El Deber es la muerte del amor.

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Aún sentía el enojo quemándole la garganta

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Aún sentía el enojo quemándole la garganta. Había sido desplazada por completo; Viserys había ignorado su opinión sobre el matrimonio de Aegon con la consentida Rhaenyra. Tenía más de una razón para no aceptar esta unión. Desde el simple hecho de que su hijo era mucho más joven que esa mujer, hasta las actividades deshonrosas de la princesa, bien conocidas por todos. Para ella, Rhaenyra era una amenaza, un insecto venenoso enredado en las costumbres extrañas de los Targaryen. Rezaba cada día para que los dioses perdonaran a su hijo por ser arrastrado a los brazos de esa serpiente.

A pesar de todo, aceptó a regañadientes el matrimonio. Los dos príncipes se habían casado ante los dioses, y los señores y señoras de las grandes casas presenciaron la ceremonia. Las masas se reunieron para dar su bendición y desearles un feliz matrimonio.

Habían pasado más de seis meses y la pareja parecía cada vez más separada. Las criadas susurraban que la princesa rara vez permitía al príncipe en sus aposentos y que las pocas veces que lo hacía, lo terminaba echando a la fuerza. Así, la noticia de un embarazo tardaba en llegar, levantando sospechas en la corte. Algunos decían que la princesa ya era demasiado vieja, otros que el príncipe no disfrutaba de su compañía, y otros más murmuraban sobre un amante secreto de Rhaenyra, razón por la cual despreciaba al joven Aegon. Alicent no dudó en acudir a Viserys para reclamar sobre la falta de embarazo de Rhaenyra y las sospechas que esto generaba.

Viserys suspiró profundamente y se desplomó en su silla, soltando el pequeño martillo y cincel. Se frotó el puente de la nariz, intentando mantener la calma. No quería que esto se transformara en otra discusión más.

"¿Y qué quieres que haga, Alicent? No puedo forzar a Rhaenyra a dormir con Aegon. Ellos están legalmente casados. No puedo obligar a mi hija."

Alicent resopló, frunciendo el ceño y cruzándose de brazos con evidente molestia.

"¿Qué tal si tienes una pequeña charla con ella? Oblígala a cumplir con sus deberes. Aegon no puede ser la burla del reino por no poder mantener a su mujer en su cama. Rhaenyra será reina algún día, pero ese día no es hoy. Tien responsabilidades como esposa y futura madre."

Viserys cerró un ojo y cruzó los brazos, tratando de mantener la calma. A veces, Alicent podía ser demasiado para su paciencia.

"Alicent... Rhaenyra apenas se ha casado. Ni siquiera ha pasado un año desde la boda. Déjala tranquila." desvió la vista hacia su maqueta, volviendo a tomar el cincel y el martillo para tallar un edificio. "Además, Aegon la humilló públicamente en un burdel, desafiando su reclamo. Es normal que ella aún esté enojada y no lo acepte en su cama."

La expresión de Alicent se tornó en desaprobación al escuchar las palabras de su esposo. Se acercó unos pasos y lo tomó del hombro para impedir que siguiera tallando.

"Eso fue hace meses, ¿no? Fue un berrinche infantil del príncipe. No debería guardar rencor por tanto tiempo."

Viserys respiró hondo, irritado. Dejó sus herramientas en la mesa con un poco más de fuerza de lo normal, mirando a Alicent con el ceño fruncido. Le tomó las manos y las apartó de él para tener algo de espacio.

Prometidos, no amantes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora