Al finalmente terminar las clases, recogí mis cosas y esperé en la puerta a Carla. Cuando llegó, me dijo que avisara a mis padres de que llegaría más tarde de lo normal, por si acaso se iban a enfadar conmigo. Le intenté explicar que no creía que me fuesen a dejar estar más tiempo, pero me arrancó el móvil de las manos y se encargó ella de escribirle un mensaje a mi madre. "Mamá, voy a llegar algo tarde a casa para comer, necesito terminar una parte de un trabajo". Sabía que probablemente me creería, pero no pensaba que a mi madre le fuera a parecer tan buena idea que su hija llegara tan tarde de vuelta y se acabaría enfadando conmigo, pero en ese momento me importaba más saber que era lo que estaba pasando con Carla, que una pequeña riña de mi madre. Me agarró del brazo, me llevó detrás de unos coches, dónde bajamos por un montículo que llevaba a un camino de un pequeño río. Avanzamos unas escuadras hasta que llegamos a un banco en un sitio bastante solitario y tranquilo, donde perfectamente se podría ver la puesta de sol sin que nadie te molestara, un sitio perfecto para cuando quieres escapar del mundo. Nunca había estado en ese lugar, ni si quiera sabía de su existencia.
–¿Tienes mucha hambre? –Me preguntó tras que me sonara el estómago.
–No mucha, pero igualmente no creo que a mi madre le guste que llegue tan tarde para comer.
–Bueno, pues entonces espero que te hayas quedado con el camino hacia este lugar. Te espero justo en este banco a las seis y cuarto, si no te dejan venir o algo, me avisas por Instagram. Hasta luego y que aproveche.
Tras despedirnos, me dirigí directa a casa. Cuando entré por la puerta, a mi madre se le veía normal, incluso más contenta de lo habitual.
–Hola cariño. ¿Ya has terminado el trabajo? –Preguntó.
–Hola mamá. Eh... sí. Por cierto, he quedado con una compañera de clase a las seis y cuarto para hablar sobre una cosa del instituto... –A mi madre se le iluminó la cara tras decirle esto. –¿Has hecho una amiga? Te dije que lo conseguirías mi vida.
–Eh... sí, más o menos...
–¡Ay! ¡Que felicidad! Invítala un día a comer a casa. –Propuso ella
–No creo que pueda, ma' –Traté de explicar.
–Bueno, tu insístele. Por cierto, tu prima te está esperando en vuestra habitación para darte otra buenísima noticia. Cuando te la diga, vente directa a comer.
Me dirigí a mi habitación, tal y como me había indicado mi madre, en dónde me esperaba Blanca con una sonrisa en la cara de par en par.
–¿Qué pasa? –Pregunté extrañada.
–Me han aceptado una solicitud para empezar mañana dando clases en tu mismo instituto.
Me quedé completamente paralizada. Noté como la sangre me subía rápidamente a la cabeza, no me podía creer nada. ¿En qué momento mi prima había solicitado una plaza en mi instituto? Se me escapó un grito de la emoción. Las cosas no podían ir mejor. Tenía muchísimas preguntas en ese instante, pero decidí tragármelas y celebrarlo como si no hubiera un mañana. Mi prima y yo nos abrazamos fuertes, sin pronunciar ninguna palabra, y nos pusimos a dar saltitos, hasta que mi madre me llamó la atención para que fuese ya a comer.
Una vez realizado mis deberes, me puse las zapatillas y fui donde habíamos quedado Carla y yo. Cuando llegué, me senté en el banco y esperé a que apareciera. Empezó a anochecer y por un momento pensé que me dejaría tirada, pero finalmente a lo lejos distinguí una silueta que venía corriendo hacia mí. Era la mismísima Carla.
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La portada de un libro, y el libro.
Novela JuvenilElena es una chica reservada y solitaria, que le encantaría ser como esa chica de su clase, Carla, hasta que un día se dá cuenta de que la vida de esta chica no es tan perfecta como ella esperaba y las cosas empiezan a cambiar...