15. Puesta en escena

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Hay veces en las que te preguntas ¿Para qué? ¿Para qué seguir?

Ya no tenía nada, no me quedaba el deseo de seguir adelante y es que ¿Por qué debería hacerlo? Las únicas personas que tenía eran mis padres...Y si ellos no me querían cerca ¿Quién lo haría?

Stephanie era una de las personas más cercanas a ello, pues ni siquiera hermanos tenía...Ya no. Mis abuelos vivían en Canadá demasiado viejo para contactarlos. No tenía a nadie capaz de interceder por mí, nadie que evitara las más terribles consecuencias.

Los días siguientes a ese evite a Jason como nunca, el me seguía, pero yo sabía que yo no le convenía, que era una catástrofe para él, que lo lastimaría. Y yo...Después de mucho reflexionar, entendí que era estúpido de mi parte no entender la realidad de que Jason era lo mejor que podía tener en mi vida; sin embargo la idea la rechazaría...Siempre.

No quería que me hirieran...Yo tenía miedo a enamorarme, a sucumbir en las redes de la telaraña del noviazgo. Ya me habían engañado, me habían dejado por una Natalie cualquiera cuando más había necesitado un hombro en que llorar; y desde entonces, prometí que no caería en la misma trampa de desdichas.

Mi corazón, estrujado de rencor, odio y despecho, con un mínimo rincón limpio y sano, que me había encargado de proteger en una coraza personal y áspera en la cual no me permitía a mi misma sentir como cualquier otra persona.

Los pasillos repletos de personas, que ahora se apartaban curiosas y con miradas acusadoras después de aquello de Natalie y Jason, luego me parecerían nostálgicas miradas de cariño. Poco faltaba para que fuera con mi tía Meredith, tan solo un par de semanas.

Ya ni siquiera toleraba la compañía de Stephanie. Cada vez me encontraba más solitaria, más cabizbaja.

No podía evitar llorar de vez en cuanto...Y después de tanto llorar años después de la muerte de Jeremy, ahora tenía un nuevo motivo por el cual amargarme la existencia. Todo me pasaba a mí, era como si el destino no quisiera que le dejara nada a nadie, pero definitivamente sería hablando en el caso de privarlos de las desgracias.

Jason seguía persiguiéndome, el no desistía de ello. Pero yo no quería hablarle...Y no lo hice hasta el día en que se entero por Stephanie de mi vida al internado.

-Melanie.-Dijo sin aliento el último día de clases en el que comenzaba la temporada de vacaciones navideñas.

-Jason.-Susurré mirando fijamente sus hermosos ojos claros.

-Al fin respondes.-Dijo con una sonrisa amarga. No pude soportar lo hermoso que se veía, casi dolía.

-Yo...Jason...Lo siento.-Me disculpé rehuyendo su mirada penetrante.

-Mel, no te disculpes.-Dijo parándose frente a mí.- Ven...-Me llevó a un banco apartado de la entrada de la escuela, donde crecía un árbol escuálido y torcido que daba una sombra cálida a sus pies, pero no me senté.

-¿Qué me quieres decir Jason?-Pregunté.

-Yo...Se lo del internado.-Dijo palideciendo.

-Jason yo...Te juro que no quiero ir, y me hubiese gustado que no...Lo supieras.-Dije tragando con dificultad.

-Se que no quieres ir Mel; lo sé. Y yo no quiero que vayas.-Dijo abrazándome por detrás. Puso su mentón sobre mi cabeza y yo subí la mirada.-Y no dejaré que te vayas Melanie.-Susurró a mi oído.

-¿No? ¿Y cómo piensas evitarlo?-Murmuré.

-Nos escaparemos.-Susurró. Reí ante tan alocada idea.

-Tienes... ¿Tienes una vaga idea de la cantidad de personas que están a disposición de mis padres para vigilar mis movimientos?-Dije riendo por lo bajo.

Rompiendo el silencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora