Drifmark

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Le dolía ver cómo las cuerdas se tensaban, arrastrando el ataúd de Laena hacia el agua

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Le dolía ver cómo las cuerdas se tensaban, arrastrando el ataúd de Laena hacia el agua. Su mente estaba llena de recuerdos con su prima, y se sentía como si estuviera viendo una parte de su infancia desaparecer en el horizonte. El viento del mar llevaba consigo ecos de risas y secretos compartidos, ahora silenciados para siempre.

Se quedó allí, con el corazón en la garganta, mientras los soldados seguían con su tarea. Sabía que era una tradición valyria, pero aún le resultaba difícil presenciarlo. El mar parecía reclamar a Laena, como si sus olas quisieran consolar a Rhaenyra en su dolor.

Su amiga de la infancia había muerto tratando de dar a luz y ella no había estado ahí, aún cuando le pidió que estuviera. El sentimiento de pesar y culpabilidad se apoderó de ella, mientras recordaba las palabras de Laena, pidiendo desesperadamente que ella estuviera a su lado. Se sentía impotente y culpable, decidió quedarse Fortaleza Roja ignorando el pedido de su prima, y ahora se arrepentía profundamente de no haber estado ahí para ella cuando más la necesitaba.

Sus ojos estaban llenos de lágrimas no derramadas, mientras observaba cómo el ataúd de Laena se hundía en las profundidades del mar. El agua se tragaba lentamente la caja de madera, y con ella, los sueños y promesas que nunca se cumplirían.

"Dios, ¿acaso no se calla nunca?" Aegon, a su lado, se quejó mientras uno de los parientes de Laena daba la plática de despedida en el funeral. "Qué aburrido... ¿cuándo nos iremos?"

La insensibilidad de Aegon la enfureció; era un momento de duelo y él sólo se quejaba del aburrimiento. Se volvió hacia él con una mirada llena de rabia contenida. "Es un funeral, no un entretenimiento para tus caprichos", respondió ella con frialdad, sin intentar ocultar el resentimiento en su voz. "Solo... solo muestra respeto", añadió, tragando un fuerte nudo en la garganta.

Intentó calmar su frustración, pero el estrés y la tensión de los recientes eventos estaban empezando a agotar su paciencia. Le lanzó una última mirada irritada a Aegon, antes de volver a mirar en dirección al mar, observando cómo el ataúd de su prima desaparecía en las profundidades.

"Por nuestra sangre corre sal y, como el mar, nosotros somos fuertes e indomables", continuó Vaemond, lanzándole una mirada a Rhaenyra que reflejaba odio. "Como era mi sobrina, ahora su sufrimiento ha acabado y el dolor de estar sola no por decisión propia se ha ido". Todos los presentes voltearon a ver a Rhaenyra con ojos acusadores.

Las palabras de Vaemond eran como dagas que le atravesaban el corazón, hiriéndola más profundamente de lo que él podría haber previsto. Su rostro se mantuvo firme y sin expresión, pero sentía cómo su sangre hervía con cada palabra. Las miradas de los presentes se clavaron en ella, llenas de acusaciones y críticas, lo que aumentó su incomodidad y enojo. Sus manos se apretaron en puños a su lado, mientras luchaba por retener las palabras que se arremolinaban en su mente.

La risa de Daemon rompió la tensión del momento, y todos los invitados dejaron de mirarla para centrarse en él. Rhaenyra sintió un alivio repentino al ver que la atención se desviaba de ella. Sus manos, que estaban apretadas en puños, se relajaron ligeramente, y soltó un suspiro silencioso, aprovechando la distracción para recuperar su calma.

Prometidos, no amantes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora