—Un Beomgyu se encontraba viendo su teléfono perezosamente, esperaba cuidadosamente la llegada de Yeji puesto qué sinceramente le daba totalmente igual ya que apareciese de la nada, se lamentaba por no poder negarse y tener un alma tan pura cómo para ayudar a los demás.
—Beomiee— Chilló con emoción.
—Hola, por... novena vez— Viró sus ojos.
—La flaca tomó asiento en frente del bajo y juntó sus manos, estaba a punto de alardear.
—No imaginarás lo feliz qué estoy y todo gracias a tí— Canturreó.
—El chico solo la miraba con atención.
—Yeonjun me sujeto de la cintura para evitar que cayera, ay Gyu todo fué tan bello— Suspiró —Creó que en verdad estámos enamorados— Dijo con efusividad.
—Yo...me alegro— Soltó con lagrimas en sus ojos.
—Oh tranquilo, se qué también te emocionaste y parece ser que de más— Soltó una risilla.
—Claro— Sonrió forzoso.
—La menor asintió muchas veces y abrió su boca dejando escapar su ruídosa voz una vez más.
—Cuál es... el siguiente ya sabes— Comentó ladeando su cabeza.
—Yeonjunnie— Limpió un poco sus lágrimas siéndole inútil pues salían más de inmediato. —Yeonjunnie ama que le den cariño— Sonrió.
—Gyu de verdad sabes cómo ayudarme— Guiñó un ojo para después plantar un beso al mayor en su cabeza.
—El castaño solo asintió viendola partir y rompió en llanto en aquella solitaria cafetería, pues no podía tener otro sentimiento.
—Horas más tarde vería a una muy empalagosa Yeji juntó a su mejor amigo, le repartía besos en su mejilla cada que podía y por supuesto sus ganas de vomitar se hacían totalmente presentes en su cuerpo así que decidió salir de la Universidad, ¿Y porqué no?, después de todo no quería estar allí, por lo menos no ahora.
—Horas después Yeonjun llegaría a su residencia compartida junto al menor pues se había asombrado al no verlo cómo siempre esperando para irse juntos, pues esa era una costumbre.
—Hola Dulzura, ¿qué pasa?— Tomó asiento al lado del cuerpo acostado de su mejor amigo.
—El menor de ambos negó con su cabeza sin mantener contacto visual o si quiera removerse de su posición.
—Estoy preocupado, estás así desde hace un buen rato— Acarició su cintura con parsimonia.
—El lugar permaneció en silencio hasta qué el chico se sentó.
—No es...— Trató de terminar pero rompió en llanto por tercera vez en el día alarmando al alto quién enseguida lo atrapó en sus brazos.
—Cariño, tú no eres así y no se que te pasa pero me gusta verte feliz— Acarició los cabellos contrarios.
—No pasa nada— Soltó entré palabras cortadas y era obvio que el mayor no le creería.
—¿Quieres ver peliculas para animarte un poco?— Siguió acariciando al bajo.
—Gyu negó rotundamente.
—Entonces me quedaré aquí— Susurró.
—El palido asintió sin más, pues era evidente qué no quería consuelo de la razón de su melancolía y tristeza pero se sentía tan bien estar entre sus brazos qué lo olvidaba por completo...