Capitulo final.

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Ana había encontrado un refugio en Theo, le parecía incorrecto el haberlo hecho pero él era el único que la entendía y sentía lo mismo que ella. Había creído que estaba cayendo en la locura pero cuando Theo le contó lo que él también había pasado se dio cuenta de que no estaba mal.

Una extraña chispa le recorría todo el cuerpo, un presentimiento de que hoy seria el fin de todo estaba en su mente, pero ¿Cómo se podría terminar esto? Si ni siquiera ella comprendía que es lo que era o donde estaba ¿Cómo puede terminar algo sin haber escrito el inicio?

Llevaban toda la tarde escondidos en el hotel de Theo, pues ella estaba tan nerviosa que estar en la calle le había puesto tan nerviosa que el aire le comenzaba a faltar. Ana sentía que en cualquier momento su familia falsa aparecería por la puerta y la llevarían muy lejos. Su paranoia estaba terminando con ella.


—Iré al baño —Theo le aviso a Ana— Enseguida vuelvo.


Ana no le perdió el rastro hasta que desapareció de su campo de visión y entonces motivada por un impulso, reviso las pertenencias de Theo, maleta por maleta y objeto por objeto. Una libreta llamo su atención y su corazón amenazó con salirse por su boca cuando vio el contenido.
Había volantes en lo que se informaba que Ana Gibson llevaba más de 5 días desaparecida. Anotaciones y fórmulas a cosas que ella no entendía pero había una palabra que no le dejaba de hacer eco y era la palabra “simulación”. En su mente todo empezó a encajar y lo entendió. Pues desde que había conocido a Theo y se había marchado con él a su hotel habían comenzado estas cosas.

Theo Bianchi era un maldito psicópata.

Aventó la libreta lejos y cayó sobre su trasero por el susto.


—¿Ana? —Theo había salido de el baño y la había pillado leyendo la libreta donde estaban todas las respuestas.


Ana no lo pensó ni un segundo y salió corriendo a toda prisa de esa habitación. Decidió bajar por las escaleras y cayó incontables veces pero el miedo no la dejaba poner atención al dolor. Se dedico a correr como nunca lo había hecho antes.

Aun que sabía que no había salida, no había lugar a donde huir. Este no era su mundo, era el mundo de Theo Bianch, quien había inventado ese mundo solo para ella, le había llegado al corazón ver a Ana tan afligida la noche que la conoció. Le parecía una pequeña oveja herida, una lámpara fundida y el era capaz de arreglarla. ¿Qué mejor modo de arreglarla existía? Esto es lo que ella necesitaba.

Ganando tiempo siguió corriendo hasta poder salir de él hotel, se aventuro a la calles y empujó a todas las personas, o mejor dicho extras, que se le atravesaban.

Pero cuando volteo a ver a su cazador se dio cuenta de que ahora no solo era seguida por Theo, si no que toda su familia y su amiga Adriana, también la estaban persiguiendo. Era espeluznante para ella verlos tan iguales a sus seres queridos.

Mientras tanto en el mundo real la fuerza policíaca, paramédicos, Jasper y Lila iban en camino hacia el lugar en donde estaba Ana.

Harían lo que tuvieran que hacer para poder rescatarla y en eso todos estaban de acuerdo. Theo Bianchi definitivamente sería arrestado, no necesitarían más pruebas. Ana no era la primer mujer en ser secuestrada y sometida a la simulación que usaba Theo, tras una exhausta investigación se pudo ver que Theo solía hacerlo muy seguido, pero sus resultados eran desgarradores, pues las mujeres solían volverse local adentro de la simulación y no sobrevivian.

Pero había algo que ni Ana ni Jasper sabían y es que en esos mismos momentos su querido hijo Julián había dado su última exhalación, la muerte había decidido que no quería que ese pequeño siguiera sufriendo y había decidido llevárselo con ella. Los abuelos lloraban sobre el pequeño cuerpecito de Julián Gibson.

En su mundo, Ana, se encontraba atrapada en un callejón sin salida, por más que había corrido había tomado el camino incorrecto y había llegado al limite, todos se encontraban frente a ella.


—¿Este no era el mundo que querías, Ana? —la cuestiono Theo quien se encontraba respirando demasiado agitado.
—Déjame ir, por favor, Theo —Ana le suplicaba de rodillas.
—Tu querías una solución a tus problemas, Ana —la tomó de las manos mientras ella seguía incada implorando— yo te lo di Ana. Estabas cansada de la enfermedad de tu hijo y mira, aquí lo tienes sano. Estabas cansada de él maldito insensible de tu marido y yo te lo di como tu lo querías ¡Yo puedo ser tu Esposo! ¡Yo te puedo dar lo que quieras.


El Theo elegante que había seducido a Ana ahora era solo un loco que le causaba asco, Theo se arrodillo para quedar al nivel de Ana quien se encontraba llorando al borde el pánico.


—¡Yo te puedo dar todo lo que quieras! —él seguía gritándole mientras la sacudía pero ella estaba en un estado de shock.


Todos la empezaron a rodear y el aire que ella respiraba era menos cada vez más. De repente Theo desapareció de enfrente de ella pero todos los demás la siguieron rodeando hasta que todos no pudo más.
Respiro todo el aire que le quedaba, cerro los ojos y soltó un grito cargado de desesperación y que parecía que cortaría sus cuerdas vocales. No paro de gritar a pesar de que un fuerte temblor la sacudió y todo en su entorno se había convertido en blanco.

Cuando pudo abrir los ojos se encontró con un entorno completamente distinto al en el que estaba, estaba en lo que parecía ser un almacén. Había policías por todos lados y lo que más la calmo era que Jasper estaba frente a ella.

Ese parecía ser el mundo real.

Se sentó y desconecto todos los cables  que estaban pegados a su piel que lucia pálida y definitivamente había perdido muchos kilos. Frente a ella estaba Theo apuntando con una gran arma hacia todos los hombres que había en esa habitación pero a Ana solo le importaba llegar a los brazos de su esposo.

Cuando no quedaba ningún cable que la retuviera se puso de pie rápido aún que con mucha dificultad y escucho un disparo.


—¡Jasper! —le grito con las pocas fuerzas que le quedaban temiendo que la bala hubiera caído en su esposo, pero su camisa blanca seguía intacta.
—¡Ana! —el mundo de Jasper acababa de caer en sus pies.


Pues la bala había ido directo al corazón de Ana, quien al palpar su pecho y ver que su mano estaba llena de sangre, ato cabos y lo entendió todo. Ese era el mundo real y no había escapatoria.

El cuerpo muerto de Ana cayó al piso y los policías ya tenían esposado a Theo. Jasper sostuvo a Ana intentando reanimarla pero ya no había solución. Había perdido a su esposa. En su mente se preguntaba como le diría esto a su hijo, aun que ya ni había hijo.

Lila recibió la llamada de su madre quien le informó que Julián había muerto.

Pobre Jasper, había perdido a su hijo y a su esposa el mismo día.

Sueños de silicio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora