Capítulo 5.

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Cuando mas feliz te sientes el tiempo pasa mas rápido y es cierto, he tenido los mejores días de mi vida acompañada de mi pequeña familia, mis padres y mi hermana han llamado y vendrán a celebrar que Julián esta mejor.

Es increíble verlo, su piel pálida esta tomando color día con día y sus huesitos ya no se notan tanto como antes, si no que ahora se ve tan lleno de vida. Ha pedido que lo vuelva a inscribir en la escuela, pues hace tiempo tuvo que abandonarla por la cantidad de faltas que tenia. Nunca pudo aprender matemáticas o a leer, aun así es un niño muy observador y su papá y yo tratamos de transmitirles nuestros conocimientos siempre que podemos, tenemos la costumbre de enseñarle acerca de una materia cuando se encuentra internado.

Voy en camino a la escuela a llevar los documentos para inscribirlo, Jasper y Julián se han quedado en casa viendo películas.

A veces el manejar me trae mucha calma, aun que esta ciudad suele estresarme pero hoy no esta tan concurrido con autos como lo suele estar, al doblar en una esquina un auto color azul no prende sus direccionales y casi chocamos pero freno de golpe.


―Mierda ―maldigo para mi misma después de la descarga de adrenalina.


El carro azul se acerca a mi y baja la ventanilla dejándome ver a una ancianita que no se como puede aún conducir luciendo de tanta edad.


―Lo siento, señorita ―se disculpa sonriendo de forma inocente― a mi edad ya nada es pecado.


Río por su comentario y le hago señas para que pase.

Avanzó cuatro cuadras mas y llegó a la escuela en la que solía estar inscrito Julián.
Hago muchos papeleo, firmo muchas boletas y finalmente lo consigo, Julián queda inscrito y han quedado en llamarme cuando empiece un nuevo ciclo escolar.

Regreso a mi auto y hago una parada en un super mercado para comprar los ingredientes de un pastel de chocolate que quiero hacer, pues Julian ha visto en la televisión uno y se le ha antojado mucho.

Adentro tampoco hay tantas personas y yo recordaba este súper mercado mucho mas grande, igual tengo meses sin venir.

Tomo las cosas que necesito; huevo, harina, cacao y leche. Creo que será la ultima vez que vendré a este supermercado, solo manejan una marca de cada producto, lo cual se me hace raro.


―Ana ―escucho una voz masculina a mi espalda y volteo inmediatamente.


Es Theo, siento mi corazón latir muy deprisa y quiero salir corriendo de aquí para refugiarme en los brazos de mi esposo. Finjo que no lo he visto, aún que ambos sabemos que si lo hice. Me aferró a mi canasta en la que llevo los ingredientes y camino de prisa a la caja mas cercana pero Theo corre tras de mi y me toma del hombro.


―No me toques ―no quiero sonar grosera pero tampoco merece mi amabilidad.
―Ana, te debo una disculpa ―ignora mi petición y no quita su mano de mi hombro― supuse que no querrías verme al despertar así que me fui, lo lamento.
―Me equivoque, Theo ―la paz que estos días me abrazaba me suelta y siento todo el peso de lo que paso otra vez sobre mis hombros― ni mi esposo ni mi hijo se lo merecían y yo les falle.
―Perdóname Ana, fue mi culpa también y cualquier cosa que necesites por favor pídemela, quiero remediarlo todo.


Me entrega una tarjeta como la que había en su mesita de noche ese mañana en el hotel pero no la acepto y le doy la espalda, agradezco que no me siga pues estoy apunto de romper a llorar. Pago las cosas que he comprado y vuelvo a mi casa con el corazón desconsolado, esperando que el amor que mi familia me da pueda volver a hacerme sentir en paz.



Sueños de silicio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora