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Les resultaba muy difícil bajar por aquel pozo a comparación de la última vez, era más incómodo, sus cuerpos ya no eran pequeños y podían sentir los ladrillos húmedos y llenos de moho que formaban parte de aquel largo agujero sin fin.

Los adultos saltaron en el agua, algunos se quejaron.

— Aguas grises...

Richie tomó la mano de Jane para ayudarla a bajar.

La alcantarilla estaba llena de lugares sin salidas, la rubia no pudo evitar pensar en Stanley. Conforme iban avanzando el agua seguía subiendo de nivel hasta sus pechos.

Mike conducía a el grupo, le seguía Richie y Jane quien ayudaba a Eddie a caminar ya que la presión del agua dificultaba su andar. Bill, Beverly y Ben eran los últimos.

— Aquí es donde todo comenzó —murmuró Ben al llegar a un cuarto.

Era todo tan distinto, no había personas flotando, ni los objetos, ni el escenario. Estaba todo inundado de agua sucia.

Caminaban en fila hacia una fortaleza de madera. Eddie esquivó con mucho cuidado al oso que flotaba en el agua.

— Bev, ¿qué ocurre? —preguntó Hanscome al ver como Marsh se detenía.

— Creí haber oído—

De su boca salió un fuerte grito, del agua salió un monstruo, por su aspecto parecía que era una mujer, arrugada y fea.

La tomó de la cara.

— ¡Bev!

— ¡Hora de hundirse! —la llevó a las profundidades.

Todos saltaron al agua para ayudar a su amiga, Eddie y Jane se paralizaron. La chica lo tomó de la mano y lo llevó hacia donde antes se encontraba la pila de objetos. Ahora había una puerta de madera, con símbolos desconocidos grabados. Ambos se miraron asustados.

— Chicos... —la voz de la rubia hizo eco.

— Chicos respondan.

Lo único que se escuchaban eran sus agitadas respiraciones.

— ¡Chicos!

— Chicos respondan, por favor, no queremos salir de aquí solos...

Los cinco salieron a la superficie, dando una gran bocana de aire, ambos adultos suspiraron aliviados.

— Ya estoy bien —tranquilizó Beverly mientras se limpiaba la cara.

— No puedo creerlo, tengo ganas de llorar.

— Mike. ¿Adónde vamos ahora?

Jane ayudó a subir a los adultos.

— En el abismo reside. En el fondo la fe responde. En el abismo reside. En el fondo la fe responde —murmuraba Hanlon.

— ¿Está bien?

— Creo que en este punto es una pregunta relativa.

— ¿Qué hay del otro lado?

— No lo sé, nadie lo sabe.

Mike abrió de golpe la escotilla de madera, era un hueco mucho más estrecho que el pozo. Sin miedo, comenzó a descender dejando sorprendido al resto.

— Los veo abajo...

— Hay que seguir juntos.

— De acuerdo.

Poco a poco fueron bajando.

— No puedo hacerlo —negó—. No puedo. Vieron lo que pasó yo iba a dejar-iba a dejarlo morir. Me quedé paralizado. Si dejan que baje con ustedes voy a hacer que los maten —tomó su inhalador.

— Oye, oye. Dame eso —Tozier tomó la muñeca de Eddie.

Comenzaron a forcejear.

— ¡Ya! Ya, ya, suficiente.

— Escúchame, tuviste un lapsus, bien. ¿Pero quién mató a un payaso psicótico a los 13?

— Pues yo.

— ¿Quién apuñaló a Bowers con un cuchillo que se sacó de la cara?

— Yo también.

— ¿Quién se casó con una mujer 10 veces su masa corporal?

— Yo.

— Sí. Eres muy valiente.

— Sí, gracias, Rich.

Dejó leves palmaditas en su cachete provocando que Eddie se quejara.

— Perdón.

Richie bajó por el hueco.

— Oye, ten —Beverly le extendió el pedazo de metal—. Llévalo. Destruye monstruos.

El asmático lo tomó dudoso.

— ¿En serio?

— Sí. Si tienes fe.

— Gracias, Bev.

Marsh descendió por el agujero. Le siguió Eddie. Jane se quedó mirando el hueco absorta de sus pensamientos.

— Estarás bien —le dijo Ben al ver su mirada de duda.

Esta asintió no muy convencida y bajó.


Al

Dear God 2 ─── It [Eso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora