El pequeño marido

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Rhaenyra había sido convocada por Viserys a la sala de consejo

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Rhaenyra había sido convocada por Viserys a la sala de consejo. Cuando entró, la penumbra de las antorchas apenas iluminaba la gran mesa de roble donde su padre estaba sentado en la cabecera, su figura se recortaba contra la luz titilante.

El sonido de sus pasos resonó en el suelo de piedra, y la atmósfera pesada del lugar aumentó su ansiedad. Mientras avanzaba, sus ojos se encontraron con los de su padre, quien jugueteaba con su anillo, una señal inequívoca de que algo importante estaba por decirse. Tomó asiento, sintiendo el peso de la mirada de Viserys sobre ella.

"¿Querías verme, padre?"

Viserys fijó la vista en su copa de vino, la giraba sin llegar a beber. Finalmente, levantó la mirada hacia su hija, sus ojos reflejaban una mezcla de tristeza y determinación.

"Cuando te nombré heredera, ¿recuerdas lo que te dije?"

Rhaenyra frunció el ceño, los recuerdos de aquel día revoloteaban en su mente. Asintió lentamente, sus palabras eran firmes.

"Sí, claro que lo recuerdo. Me dijiste que sería la próxima reina, que algún día el Trono de Hierro sería mío."

Viserys soltó un suspiro profundo, una risa amarga se escapó de sus labios.

"Te hablé sobre los sacrificios que se deben hacer para sentarse en el Trono de Hierro," dijo con un tono grave. "Proteger a esta familia y al reino será tu deber algún día."

Rhaenyra mantuvo la mirada fija en su padre. Sabía de los sacrificios, pero las palabras siempre dolían más cuando eran pronunciadas en voz alta.

"Sé cuáles son mis deberes como futura reina, padre. Sé lo que tengo que hacer."

El silencio se adueñó de la sala mientras ambos procesaban el momento. Rhaenyra sabía que algo grave había sucedido para que su padre la llamara a esa hora.

"Es hora de buscar una alianza que fortalezca tu reclamo," dijo Viserys, su tono intentaba ser comprensivo, pero su rostro mostraba la severidad de la situación.

La palabra "alianza" hizo que Rhaenyra frunciera el ceño, sabiendo exactamente a dónde se dirigía la conversación.

"¿Qué tipo de alianza?" preguntó con una mezcla de curiosidad y aprensión.

"Un matrimonio," soltó Viserys, como si fuera lo más simple del mundo.

Para Rhaenyra, sin embargo, aquello sonaba como una condena. La idea de un matrimonio arreglado la llenaba de incomodidad, pero trató de mantener una expresión neutra.

"¿Un matrimonio?" repitió, su voz era un susurro cargado de incredulidad.

Los segundos que siguieron se sintieron eternos. Rhaenyra digería la noticia, tratando de prepararse para lo inevitable.

"Asumo que ya tienes un pretendiente en mente, ¿cierto?" dijo finalmente, su voz intentando no quebrarse.

"He elegido uno en particular," Viserys extendió la mano y tomó la de Rhaenyra, dándole un leve apretón, un gesto inusualmente afectuoso. "Él apoyará tu reclamo y eliminará las conspiraciones en tu contra. Estoy seguro de que te protegerá y apoyará tus intereses, Rhaenyra."

Prometidos, no amantes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora