Capitulo 1.

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―Creo que nos vendría bien separarnos por un tiempo.


¡Ahí está! El hombre con el que me case no es más que un patán.


―¿Hablas enserio, Jasper? ―le cuestiono pues no creo que pueda ser tan insensible en un momento como este.
―Si, Ana ―y el me responde tan tranquilo, como si la respuesta fuera obvia.
―¡Dios mío, Jasper! ―comienzo a desesperarme― mira tu entorno, mira a nuestro hijo, esta muy mal, no sabemos si seguirá con nosotros el día de mañana ¿y tu mayor preocupación es separarte de mi?


Se queda pensativo viendo hacia la camilla en la que se encuentra dormido nuestro hijo. Solo tiene 7 años y es todo un guerrero, pues mientras otros pequeños de su edad juegan futbol o aprenden cosas nuevas en su escuela, mi hijo, Julián, esta sufriendo de una enfermedad que mantiene sus defensas bajas todo el tiempo, ha tenido mas bajas que altas pero aquí sigue firme luchando por su vida.
Reconozco que mi esposo y yo no hemos podido sobrellevar bien esta situación pues nunca se puede hacer nada contra esto.
Me siento llena de impotencia, pues yo daría hasta mi vida con tal de que mi pequeño pueda estar sano y disfrute su infancia sin tener que estar conectado a maquinas.


―Solo quiero que lo pienses, Ana ―Jasper se me planta enfrente y se que se viene nuevamente otra pelea― Julián esta muy enfermo y tal vez nunca mejore, sabemos que lo único que nos mantiene unidos es él y cuando él ya no este aquí no habrá nada a lo que aferrarnos.
―¿Ya te has rendido con tu hijo? ―lo veo a sus estúpidos ojos con el corazón a punto de estallar.
―Deberías aceptarlo y dejarlo descansar ―las lagrimas salen de mis ojos sin parar.
―¿Ya no nos amas? ―mis labios tiemblan al decirlo y los de el están sellados, dejando en claro que no dará ninguna respuesta― hace 9 años que nos casamos prometiste una cosa ¡prometiste estar conmigo en las buenas y en las malas! ¡Lo prometiste! Y ahora actúas como un maldito cobarde deseando que nuestro hijo muera con tal de alejarte de mi.


No dejo de dar vueltas por la habitación y no me importa estar alzando la voz por que se que Julián esta tan sedado que ningún ruido podría despertarlo.


―En ningún momento te he dicho que deseo eso, Ana ―el también comienza a alterarse― Sueles hacerlo todo personal ¡Siempre quieres ser el centro de atención! Si te estoy pidiendo que nos separemos es porque no quiero tener el recuerdo constante de que falle como padre y como esposo, no quiero tener nada que me ate a eso ¡Entiéndelo de una maldita vez!
―Así que eso es lo que pretendes ¡Actuar como el maldito cobarde que eres! Si Julián se va yo quiero seguir teniéndote a ti ¡No quiero perder a mi hijo y a mi esposo al mismo tiempo!
―Hace mucho tiempo que hemos dejado de tratarnos como esposos, Ana.


Y el cobarde toma asiento mientras masajea la mano de nuestro hijo, actuando ser el mejor padre del mundo cuando no lo es, cobarde.
Sus palabras me resuenan, como si esta habitación estuviera llena de eco.


―Puedes irte a casa a descansar ―Jasper me habla― no hace falta que estemos los dos aquí.
―Si lo que quieres es alejarte de mi puedes irte tu ―le respondo llena de rabia.
―Ana, estoy tratando de ser amable contigo, deja de tomarte mis palabras como una declaración de guerra ―se pone de pie y viene frente a mi―necesitas bañarte y dormir por lo menos 6 horas, no has salido de esta habitación desde hace 5 días, por favor.
―Esta bien ―cedo pues es verdad y como el no trabaja mañana puede pasar aquí la noche― llámame cualquier cosa.
―Lo haré ―me deja un suave beso en mis labios y no correspondo pues me toma por sorpresa.


