Dragón Encadenado

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Rhaenyra había pasado las últimas dos semanas ignorando las tentativas de Aegon por acercarse a ella

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Rhaenyra había pasado las últimas dos semanas ignorando las tentativas de Aegon por acercarse a ella. No lo hacía de forma evidente, y se contenía de tener una discusión frente a toda la corte o sus propias familias, pero era más que obvio cómo lo evitaba donde fuera que estuviera él.

Y no fue diferente hoy. La princesa había dedicado toda la mañana a preparar su vestuario y maquillaje para el gran día. No es que estuviera emocionada; más bien, estaba muy molesta.

"No pareces feliz", comentó Harwin mientras entraba por los pasadizos secretos sin armadura. Rhaenyra estaba peinándose cuando lo vio detrás de ella. "Es el día de tu boda. Deberías estar feliz."

"No lo estoy", dijo entre dientes, aún sin mirarlo. Al verlo aparecer en el reflejo del espejo, se giró hacia él con irritación. "No es mi obligación ser feliz", le respondió con dureza, dejándole claro cuánto le molestaba que le recordara el día que iba a casarse a la fuerza.

Harwin la observó con paciencia. Era bastante común que Rhaenyra estuviera en esos estados de ánimo donde se negaba a ser racional. Él le siguió la mirada cuando ella se volvió para verlo, y sus palabras la hicieron reír.

"No, supongo que no lo es", dijo, caminando hacia donde ella estaba, deteniéndose a una distancia adecuda. "Aunque se esperaría que estés feliz cuando te vas a casar".

"Supongo que tú debes saber todo sobre el matrimonio entonces, ¿cierto?" replicó ella con sarcasmo, volviendo a mirar el espejo. No podía evitar que le irritara que él fuese tan tranquilo y calmado en un momento que ella no lo estaba.

"Por favor, deja de intentar hacer que me sienta mejor. No puedes lograrlo", le espetó ella, tratando de encontrar un pasador para su cabello.

Harwin no se inmutó ante su tono irónico, solo soltó una sutil carcajada y cruzó los brazos sobre su pecho mientras la contemplaba. "Eso suena como un reto", respondió él con calma. Y antes de que ella pudiera abrir la boca para responder, él siguió hablando. "Vamos, princesa. Esto no puede ser tan malo, ¿verdad?" comentó con tono divertido.

"Sí, eres realmente idiota si crees que no es así", replicó ella, con la mirada aún fija en el espejo, sus manos tratando de recoger su pelo. "Voy a casarme con mi hermano, y es obvio que no quiero hacerlo, pero aquí estoy hoy, preparándome para ir y convertirme oficialmente en su esposa, y tú allí estás riendo ante la situación", le dijo, irritada.

"Veo que sigues enojada, pero no dejes que te afecte por mucho tiempo", dijo mientras se colocaba detrás de ella. "No dejes que sus acciones te afecten."

Rhaenyra guardó silencio cuando él se colocó detrás de ella, su frustración aún presente, pero su corazón comenzó a latir un poco más rápido.

"Eres tan irritante", murmuró ella, pero sin su usual acidez. Giró un poco la cabeza para mirarlo por encima del hombro, sus ojos encontraron los de él en el espejo.

Prometidos, no amantes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora