad de ahorrarse tiempo buscando otros sitios, al final ya conocía el área; era seguro y la zona era bonita. Así que al día siguiente ya había empezado la mudanza.

Durante ese tiempo y de manera voluntaria Levi había retomado un antiguo caso que no se había cerrado y que coincidía con la chica que había encontrado en el callejón. Las características físicas de todas las chicas eran distintas no había nada que coincidiera ni siquiera el color de piel, ojos o cabello. Tal parecía que el agresor no le importaba el físico. Así que empezó nuevamente a darle vueltas a los perfiles de las mujeres agredidas. Todas ellas eran mujeres solteras con habilidades y carreras destacadas y se encontraban en un rango de entre los 25 – 30 años. Regresó y escuchó atentamente las declaraciones de las víctimas. Muchas de ellas fueron secuestradas en un momento vulnerable mientras regresaban a casa y nunca pudieron verle el rostro. Solo escucharon la voz del hombre en sus cabezas mientras las agredía.

Cuando se encontraba cansado y a punto de retirarse observó que en su escritorio estaban varias cartas que no había tenido la oportunidad de leer mientras estuvo en suspensión. Una de ellas no tenía fecha y tampoco remitente. La observó con cuidado, pero estaba muy bien sellada. La abrió tratando de no romperla y sacó dos fotografías que le helaron la piel y lo dejaron sin color. Una de ellas era el miembro masturbado de un hombre y la otra era de Mikasa en el callejón mientras Levi la hacía venir. No había nota escrita, pero sabía lo que significaba la primera fotografía.

- Tsk. Maldito bastardo enfermo.

Levi sabía que no podía llevar esas fotografías al laboratorio para que analizaran posibles huellas digitales y tampoco había nada que asegurara que el autor fuera un violador o asesino. Por lo que lo tomó como una broma de mal gusto. Metió las fotografías al sobre y las puso en su abrigo.

Al regresar a su departamento se encontró con Mikasa quien llevaba una maleta en la mano.

- Hola – Mikasa lo recibió con un tono alegre, pero incomodo al mismo tiempo – bueno quería darte la sorpresa y decirte que ya he encontrado un sitio para mudarme, no es tan lejos es aquí arriba de hecho. Seré tu vecina y si necesitas algo, lo que sea, sabrás donde encontrarme.

- Está bien... – Levi se encontraba sorprendido porque no estaba enterado de la intención de mudarse de su compañera – igual si necesitas algo. No dudes en decirme.

- No lo haré y también quiero darte las gracias por todo lo que hiciste por mí. Eres una persona increíble y puedes venir a visitarme cuando quieras y traer un poco de té.

Levi se quedó pensativo con la puerta abierta viendo como Mikasa se dirigía al ascensor. Cerró la puerta, se duchó, se puso ropa cómoda y preparó el té. Estaba sumido en sus pensamientos, el no quería que Mikasa se fuera, pero tampoco quería tener una relación cercana con ella. Pensaba que era muy egoísta al pensar así.