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holi <3















































El sol entrando por la ventana hizo que frunciera el ceño, aún con los ojos cerrados se sentó en la cama y rascó sus estos mismos con el dorso de su mano. Bostezó un poco y se levantó, sintiendo una puntada fuerte en su espalda baja. Lo que ayer era puro placer, hoy le pasaba factura. Con pasos lentos, salió de la habitación para llegar al baño.

Tuyo a partir de ahora :)

Rió un poco cuando leyó la notita que Enzo había dejado pegada a un cepillo de dientes de color verde. Lo agarró y comenzó a cepillarse los dientes pensando en la noche de ayer, una sonrisa apareció en su rostro de inmediato junto a un leve sonrojo.

Había dormido junto a Fernández la noche anterior, apoyándose en el pecho cálido y firme del mayor, el cual olía a Jabón Dove debido al baño que había tomado luego de Julian. Si bien todo lo tenía un poco aturdido, su mente se había encargado de memorizar y grabar cada caricia que Enzo dejaba en su espalda y en sus brazos mientras él se concentraba en escuchar los latidos del corazón de Fernández, los cuales eran tranquilos y relajantes.

Había sido una de las mejores noches de su vida quitando aquél mal momento en el que había llorado como si no existiese un mañana.

Bajando las escaleras, luego de lavarse los dientes y la cara, escuchó la melodía que venía desde la cocina junto a un olor rico a comida. Sus pasos lentos y silenciosos lograron pasar desapercibidos para Enzo, quien se encontraba de espaldas en la cocina.

El morocho estaba sin remera y con un short de river plate, su torso absolutamente tatuado y ejercitado era un deleite ante los ojos de Julian. Irene de Rodrigo Amarante sonaba ligeramente en el ambiente.

Sin pensarlo mucho, el castaño se acercó a Enzo, abrazándolo mientras apoyaba su mejilla contra la espalda llena de tinta del otro.

—¿Cómo dormiste, hermoso?—Preguntó el morocho, acariciando los brazos de Julian que se encontraban por encima de su abdomen.

—Bien, muy bien. El sol me despertó pero igual estoy de buen humor.—Murmuró y Enzo rió bajito, dándose la vuelta para poder mirar a Julian.

Al tenerlo de frente solo pudo rodearlo por la cintura con sus brazos, el morocho sentía que el cuerpo de Julian había sido hecho para permanecer cerca del suyo todo el tiempo. Luego de unos minutos se separó, tomando con delicadeza el rostro de Alvarez, dejándose llevar en un beso suave.

El problema llegó cuando Enzo alzó Julian y lo sentó en la mesada. Rápidamente Julian chilló en sus labios, apretando fuerte los brazos del morocho.

𝗣𝗥𝗢𝗙𝗘 𝗝𝗨 ★ enzoxjulian | PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora