Lagunas mentales

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Max nunca había sido dulce y todo un pastelito de caramelo por completo, es decir, claro que era una buena chica, sus padres y hermano sabían que la joven era una buena persona pero contaba con algo especial, no solo tenía los ojos de su padre, también contaba con la divertida y sarcástica personalidad.

Y conforme Pan convivía con esta chica que solo le daba vueltas a sus palabras para su conveniencia sentía que en algún momento podría empezar a llorar de frustración. Max era divertida cuando no estaban discutiendo pero de todas maneras, aún con los dolores de cabeza que la chica le sacaba... Pan no podía luchar contra su instinto fastidioso.

Siempre buscaba la manera de que Max fuera más hostil con él, pero no de manera violenta, obviamente, solo quería ver más de este nuevo estilo de confrontación que tanto le intrigaba pues en primer lugar, nadie en Neverland se atrevería a interpretar el papel de la piedra en el zapato de Pan.

Solo una chica de ojos azules como el océano y cabello negro como la noche. Solo Max podía hacerlo, justo como ahora.

— No, Max, no voy a hacer eso, es estúpido — se negó el chico mientras caminaba por el pasillo de la casa del árbol el cual los llevaría a la sala principal.

— Me lo debes, vamos, solo es un ligero cambio y no tiene que ser permanente — la joven iba detrás de él.

— ¿Por qué debería hacerlo, solo úntate lodo en la cabeza o algo si quieres un cambio — el chico se sentó en el sofá y tomó su libro de la mesa de centro.

Max rápidamente se lo arrebató de las manos pero solo bastó un movimiento Pan para que el libro apareciera en sus manos de nuevo, Max lo intentó de nuevo y lo lanzó al sofá, Pan rodó los ojos y atrajo el libro hacia él.

Max soltó un suspiro exasperado antes de tomar el libro y arrojarlo por la ventana esta última vez.

— ¿Qué mierda te pasa, maldita loca? — Pan se levantó y miró por la ventana justo por donde los niños perdidos veían confundidos el libro y después miraron a Pan esperando respuestas.

Él no dijo nada, solo atrajo el libro de nuevo a sus manos y cerró la ventana para dejar el libro en el sillón, suspiró y se giró para ver a Max.

La chica lo miraba con brazos cruzados y una sonrisa.

— Okay, sí, bien — levantó los brazos en un gesto de exasperación total.

Maxxine amplió su sonrisa y se colocó en el espejo que había en una de las paredes el cual tenía un marco hecho con raíces, incluso parecía incrustado en la pared como si aquel espejo hubiera estado ahí mientras las ramas lo abrazaban.

Pan se acercó a ella por detrás y la miró con sus manos en las caderas.

— Bien, ¿qué quieres? — dijo aburrido — eres bonita pero no puedo verte todo el día en el espejo si eso quieres — sí, Pan podía creer que Max era irritante pero jamás negaría la belleza de la chica, no era un mentiroso, no en su totalidad.

— Cambia el color de mi cabello — Max sonrió.

Tras unos segundos de silencio de parte de Pan el chico habló:

— Sí, esto no va a pasar — negó con la cabeza y rió.

— Pan, de verdad, me lo debes — se giró.

BASTARD - Peter PanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora