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—¿Qué...? —la pelirroja comienza a hablar y es interrumpida con un gran abrazo de sus amigas.

—¡Santo cielo, Violeta! —exclama Denna, sonriendo de oreja a oreja al ver que finalmente han encontrado a ambas chicas, quienes llevaban desaparecidas toda la noche. —¿dónde coño te fuiste? —pregunta, y estaba a punto de decir algo más cuando Suzete intervino.

—Susana se volvió loca al descubrir que estabas desaparecida, y Emma se preocupó cuando entró a la habitación de Chiara y no encontró a nadie ahí, y nos llamó a todos, y bueno, aquí estamos.

—Estamos bien, chicas. Kiki me encontró aquí, pero no pudimos regresar a casa... —responde la pelirroja, señalando su pie.

—¿Te sigue doliendo? —pregunta Bea, mirando el pie de Violeta que ya estaba hinchado. 

La inglesa se despertó en ese momento por el ruido y se sentó mientras bostezaba.

—Buenos días, eh, —saluda Denna con burla.

***

—Entonces, ¿pasó algo anoche? Ya sabes, las dos solas... —pregunta la rubia mirando al espejo retrovisor, guiñando un ojo.

—Nada, —responde rápidamente Violeta.

—¿Estás segura? No me mientas, Vio

—No estoy mintiendo, —la pelirroja frunce el ceño.—Solo estuvimos mirando las estrellas, ¿de acuerdo? —dice honestamente, pero Denna sigue sin estar convencida y mira a la ojiverde, quien asiente con la cabeza.

—Está bien, pero que sepas que os encontramos abrazadas. —dice la rubia, haciendo que Violeta gima.

—Cállate, Densa, —se queja la de Motril y se hunde más en el asiento, sus mejillas brillando de rojo y las de Chiara también de un tono carmesí. 

La granadina se encoge de hombros, riendo, y sigue conduciendo. El resto del trayecto fue cómodamente silencioso y todas esperaban a Violeta en la sala de espera del hospital, pacientemente.

Terminó yéndose a casa con muletas y el médico dijo que se curaría en unas semanas, pero eso no significa que pudiera faltar a clase. 

***

El lunes la gente susurraba cosas sobre ella debido a los rumores de Lucas, quien se dedicó a decir que Violeta era lesbiana y que estaba saliendo con "la chica muda".

Desde que los rumores comenzaron a circular, Violeta empezó a ignorar a Chiara de manera evidente. En los pasillos de la escuela, evitaba hacer contacto visual con ella, manteniendo la cabeza baja o mirando hacia otro lado cuando se cruzaban. Si alguna vez sus miradas se encontraban accidentalmente, la pelirroja rápidamente desviaba la suya, como si la ojiverde fuera invisible.

Durante las clases, se sentaba lo más lejos posible de ella. Si llegaban a estar en la misma fila, se aseguraba de que hubiera al menos un par de asientos entre ellas. A veces, incluso llegaba antes a clase solo para elegir un lugar estratégico, lejos de donde sabía que Chiara normalmente se sentaba. Cuando los profesores pedían que se formaran grupos para trabajos o proyectos, se aseguraba de buscar a otros compañeros antes de que la chica tuviera la oportunidad de sugerir trabajar juntas.

En la cafetería, la situación no era diferente. Antes, siempre se sentaban juntas con su grupo de amigas, compartiendo risas. Ahora, Violeta llegaba temprano y se unía a Salma y su grupo, ignorando las miradas y gestos de sus antiguas amigas. Incluso cuando Bea intentaba llamarla para que se uniera a ellas, fingía no escucharlas.

Las noches eran las peores para Chiara. Solían enviarse mensajes de texto para hablar de su día, pero ahora, sus mensajes quedaban sin respuesta y sus llamadas sin contestar. 

Taciturno | kivi (fic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora