Capítulo 10: Ahora este es nuestro banco

4 0 0
                                    

Me quedé sentada esperando a que Carla apareciese, ya que volvía a llegar tarde. Estuve a punto de escribirle un mensaje por Instagram, para saber dónde estaba, pero me contuve. Pasaron unos diez minutos más y finalmente la distinguí corriendo a lo lejos, por lo que me relajé.

Lo siento por haber sido impuntual otra vez. Ha surgido un pequeño inconveniente con Natalia y me he retrasado.

–¿Con Natalia? ¿Pero no te caía mal? –Pregunté extrañada al mismo tiempo que nos sentamos en el banco.

Se que lo que te dije puede que te haya llegado dar a entender eso, pero no es que me caiga mal, solo que hay algunas actitudes de ella que no soporto, pero, al fin y al cabo, me necesitaba, la conozco de hace mucho tiempo, lleva siendo mi mejor amiga desde infantil y ahora mismo no es que esté pasando por un buen momento como para dejarle sola...

–¿Qué es lo que pasa con Sergio? No me importa lo de Natalia, lo entiendo perfectamente. –Interrumpí al ver que se estaba empezando a enrollar con eso.

Es verdad, Sergio... bueno... Supongo que sabrás que él y yo empezamos a salir hace un tiempo...

–Pues como para no saberlo, mujer.

Ya... Bueno, al principio era todo muy bonito. Me saludaba con besitos, me regalaba detallitos, me presumía en sus historias, íbamos juntos a todas partes, éramos la pareja del año y hablábamos siempre de que yo tenía tiempo. Pero todo era solo un simple cuento de hadas, una fantasía. Empezamos a hacer cosas más allá de liarnos y... lo hicimos... – Noté como se empezaba a incomodar, por lo que agarré su mano para mostrarle confianza y para que se calmara, indicándole que podía continuar sin miedo.

Nos hicimos fotos desnudas, pero el borró las suyas y se quedó con las mías, solo que yo no le di importancia, confiaba en él. Sin embargo, empezó a ser más insistente y había veces que me llegaba a insultar. Cuando intentaba hablar con el sobre esto, se ponía muy dramático haciéndose la víctima. Y lo sigue haciendo. He intentado dejarle más de una vez, en cambio, siempre me amenaza con suicidarse o con enseñarle a todo el mundo las malditas fotos, incluso hay veces que se pone muy agresivo, aunque nunca me ha llegado a poner una mano encima. Me da tanto miedo, que he llegado a acostarme con el presionada y ahora no sé qué hacer para dejarle. Hoy he podido quedar contigo porque tenía un partido fuera de aquí, que si no me hubiera obligado a estar con él. Uno de mis grandes deseos es poder terminarle, solo que no encuentro la excusa perfecta para quedarlo en ridículo o simplemente para que acabe esta pesadilla.

–Joder, vaya desastre de vida. Ahora entiendo por qué me dijiste que la gente no es lo que parece

Tú quieres ser como yo y yo como tú. Así es la vida. Queremos lo que no tenemos. Te aseguro que, si pudiera intercambiarte mi vida por la tuya, lo haría sin pensármelo dos veces. Pero ahora solo podemos ser amigas, no hay otra cosa.

Le miré a los ojos. No me esperaba que me dijera de entablar una amistad. Llevaba años esperando a tener una y jamás había llegado a pensar que esa sería precisamente Carla. Como ya dije, la única que tuve fue un desastre. Estábamos en primaria y yo solía juntarme con ella. Me insultaba, me pegaba y se reía de mi con el resto. Por suerte, mi madre se llegó a enterar de esto y me cambio de colegio, ya que los profesores lo sabían y tampoco hacían nada.

Cuéntame algo de tu vida. Ya he hablado mucho de mí, ahora te toca a ti. –Me ofreció a hablar Carla

–¿Cómo qué?

Mmm... ¿quién es tu amistad más leal?

–No te rías de mí, pero mi única amiga es Blanca, mi prima y mi hermana.

Tranqui, no me río, al menos tú tienes en quién confiar al cien. –Dijo Carla algo tristona

–Ya...

Te noto rara. ¿Ha pasado algo que deba saber? –Se percató

–Sinceramente, sí.

–¿Sabes que me puedes contar lo que sea, verdad? Podré no darlo a entender, pero puedes confiar en mí. Literalmente te he contado mi vida y si quieres, la puedes arruinar perfectamente, no me atrevería a contar nada tuyo ni aunque me obliguen.

–A ver... Es que Luis hoy me ha pedido que le esperase cuando no hubiera nadie en clase... He hecho eso y parecía como si me estuviera intentando alejar de los demás chicos, como si estuviera intentando ligar conmigo y eso me ha parecido bastante extraño e incómodo, porque al fin y al cabo es un profesor y me da cosa. Y para colmo, mi prima se va en el recreo con aquel grupito de chicas repelentes de su clase y me deja tirada...

¿Qué te ha dicho Luis? –Preguntó, a lo que yo le conté lo que había pasado.

Tía, eso no es normal. Luis tiene fama de pervertido pedófilo, así que te advierto que tengas cuidado. Cualquier cosa me dices y te ayudo a solucionarlo. Y lo de Blanca puede ser jodido, pero seguramente no lo haya hecho de mala manera. Simplemente se habrá querido abrir con los de su clase para no estar sola.

–Ya...

Seguimos charlando de nuestras cosas y nos contamos experiencias graciosas y desastrosas, echándonos un par de risas. Nunca lo había pasado tan bien. Jamás había sentido con alguien la misma conexión que estaba teniendo en ese instante con ella. Le miraba y cada vez la veía más hermosa. Su sonrisa era perfecta y me encantaba como le brillaban los ojos al reírse. Estando con ella, de repente me olvidé de todo. Mi mente estaba centrada en Carla...

Te tengo una sorpresa. –Cortó mi admiración –Cierra los ojos.

Seguí sus órdenes y me tendió sobre mis manos una especie de bote redondo y me indicó que ya podía abrirlos. Era la crema que había prometido que iba a darme como muestra de disculpa.

–¿A que viene esto ahora? –Le regañé

Te dije que este era mi forma para pedirte perdón y aún no lo había hecho.

–De verdad que no hací...

No me rechistes y acéptala con gratitud, anda. –Me interrumpió –Por cierto, ¿probaste las crepes?

–Sí, estaban buenísimas.

Me reí y me preguntó si se podía acostar sobre mis piernas, lo cual acepté ilusionada, aunque para ella fuese algo típico, y me volví a quedar mirándole a sus ojos, que parecían un prado verde completamente limpio, un prado donde no había nadie que molestase, un prado con completa tranquilidad, donde todos los problemas desaparecen...

Me explicó la historia de como descubrió aquel banco y porque le gustaba tanto ir a ese lugar. "Ahora es nuestro banco", me decía con una sonrisa en la cara. Nos quedamos en silencio, hasta que lo rompió diciéndome que había sido a la única persona que le había llegado a contar la verdad de cómo era su vida fuera del instituto, lo que hizo que me sintiese muy especial. Empecé a verle más sentido a mi vida, ella con simples palabras y acciones había despertado mis ganas de avanzar, me había devuelto un poco más de esa felicidad, una felicidad que llevaba esperando meses. Ya no me sentía tan inferior ni inútil, había conseguido progresar y abrirme a una persona sin miedo, solo gracias a ella.

Le propuse el plan que me había ofrecido mi madre el día anterior de llevarla a comer a mi casa, el cual aceptó para otro día de la semana siguiente al ya tener ocupado de planes el finde. Le dije que no me importaba, pero que primero tenía que comentárselo a mi madre.

Nos pasamos el resto de la tarde juntas en aquel lugar, hasta que cada una se tuvo que recoger. Me había alegrado el día. Nunca lo había pasado tan bien, era un sueño hecho realidad.

La portada de un libro, y el libro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora