Estaba en el instituto sentada en mi pupitre tranquilamente, como de costumbre, pensando en mis cosas, esperando a que llegara el profesor e iniciaran las clases, hasta que aquel grupo de chicas repelentes, incluida Carla, se me acercaron.
–¿Has hecho lo de matemáticas, friki? –Dijo una. Me quedé mirándola fijamente, hasta que salió un hilo de voz de mi garganta –N-no.
Empezaron a reírse en bajo todas, excepto Carla. Ella me miraba con cara apenada. Entonces, otra saltó – A ver si espabilas y, de paso, te limpias un poco la carita, ¿no?–Déjala en paz, Natalia, no nos ha hecho nada como para hablarle así. –Me defendió Carla enfadada mientras me miraba.
–Está bien, lo sentimos... –Y se fueron sin ponerle pegas.
No me podía creer nada de lo que acababa de pasar. No era la primera vez que alguien se burlaba de mí, solo que ya había pasado mucho tiempo desde la última vez y me sorprendió bastante que alguien como Carla me llegase a defender y que las otras hicieran caso tan rápido y sin pegas. Fue tan impactante que incluso me llegué a ilusionar. ¿Puede que le cayese bien a Carla? ¿Sabría de mi existencia? Sería lo más lógico, lo sé, llevábamos un trimestre y medio en la misma clase, pero sinceramente, nunca habíamos interactuado y no veía a Carla pendiente de una persona tan apartada y rara como yo.El profesor llegó al fin a clase. Carla se sentaba justamente delante de mí, algo que me gustaba mucho ya que me encantaba observar su pelo tan bien cuidado y bonito, y su perfil cada vez que se giraba a hablar con Natalia, su mejor amiga y compañera de mesa. De repente, vi cómo se giraba hacia mi sitio y dejaba una nota sobre mi pupitre. En esta ponía lo siguiente: "En el recreo hablamos". En ese instante, me encontraba en una situación llena de emociones. No sabía que hacer, si asustarme o alegrarme. Lo único que me salió fue asentir con la cabeza cuando volvió a rotarse hacia mi. Estaba echa un manojo de nervios y lo único que se me ocurría en ese momento, era salir corriendo al baño y encerrarme ahí hasta el recreo, pero el profesor estaba dando algo importante y si no atendía me podría costar un suspenso. Y ni aun así le presté atención, ya que estaba más pendiente a la nota de Carla, que a sus explicaciones.
Cuando al fin acabaron las tres primeras horas de clase, las cuales se me habían hecho eternas, y sonó el timbre que indicaba la entrada al recreo, me quedé esperando en la puerta para saber que era lo que quería Carla. Salió y me agarró con delicadeza del brazo para llevarme adentro otra vez del aula a una esquina.
–Era para decirte lo siento por lo que te ha dicho antes Natalia. No esta pasando por un buen momento y... la paga con las demás y lleva al resto como perritas que le siguen el juego. Tu simplemente pasa de ella y no le hagas caso. No hay nada de malo en tu cara. Eres bastante... guapa, he visto a gente mil veces peor, como Emma, que iba a primero conmigo, no sé si la conocerás, se cambió de instituto el año pasado por no sé qué de trabajo de su madre. Te juro que esa chica parecía un caballo y comparándote con ella eres una diosa. Y los granos son bastante normal entre adolescentes, literalmente todos alguna vez nos ha salido o saldrá alguno. Mi madre es jefa en una clínica privada de dermatología, el médico de la piel, por si no lo sabias, y me ha explicado que 7...8...de cada 10... no me acuerdo, el caso es que era la mayoría de los adolescentes, sufre de acné. Si quieres, puedo pedirle una muestra de crema para los granos como disculpas y... vale, perdón por haberme enrollado tanto, eso es todo...
Me quedé embobada mirándola fijamente mientras hablaba. Seguía sin creerme que Carla me estuviera hablando, perdiendo su tiempo de chismorrear con sus amigas mientras observan a los tíos jugar, solo para pedirme disculpas en algo que ni si quiera ella había hecho.
–No te tenías que haberte molestado, no pasa nada, ni si quiera es tu culpa, pero muchas gracias. –Respondí al darme cuenta de que ella estaba esperando a que lo hiciera.
–Por cierto, no me acuerdo de tu nombre, no te lo tomes a mal, pero ¿cómo te llamas? –Me preguntó.
–Elena.
–Qué bonito nombre. Bueno, Sergio me está esperando para...hablar. Luego nos vemos, Elena, encantada.
Me tuve que sentar en una silla porque sentía que el cuerpo me iba a estallar de la excitación, hasta que llego una profesora y me echó al patio.
Cuando al fin acabó el instituto, al llegar a mi casa, chillé disimuladamente en mi almohada, intentando que nadie me escuchara, debido a la emoción que tenía dentro, lo cual no sirvió de mucho. Mi prima lo oyó y vino corriendo del salón a mi cuarto, el cual era de las dos y me preguntó que que cojones me pasaba, que solo hacía eso cuando me ocurría o me había sucedido algo bueno. Le expliqué todo, quién era Carla, porque la observaba tanto y lo que había acontecido ese mismo día con ella.
–¿Me vas a dar un poco de crema, a que sí?
–Eres una interesada, ¿lo sabes?
–Hay que compartir.
De repente, me llegó una notificación de Instagram al móvil. Al principio no me podía creer lo que veían mis ojos, pero luego lo procesé todo. La mismísima Carla me acaba de solicitar para seguirme.
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La portada de un libro, y el libro.
Ficção AdolescenteElena es una chica reservada y solitaria, que le encantaría ser como esa chica de su clase, Carla, hasta que un día se dá cuenta de que la vida de esta chica no es tan perfecta como ella esperaba y las cosas empiezan a cambiar...