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— Envíanos a nosotros. Los dragones son más rápidos que los cuervos — Jacaerys miró orgulloso a su madre, quién aceptó la peticiones.

A partir del usurpamiento del trono, tanto los verdes como los negros buscaban alianzarse con las casas más importantes de westeros. Rhaenyra y su consejo tomarían cartas en cuanto a quienes le juraron lealtad a ella y a su padre.

— Partirán mañana.

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El sentimiento de calidez se desvanecía con cada segundo transcurrido. Abandonó su comoda posición para intentar descansar mejor de otro modo, dejando caer su mano sobre la cama se percató de algo. Eso no era su cama.

Abrió los ojos de manera abrupta al sentir su cuerpo mojándose lentamente. "¿Qué mierda?", pensó. Miró a su alrededor, una playa costera cerca de una montañas. Había hombres sacando algo del mar, cuya presencia no había sido notada hasta ahora. Se levantó rápidamente y cubrió su cuerpo, que aún llevaba el camisón que usaba para dormir.

Su corazón se aceleró considerablemente. Se encontraba vulnerable en un lugar que no conocía. Los hombres se veían muy felices después de pescar algo con sus redes, gritando orgullosos de su gran hazaña.

Acercándose a las figuras se percató que había cosas muy extrañas atrapadas en esa red. Algo se asemejaba a la piel de un dragón. ¿Era eso? ¿Un dragón?

— ¡Dragón! — gritaron a la par que huían de la escena como si de un crimen se tratase.

Ese dragón de escamas doradas lo conocía perfectamente. Syrax, dragona de su hermana mayor, Rhaenyra. Bajando ágilmente del dragón, la Targaryen fijó su mirada en aquello que habían atrapado los hombres.

Negando, llorando, gritando.

— ¿Rhaenyra? — Aemma se acercó a su hermana, poniéndose a su altura  —. ¿Qué sucedió? ¿Qué es esto?

No había respuesta.

— ¿Rhae-? — la mujer junto a su dragón sufrían.

La menor analizó los ropajes que su hermana tomaba. Debían ser de alguno de los muchachos. Sus ojos morados comenzaban a llenarse de lágrimas mientras intentaba comprender. Llevando su mirada de nuevo a la red, tocó lo que parecía ser un ala de dragón.

— Aemma — una voz familiar le llamó —. Despierta.

— ¿Eh? — miró al rededor. Rhaenyra ya no estaba, Syrax tampoco. Bajó la mirada para encontrar sangre en sus manos. Mucha sangre.

— Despierta. Despierta. Despierta — seguía.

— ¿Qué? — murmuró.

— ¡Despierta Aemma!

El tacto frío en su piel provocó su despertar. Su corazón latía fuertemente, tanto que sentía que explotaría. Respiraba de manera agitada y con dificultad, sudando frío. Vista borrosa de las lágrimas que brotaban de sus ojos.

— ¿Qué demonios te pasa? — miró con dificultad a la persona en frente de ella.

— Alguien va a morir — murmuró en una voz casi inaudible.

𝐔𝐧𝐥𝐮𝐜𝐤𝐲 | Jacaerys VelaryonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora