Capitulo 4

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Habían pasado al rededor de treinta minutos desde la salida de mi padre con Julia, así que estaba solo con Alondra.

Esta se encontraba estudiando en su cuarto, en unas semanas serían unos exámenes importantes sobre su carrera, había pasado los últimos días recordándonos que no la molestáramos porque necesitaba concentrarse para poder estudiar a gusto.

Así que tenía al menos dos horas de silencio y tranquilidad para poder dormír después de todo el revuelo con Ovidio.

Pero cuando estaba a punto de poder disfrutar de ello, un ruido me levanta de golpe.

Asustada me levanté de la cama y tomé mis chanclas de tiburón lista para salir corriendo por la ventana en caso de ser un ratero que se metió a la casa.

A pesar de que en la casa habían varios muchachos cuidando, no descartaba la idea de que alguien pudiera meterse a robar mi dulce corazón.

Debatían mi mente unos segundos si era correcto salir a ver de qué se trataba todo o si esconderme en mi clóset y esperar a que alguien viniera a decirme que nada había pasado.

Decidí que si moría al menos sería una de esas héroes sin capa a las que le hacen un monumento en un parque de su ciudad.

Me arme de valor y salí lentamente de mi cuarto, estaba por cerrar la puerta cuando el grito de Alondra me espantó.

Corrí hasta donde se originó el grito, bajé las escaleras y vi a Manuel, uno de los que cuidaba la casa.

—Señorita, quédese ahi, dijo mi compañero que él lo iba a traer— pidió desesperadamente sosteniendo a Alondra en sus brazos.

No entendía que estaba pasando, Alondra trataba con desespero salí a fuera.

—Porque chingados no lo llevaron a una puta clínica— respondió Alondra quitando resistencia y reclamando en gritos.

—No podíamos, el nos dijo que no lo lleváramos, además usted sabe cuáles son sus razones— explicó desesperado.

No sabía que estaba pasando, aún no terminaba de bajar las escaleras por miedo a que me vieran.

—Avísale a mi apa, dile que no se le ocurra pasar por la carretera— pidió y el acato sus órdenes tomando su radio y alejándose de ella para dar el aviso.

—¿Qué pasó Alondra?— pregunte por fin dando la cara y terminando de bajar las escaleras.

—Alisson, pensé que estabas dormida— fue lo único que dijo dándose la vuelta para mirar mi cara.

—¿Qué pasó Alondra? Dime— volví a preguntar sin responder a lo que me había dicho.

Se le notaba que no me quería decir nada de lo que estaba pasando.

Nunca me contaban nada de lo q he pasaba en esta casa, era raro cuando me enteraba porque me quisieran contar. Siempre me enteraba por terceras personas o por mi misma. Nunca me tomaban en cuenta para nada, nunca se tomaba en cuenta mi opinión ni mis decisiones, siempre era lo que Alondra o Alicia querían.

—Te voy a decir pero no te vayas a asustar— dijo acercándose a mi.

Antes de que pudiera responderme, el sonido de la puerta la interrumpió. De ella entraron dos personas y una tercera siendo cargada por los demás. Ni siquiera me tomé el tiempo de ver quien era el tipo, lo único que se posó en mis ojos era la gran cantidad de sangre que había en el.

—No mames— dije tapándome la boca con mi mano derecha y quitando mi mirada de él volteando a otro lado.

Sangre era lo único que veía.

¡Tal vez sí o tal vez no! |Ovidio Guzmán| En proceso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora