Hacía mucho frío esa noche. Como si la oscuridad se tragara mis sentimientos y los embotellara.
Toda mi ropa de frío estaba guardada en las cajas así que fui sigilosamente al armario de ''ensueño'' de Amy y le robé lo más oscuro que allí se hallaba, una prenda azul.
Era un suéter bastante lindo así que no me importó ponérmelo. Era demasiado tarde para salir por la puerta de entrada pero... ¿Qué importaba una escapada más por el balcón si, después de todo, ya estaba castigada de forma tan injusta? No importó, como de hecho ya no me importaba nada.
Sabía que me podría lastimar y caer al suelo como un simple objeto ¿Y qué? Era lo último que podría ser para estar viva.
Escale con mucha precaución y de forma silenciosa, no era mi plan que me descubrieran, si así era pararía definitiva e insufriblemente directo al internado en un cohete a propulsión. Y no eran los planes inmediatos que mas me favorecerían.
Logré llegar al suelo firme con una torpeza muy típica, y una lentitud pronosticada. Logré salir de la casa con mucha dificultad, llegando a sobornar al guardia con desmesurada paciencia. Ya no me importaba brincar vallas, ya no me importaba afrontar retos; como ya había pensado tantas veces; ya no importaba nada de lo que pudiese pasar.
Una sensación de libertad me embargó al surcar la puerta, sentí como las mariposas subían a mi estómago y mi corazón latía frenético impulsándome a querer correr.
Y de hecho lo hice, liberarme de ataduras, como si cada paso veloz y firme que diese cortara cada una de las sogas mortales que me unían a mi familia.
Por un momento respire y recordé aquella hermosa canción de Taylor Swift, ya que su música era, definitivamente, para esos momentos.
La canción se llamaba ''Breathe'' y una estrofa vino a mi mente como un relámpago ilumina la oscuridad en una noche lluviosa, era verdaderamente, demasiada coincidencia.
''t's two a.m., feelin' like I just lost a friend
Hope you know it's not easy, easy for me''
Ella sí que sabía como me sentía, pero a la vez no. Yo no lo quería perder, no quería, no podía. ''Y tampoco tienes qué'' Dijo una vocecita pícara dentro de mi mente. Y era terrible y espantosamente....Cierto. No teníamos que perdernos.
Quizás yo era rara, y no soñaba con un final de princesas, ni con un ''...Y vivieron felices para siempre'' no esperaba que ningún príncipe viniera por mí, ni que me daría el beso que me despertaría y me haría vivir mi cuento de hadas. Yo no era parte de uno, y nunca lo sería. Pero yo seguiría soñando, soñando con que aunque no viviera ''Feliz para siempre'' hubiese al menos un destello brillante que me sacara de la oscuridad intensa en la que había sucumbido.
La calle apagada del suburbio era iluminada por uno que otro poste de electricidad ocasional. Ya estaba cerca, y aunque tuviese miedo, continuaría a pesar de algunas gotas que anunciaban el comienzo de una lluvia leve.
Olvidé mis temores a la fría soledad que presentaba el lugar al ver sentado ahí a Jason, con el pelo alborotado por algunas gotas de agua.
-¿Melanie?.-Preguntó.
-No, el fantasma de Canterville.-Dije riendo.
-No juegues con fantasmas.- Dijo viniendo hacia mi.
-¿Te dan miedo?.-Dije con una risilla poco disimulada.
-Algo.-Dijo con una mueca.- Malas experiencias.-
-¿Cómo cual?.-Pregunté.
-Mis primos una vez me hicieron una broma de pequeño y quede traumatizado.- Dijo riendo.
-En este sitio pueden haber fantasmas, ¿Quién me salvará?.-Dije dramatizando.
-Yo, estimada dama.-Dijo abrazándome.
-¿Ya no soy Julieta?.-Susurré divertida.
-No.-Susurró a mi oído.- Es una historia demasiado triste, y yo realmente espero no tener un final así...- Lo dijo de forma tan dulce, que sentí como se me nublaba la vista por las lágrimas, pero curiosamente, no eran de tristeza ni desolación. Era otro sentimiento, más profundo, más delicado.
-¿Y quién soy ahora?.- Susurré con voz entrecortada, luchando porque sonará confiada y despreocupada, sin resultados, por supuesto.
-Sigo debatiendo, pero ninguna es como tú.-Me tomó de la mano y me guió al banco.
-¿Qué quieres decirme?.-Pregunté.
-Melanie...Es difícil, difícil para mí...-
-¿Qué?¿Perder una bella tutora como yo?.-Dije bromeando.
-No Mel, perderte a ti.-Dijo en un leve susurro.
-¿Porque?.-Insistí, quería que esas palabras tan difíciles de pronunciar, brotaran de sus labios de forma tan dulce como solo el podía hacerlo.
-Porque....Mel yo...Te amo.-Dijo alto y fuerte, para que lo pudiera oír. Esas dos palabras me desarmaron por completo, las que inconscientemente había deseado tanto oír, las que de repente había hecho surgir un sentimiento ajeno a lo que había sentido....Y aunque tuviese miedo, si me iba a herir, que lo hiciera...Después de todo...Yo también lo amaba, siempre había sido así, y siempre lo sería. Me estrujé los sesos en busca de una respuesta coherente, pero yo estaba desconectada, y lo único que asimilaba era una explosión furtiva de felicidad.
-¿Mel?.-Dijo sacudiéndome levemente debido a mi reacción.
-¿ah?.-Dije ausente.
-Mira yo...No tiene que ser mutuo, yo...Yo lo entendería ¿Si?..-Dijo desilusionado.
-No Jason, no es eso....Es que...No sé como decirlo...-Dije titubeando*.
-No...Tienes que decir nada..Sólo..Responde: ¿Es mutuo?.-Dijo dudoso.
-Si Jason, si.-Dije abrazándolo.
-Eso era todo.-Dijo con una sonrisa resplandeciente. Me abrazó fuerte, quizás yo no lo ''amaba'' en todo el sentido inmenso que implicaba la palabra, pero lo quería lo suficiente para no poderlo perder.
-Y ahora...¿Que harás?.-Me preguntó.
-No puedo hacer nada. Mañana partiré a Londres.-Dije con resignada impotencia.
-Te extrañare..-Susurró.
-Yo también, extrañare todo pero no hay nada que pueda hacer.-Suspiré.
-Me alegra habértelo dicho.-Replicó.
-Y a mí que lo hayas hecho.-
-Pensé que tú...En verdad pensé que no querías nada conmigo...-Dijo a mi oído.
-Yo también lo pensé, pero fue inevitable.-Respondí.
-¿No querías que esto pasara?.-Preguntó.
-No, no lo quería, nunca lo quise.-Dije sin girarme a verlo.
-¿Porqué?.-
-Tenía miedo.-
-¿De mí?.-
-Algo así.-Dije con una mueca.
-Puedes decírmelo.-Dijo
-Yo...Jason, júrame que no dirás nunca nada.-
-Lo juro.- Vi en sus ojos la resolución.
-Yo, hace mucho tiempo tuve un hermano.-El asintió.- Su nombre era Jeremy, y me llevaba casi dos años. Yo cumpliría quince al día siguiente, estaba tan emocionada, iríamos a casa de mis abuelos en Canadá, un viaje en auto.- Tragué con dificultad, los recuerdos eran tan nítidos...- Un camión de carga, chocó contra nosotros justo en el asiento de mi hermano, se había herido la cabeza, ya estaba desmayado y el...El...-Las lágrimas corrían por mis mejillas ligeras y sin dificultad, Jason me abrazó más fuerte.- Cuando volví a la escuela, mi novio me dejó por una animadora y yo no pude aguantarlo.-
-¿Es eso Mel?¿Eso es lo que tienes miedo que haga?.-Asentí.-Nunca pasará, no me lo perdonaría.-Dijo con dulzura. Giré a verlo a los ojos, y descubrí en ellos la mas pura sinceridad.
-¿Qué hora es?.-Pregunté suspirando.
-La una de la madrugada.-Respondió tras revisar su reloj.
-Ya es tarde...Debo irme.-
-Te acompaño.-
-Si me descubren es mejor que no estés allí.-Dije levantándome.
-Cierto...-
-Adiós Jason, nos vemos el...Nos veremos.-Dije con tristeza.
-Eso te lo puedo jurar.-Replicó. Me dio un suave beso en la frente y salí rápido de allí... Sin más que un triste adiós y un chico a mi paso.
Escalé el balcón con el mismo miedo de siempre y llegué sana y salva a mi habitación, me estampé contra la cama, y quedé rendida en un sueño amargo.
Al día siguiente mi madre me despertó de una forma poco habitual, hasta cariñosa. Amy fue condescendiente conmigo y mi padre se quedó en la casa. Madison y Stephanie vinieron también y se quedaron conmigo hasta ya pasadas las puertas del aeropuerto.
-Te quiero hija.-Dijo mi madre cuando ya me disponía a entrar a esperar la embarcación del vuelo.
-Es un poco tarde para decirlo.-Repliqué.
-Hasta luego Melanie..-Dijo Amy silenciosa. Asentí levemente como respuesta.
-Te quiero hijita.-Dijo mi padre dándome un cándido abrazo.
-Yo también, y lamento que esto haya terminado así.-Tome mi maletín de mano color rosa y traspasé las puertas sin dedicarles una última mirada a lo que debía llamar familia.***
Me desperté en plena noche, en un cómodo asiento mullido de Primera Clase, con un nudo en la garganta.
-Señorita.-Llamó suavemente una azafata.
-¿Mm?.-Respondí adormilada.
-¿Gusta algo de tomar o comer?.-Preguntó con un pronunciado acento británico.
-Por favor.- Asentí. No me gustaba la forma en la que hablaban los ingleses, no lo toleraba, no soportaba el helado clima, y menos lo haría en el crudo invierno. No aguantaría vivir un mes en aquella casa que no conocía y no alguien del cual no sabía.
El aterrizaje no se hizo esperar demasiado y mientras descendía el avión observe un paisaje frío y hermoso de la ciudad. Bajé con una emoción inusitada y recogí mi equipaje. Afuera habían varias personas con carteles pintados con el nombre de de personas... Busqué el mío entre las personas y hallé a una mujer de mediana estatura, tez pálida, impecablemente uniformada y con un cartel hecho con letra meticulosamente elaborada que rezaba ''Melanie R. Lawrence Collin''
-Iagh.- Exclamé al ver mi nombre completo. Me acerqué a la mujer y le indiqué que yo era la que buscaba.
-Mel Lawrence.- Enfaticé. La mujer asintió secamente y me dedicó una media sonrisa forzada.
-Es más pálida de lo que creí.-Comentó.
-Si...Supongo.-
-Es curioso siendo un sitio soleado.-Siguió. No contesté. La seguí hasta el estacionamiento, donde me hizo montar en un auto negro y lujoso que me llevaría a casa de mi tía abuela Meredith. El chófer condujo callado y solo se escuchaba la trabajosa respiración de la mujer. Tendría unos cuarenta y tantos años, con el cabello alborotado, rasgos severos y estaba vestida de forma rígida y anticuada. El auto paró en un determinado momento, habíamos tardado demasiado en llegar, no supe si por la ubicación de la casa o el tráfico.
El hombre bajo las valijas y las llevo dentro de la casa. Prácticamente corrí a la casa, estaba haciendo un frío que calaba los huesos y la lluvia lo empeoraba.
La casa era sencillamente gigantesca con caracteres antiguos, sin duda una mansión victoriana, mantenía proporciones enormes y todo era de acabados lujosos, o eso al menos; en la fachada.
Entré empapada y la mujer me miró con gesto contrariado y ordenó que me quitará el abrigo y los zapatos, trajeron toallas y me sequé. Por dentro la casa era igual de imponente como la había visto por fuera. El piso era de madera sólida, una escalera magnífica dividía la casa en dos alas, habían alfombras y tapices, y una asombrosa araña de lágrimas de cristal colgaba del techo, era sin duda la lámpara más grande que había visto.
-Niña.-Llamó la voz áspera de la mujer.- Martha te llevará a tu habitación.- Dijo señalando a una muchacha que se encontraba a su lado.
-Bien.-Asentí. Subimos las imponentes escaleras y vi que las paredes estaban adornadas con hermosos cuadros. Cada paso que daba me asombraba más de la inmensidad de la mansión. Recorrimos varias puertas y al fin Martha se detuvo.
-Aquí.-Anunció abriendo la puerta. Me maravillé de lo hermosa que era la habitación. Mi tía abuela quizás se había equivocado respecto a los colores que me gustaban pero de todas formas era preciosa. La cama estaba en medio de la alcoba, con un cubrecama rosa pastel con pequeñas flores apenas perceptibles, almohadones gigantes y acolchados,y el copete de la cama era de madera clara y tallada. Tenía dos mesitas de noche a los costados con lámparas nuevas y de colores fuertes que combinaban muy bien.
El piso era de madera también, ésta predominaba en toda la casa. Tenía una televisión propia y a la vista, recién adquirida para mi uso personal y un ventanal enorme con vista hacia los jardines.
-Tiene su propio baño hacia allá.-Indicó Martha. Me dirigí al baño para seguir curioseado. Era amplio y pulcro, con una estantería llena de productos de los cuales pocos identifiqué. El guardarropas era fuera de serie, mi madre se hubiese vuelto loca al vislumbrar un armario así. Era casi un cuarto, con un banco forrado de cuero acolchado en medio. Tenía un espejo enorme en frente.
Abrí una puerta y para mi sorpresa descubrí ropa de mi gusto, perfecta para invierno. Salí de allí y le pregunté a Martha si vería a mi tía abuela, y me dijo que esperaba por mí en la sala.
Bajé pronto las escalera, nerviosa del carácter de esa tía a la cual no conocía.
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Rompiendo el silencio
FanficPorque callar... No será la mejor opción. EL silencio, será su peor elección...