Llegué a mi casa más contenta que nunca. Tenía una de esas sonrisas que no eres capaz de quitártela de la cara y no podía dejar de pensar en Carla y lo que había sucedido. Ese día despertó algo nuevo en mí. Mi prima, al verme llegar con un bote en las manos, me preguntó que era aquello.
–Es una crema para los granos, la que me prometió Carla que me iba a dar como muestra de disculpas. –Contesté.
Blanca me la arrebató de las manos y, sin ni si quiera pedirme permiso, abrió la tapadera para aplicársela.
–¿Qué coño haces? –Le grité arrancándosela de las manos.
–¿Qué más te da? Si, aunque te la eches, nadie te va a hacer caso. En cambio, yo tengo amigos populares y así podré gustarles aún más a los chicos.
–¿Qué cojones dices? Literalmente los acabas de conocer y la crema me la han regalado a mí, no a ti. ¿A que mierda viene esto? ¿Por qué estas tan gilipollas de repente? –Me quejé.
–¿Qué está pasando aquí? ¿Por qué gritáis tanto? Os recuerdo que ya es tarde y vuestra hermana intenta dormir. –Interrumpió de golpe mi madre.
–Pues que tu hija es una egoísta y no me quiere prestar nada. –Dijo mi prima.
–¿Pero serás mentirosa? Si me la acabas de quitar de las manos y me has dicho que "para qué la necesito, si nadie me va a hacer caso igualmente" –Me defendí.
–¡Silencio! Dejar de discutir si no queréis estar castigadas –Saltó mi madre.
–Tu no me puedes castigar, ni si quiera tienes mi custodia. –Rechistó Blanca. No la reconocía.
–¿Perdona? ¿Qué leches estás diciendo, señorita? Mientras vivas bajo mi techo estas bajo mi responsabilidad y eso significa seguir mis órdenes. Y más te vale callarte e irte a dormir si no quieres que te encierre en casa y te confisque tu teléfono de por vida. –Le regañó mi madre.
No entendía por qué se había puesto así, pero me asusté. Nunca lo había hecho, algo estaba pasando. Seguramente sería por sus supuestas nuevas "amigas". Esas tías eran mil veces peores que la mismísima Natalia, ya que ella era así por su situación familiar, a diferencia de que estas lo eran por mimadas. Estaba casi completamente claro que la estaban utilizando como objeto de burla, sin embargo, yo no podía hacer nada para evitarlo. Se estaba dejando manipular y pronto lo confirmaría.
El lunes siguiente, cuando me levanté, mi prima ni me dirigió la palabra, incluso ni si quiera me esperó para ir juntas a clase. Había pasado el finde completamente aislada y casi ni nos miró a ninguna. Tuve que ir corriendo detrás de ella para no ir sola, pero antes de que me acercara más a ella, me di cuenta de que Sergio la estaba esperando, por lo que no me quise entrometer para no meterme en problemas. Disimulé y me dirigí por otro lado hacia el instituto para que no me llegaran a ver. Era la primera vez que iba a llegar tan temprano a clase, básicamente porque había salido corriendo como una loca detrás de Blanca, la cual no se había molestado ni en esperarme solo para ver a un tío con novia que ni si quiera ella lo sabía. De repente, por aquel camino que había cogido para esconderme de ellos dos, me encontré a Carla, yendo también sola. Iba a retomar el otro camino, pero era tarde, ya me había visto y venía hacia mí con una sonrisa en la cara. Solo quise huir porque me daba vergüenza encontrarme a gente conocida tan tempano.
–Hola Elena. Qué raro verte tan temprano. Ya que estás aquí, ¿quieres venirte conmigo? – Dijo a lo que yo acepté agradecida, quitándome de encima esa timidez. Me sujetó el brazo y se pegó a mi agarrándonos como las señoras mayores. Sentí un cosquilleo en la barriga.
Me estaba contando algo, a lo cual no logré prestar atención al estar empanada mirándola fijamente. No sabia ni si quiera yo que es lo que me estaba pasando, pero cada vez que la tenía al lado, me ponía nerviosa y me quedaba embobada observándola.
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La portada de un libro, y el libro.
TeenfikceElena es una chica reservada y solitaria, que le encantaría ser como esa chica de su clase, Carla, hasta que un día se dá cuenta de que la vida de esta chica no es tan perfecta como ella esperaba y las cosas empiezan a cambiar...