Guardo mis cosas en mi bolsa y me acerco a la camilla de mi hijo, dormido parece ser el niño con más paz en este mundo, no hay ninguna pizca de el dolor que sufre cuando esta despierto.
Me acerco a besar su frente y le repito varias veces que lo amo aún que el no me pueda oír.
Salgo del hospital con mil dudas, pues no estoy segura de que sea lo mejor, no dudo en que Jasper lo puede cuidar o que le pueda brindar una buena compañía pero siento la necesidad de estar corroborando que este bien en todo momento. Mientras conduzco recibo una llamada de mi amiga Adriana, quien me invita a un bar en el centro de la ciudad. Sabe que no aceptaré pero igual ahí esta la invitación.
Al llegar a mi casa siento un gran vacío al encontrarme con un silencio sepulcral, normalmente Julián esta tendido en el suelo jugando con gran euforia con sus pequeños carros de carreras, pero ahora esos carritos se encuentran en el mismo lugar en el que el los dejo la ultima vez que jugó, hace 6 días, antes de que el dolor no le permitiera hacer las cosas que más le gustan hacer.
Tomo un baño de agua caliente y al salir la misma sensación de soledad me recorre causando un escalofrió, mi hogar se ha venido abajo. Mi hijo esta muy enfermo y mi esposo ya no me ama.
Y ellos son todo lo que tengo, todo lo que amo, pues mis padres y mi hermana viven en otro estado del país y la comunicación que tenemos es mínima, solo tengo una amiga, Adriana, quien también esta casada y tiene dos hijos así que nunca tenemos tiempo para nosotras.
Trato de dormirme temprano aun que apenas sean las 8 de la noche pero tanto pensamiento me causa mucho ruido en mi mente y no me permite dormir. Pongo una película en la televisión pero tampoco puedo centrarme.
Lo que necesito es aire fresco así que me decido en ir aun que sea una hora al bar al que Adriana me ha invitado, considero que no es mala idea, me hace falta un trago.
Una vez vestida y arreglada salgo a la ciudad. Trato de dejar todo lo que siento en mi hogar y necesito distraerme de todo eso que me esta ahogando. Llego en 20 minutos al bar y le aviso Adriana.
Me gusta la decoración del bar, pues parece tan elegante que siento que desentono con las ojeras que no pude cubrir con el maquillaje, busco a Adriana con la mirada y no la encuentro, así que me siento en la barra y pido una margarita, no he traído tanto dinero pues digamos que nuestra economía esta cayendo en picada por todas las medicinas y tratamientos que hemos tenido que pagar.
La bebo lentamente y empiezo a preocuparme por no ver a Adriana aquí.
Mi celular suena y veo que es una notificación con su nombre. Me ha dejado un mensaje de texto indicándome que no podrá venir por que su hija se ha fracturado el pie. Mierda.
Debí quedarme en casa en vez de haber venido a gastarme el dinero que mi hijo podría necesitar. Me termino mi bebida de un solo trago y me dispongo a marcharme cuando la presencia de un hombre a mi lado me llama la atención.


―He visto que apenas has llegado y ya te has decidido en irte ―me dice y su español no tiene un acento de aquí.
―Me han dejado plantada ―le respondo aun de pie.
―Quédate a beber conmigo, ambos estamos solos y nunca viene mal un poco de compañía.
―Solo un trago y me voy ―acepto pues parece ser amable.
―Tus reglas.


Le pide al mesero dos margaritas mas. Es un castaño que porta un traje negro con elegancia, tiene muy poca barba decorando su rostro y todo en el grita sostificacion y dinero.


―¿Eres de aquí? ―le pregunto tratando de romper el hielo aun que sea un poco.
―No, soy de Italia, por cierto Theo Bianchi ―se presenta y ahora le veo mas sentido, definitivamente tiene el perfil de un italiano.
―Ana Grant ―le miento un poco, pues le he dicho el nombre que deje de tener hace nueve años cuando me case con Jasper, Ana Grant es mi nombre de soltera.


Estrechamos nuestras manos y continuamos presentándonos poco a poco. En realidad es un tipo muy agradable e inteligente, en ningún momento ha tratado de coquetear conmigo, igual le he dejado en claro que estoy casada y tengo un hijo.
La charla se ha extendido y me ha resultado tan fácil abrirme con el, pues me escucha y aconseja como nadie mas lo ha hecho.


―Entonces justo hoy en el hospital me ha pedido que nos separemos por un tiempo ―le platico lo que ha pasado hoy con Jasper― ¿Tu crees que de verdad sea lo mejor en esta situación?
―Puede ser que si o puede ser que no, tal vez les serviría distanciarse un poco para poder extrañarse.
―Ohhh, gracias Theo, hoy has salvado mi noche.


Aprieta mi mano y el alcohol me empieza a hacer una mala jugada al comparar sus manos con las de mi marido, aparto esos pensamientos de mi mente y seguimos hablando y bebiendo por lo menos por dos horas mas. Theo es una persona increíble, esta aquí de vacaciones pero pronto volverá a su trabajo en Italia y le he prometido volver a salir con el antes de que se valla. El ambiente en el bar cambia pues la música ha empezado a ser más alegre y las luces que al llegar eran de color amarillas ahora ha cambiado a un color rojo que te invita a bailar.
Theo y yo caemos en esa tentación y vamos al centro de la pista, en donde reímos sin parar de los pasos de baile tan tontos que hacemos, parecemos un par de adolescentes.
Comienza la salsa y no nos podemos resistir a bailarla también, en donde la cercanía comienza a hacerse presente y comienzo a dudar de que sea lo correcto, pero en realidad ya no hay nada que salvar entre Jasper y yo, un baile no arruinara lo que ya esta destruido.
Al terminar el baile quedamos en una posición de cara a cara y pecho a pecho, puedo sentir sus exhalaciones con las mías, alzo mi mirada a sus ojos cafés que se encuentran tan dilatados como los míos seguramente y no lo puedo resistir mas. Sus labios me parecen unos malditos imanes y no dudo en el momento en el que me prendo a ellos como una salvaje, el me corresponde al instante y puedo ver que no hay ni una pizca de suavidad o inocencia en este beso, si no que esta cargado de lujuria.
Aprieta mis caderas hacia el y yo no puedo dejar de besarlo.


―Vámonos a mi hotel —me susurra al oído y yo después de pensarlo un poco le asiento.


Salimos del bar y tomamos taxi, pues ninguno de los dos esta en condición de manejar mi carro. No puedo negar en que no estoy segura de lo que estoy haciendo pero llevo tanto tiempo sin ser deseada que es lo que mas anhelo en este momento.
Los besos no paran hasta llegar a la recepción de su hotel y continúan en el elevador, este hombre es tan elegante hasta en la manera de tocarme que siento las piernas temblar.
Entramos a su habitación y se que no hay mas lugar para dudas, lo hecho hecho esta y le entrego a Ana Grant.
Solo pienso en Theo Bianchi.

Sueños de silicio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora