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Volví a inhalar el polvo de la pastilla, mi mente no me ayudaba en dejar de pensar en él.

En estos momentos me doy cuenta que no me conozco, no tengo idea de cual sea mi objeto.

No recuerdo mucho de mi adolescencia, ni de Derry.

Me perdí en el anillo de compromiso que tenia enfrente. Las iniciales S y J grabadas llamaban toda mi atención. Lo tomé y lo deslicé en mi dedo anular

Aún recuerdo muy bien la vez que me lo pidió.

Ambos despertamos uno frente al otro, sonreímos con complicidad al ver que solo una manta cubría nuestros cuerpos desnudos.

Me acercó a él, dejando mi cabeza en su pecho.

— ¿Cómo estás? —preguntó mientras dejaba leves caricias en mi cabello.

— Cansada.

— ¿Y por qué está cansada, señorita Crawford? —reí y lo miré.

— No lo sé, quizás porque el señor Uris no me dejó dormir anoche. Estaba de calenturiento.

Stanley sonrió negando.

— En ningún momento escuché alguna queja, es más, creo que pedía más y más.

— ¡Oye! —escondí mi cara en su cuello.

Su mano fue bajando lentamente y se detuvo en mi cintura. Reí un poco ya que sus caricias me provocaban cosquillas.

¡Stan! —me separé de él.

Miraba detenidamente mi cara. Reí a causa de los nervios.

¿Qué pasa?

Volví a recargar mi cabeza en su pecho sin dejar de verlo a los ojos. Se acercó a mí y me besó.

Era dulce y tierno, al separarnos dejé un casto beso en su mejilla.

Eres la persona más hermosa que he visto.

Sonreí y me estiré para acariciar su cabello.

Te amo, Janette. Te amo tanto que hasta duele, me duele cuando no estamos juntos, cuando peleamos. Me da miedo que te ame tanto, porque sé que si algún día termina esto me dolerá igual que un infarto. Cada que estoy cerca de ti mi corazón palpita más rápido de lo normal, cuando te beso me erizas la piel, tus labios son mi adicción. Soy adicto a ti y, por eso, quiero que esto dure toda la vida.

Se enderezó y tomó algo de la mesita de noche.

Me levanté un poco al ver una cajita hexagonal color azul, la tomé de sus manos y poco a poco la fui abriendo.

Llevé una mano a mi boca al ver un anillo de plata con un pequeño diamante incrustado.

Stanley...

Jane, ¿Quieres casarte conmigo?

Levanté la cabeza para mirarlo y asentí repetidas veces. Deslizó el anillo en mi dedo anular.

Stan sonrió ampliamente y me tomó de la cintura para abrazarme.

Te amo —susurré en su oído.

Después de un tiempo nos separamos, se acercó a mi cuello y fue dejando un camino de besos. Suspiré y mi piel se erizó, mis pezones se endurecieron, dolían, y apreté las manos a sus hombros

Me subí a su regazo, comencé a moverme en círculos en su abdomen bajo. Ambos sonreímos y nos volvimos a besar.

Di un brinco al oír que alguien tocaba la ventana, al girar vi que era Beverly. Quité el seguro y dejé que entrara.

— Jane, perdón por asustarte —dejó de hablar al ver restos de opiáceos en una caja—, ¿fumas?

Un sentimiento de alivio invadió mi cuerpo. Asentí lentamente.

— Me ayuda a despejarme, ¿quieres uno?

— Sí, los hombres son una mierda —le extendí la cajetilla. Reí.

— ¿Te casaste?

— Desafortunadamente sí, no lo pensé, ya sabes, fue precipitado. ¿Tú?

Metí un cigarro en mi boca y lo prendí con el encendedor, después se lo di.

— No, creo que me haré lesbiana.


Al

Dear God 2 ─── It [Eso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora