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— ¿Cómo se te ocurrió lo del vino? — preguntó el pelimarrón mientras caminaba junto con la princesa a sus aposentos.

— Fue instintivo. Mi primer pensamiento fue jalar su cabello — ambos rieron —. Ser Errik, el príncipe Jacaerys y yo estaremos dentro, en caso de que su madre o la mía nos busquen.

— Princesa, príncipe — se apartó de la puerta, dando entrada a los jóvenes.

— Me encantaría escuchar cómo ha sido tu vida en Dragonstone, sobrino — le ofreció un asiento en uno de los sofás que había en la habitación.

— No muy diferente a como era la última vez que nos vimos - la observó atentamente —. ¿Cómo ha sido la tuya?

— Hmm... ¿Sabías que comencé un entrenamiento? — sonrió —. Madre se opuso al principio, pero no quiero ser una princesa que necesite ser rescatada por nadie. Me va bastante bien.

— Estoy convencido de que te convertirás en una guerrera habilidosa, Aemma — escaneó rápidamente la habitación, encontrándose con una espada reclinada justo en el sofá frente a ellos —. ¿Acero valirio?

— No... Es una espada que Ser Errik consiguió para mí. El rey dejó las espadas importantes para los varones — se levantó para tomar el acero y desenfundar —. Es linda, ¿no?

Apuntó el arma hacia Jacaerys, quién seguía sentado. Este la miró, desde el ángulo del otro se reflejaban sus rostros en el acero pulido, el príncipe levantó ambos brazos, observando como una pequeña sonrisa ladina aparecía en el rostro de la ojimorada.

— Cuidado, princesa. Puede ocasionar que me orine en los pantalones — replicó sarcásticamente, ofendiendo a la princesa.

— ¿Que te pasa? No te gustaría enfrentarte a mí en un combate. ¡Puedo ser muy aterradora! —Jacaerys río.

— Guarda eso y ven aquí.

—  Que conste que lo hago porque quiero - dijo divertida.

Devolvió la espada a su funda y tomó asiento, una vez más, al lado del Velaryon. Hubo un ligero silencio que se veía momentáneamente interrumpido por risitas. Algo que no había cambiado era que podían simplemente estar en silencio y no era incómodo, más bien reconfortante.

La princesa observaba detalladamente el rostro del muchacho. Sus facciones definidas, sus ojos color ámbar, y por supuesto, su cabello ondulado que a ella le parecía tan fascinante. Jacaerys por su parte, hacia exactamente lo mismo. Las facciones de la princesa eran delicadas, tenía unos ojos color morado que eran un poco raros de ver, ya que los genes Targaryen se habían disuelto un poco con los años, aún así, los gemelos los tenían. Y su cabello estaba sujetado con algunas trenzas por la parte de arriba, dejando su larga cabellera suelta por debajo. La princesa Aemma no era precisamente ondulada, pero tenía algunos rulos.

A pesar de estar cómodos con su silencio, Aemma quería indagar un poco más sobre el compromiso de Jacaerys.

— ¿Y bien? — el príncipe la miró confundido -. ¿Cómo es Baela? — la pregunta le sorprendió un poco.

— Oh. Ella es muy parecida a su madre, o eso dice Daemon. Se ha convertido en una jinete de dragón habilidosa. Y es amable — Aemma sonrió —. Sí, es muy agradable.

𝐔𝐧𝐥𝐮𝐜𝐤𝐲 | Jacaerys VelaryonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora