2 - LLEGA EL CURA Y NOS CASAMOS?

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Estábamos en la playa con Jaz y Tacho, cuando llegaron Mar y Thiago.

—¿De dónde vienen ustedes? —les pregunté a ambos, levantando las cejas.

—De ningún lugar —me respondió Thiago con tono de complicidad.

—Bueno, digamos —les dije, mirándolos con picardía.

—Bueno, vamos chicas —les dije animada mientras me subía al cuatriciclo con ellas.

—Che, ¿me pueden dejar cerca del estacionamiento? —les pedí en el camino.

—¿Por qué, Jess? —me preguntó Mar, que no sabía que había perdido el collar.

—Es que se me cayó ayer el collar que me regalaron papá y Cielo por mi cumpleaños —le grité a Mar, ya que íbamos a toda velocidad.

—Está bien, déjame parar —respondió Mar tranquila—. Pero, ¿cómo se frena esto? —preguntó, medio en broma.

—¡Mar! —le reprochó Jaz.

—¡Mar! ¿No que sabías manejar? —le grité yo, preocupada.

—Era bromita che, ya, ya, estamos cerca, esperá que paro —dijo Mar riendo.

—Más te vale, Mar, ¿eh? —le dije seria, mientras bajaba del cuatriciclo.

—¿No querés que te ayudemos a buscarlo? —preguntó Jaz.

—Sí, che, ¿no querés ayuda? —apoyó Mar.

—No se preocupen chicas, sigan, yo les aviso cuando lo encuentre —les respondí, tratando de tranquilizarlas.

—Está bien, pero nos llamás —me advirtió Jaz, señalándome—. Cualquier cosa, nos llamás.

—Sí, no se preocupen, vayan —insistí.

—Adiós, Jess, ¡nos llamás! —se despidió Mar mientras arrancaba el cuatriciclo.

—¡Nos llamás, Jess! ¡Adiós! —repitió Jaz, despidiéndose.

Ya se habían ido y empecé a buscar en el estacionamiento, pero había tantos autos que perdí la noción de dónde exactamente se me había caído el collar. Comencé a buscar por el suelo y después debajo de los autos que estaban estacionados, hasta que llegué a un auto blanco. Me agaché y vi mi collar en el suelo, al lado de la llanta del coche.

Estaba a punto de agarrarlo cuando, de repente, la puerta del lado del copiloto se abrió y me golpeó.

—¡Auch! Eso sí dolió —dije adolorida—. ¡Auch, mi cabeza! —me quejé.

—Perdón, perdón, no me di cuenta de que estabas ahí —dijo un chico agachándose hacia mí—. Déjame ayudarte a levantar, perdón —se disculpó con sinceridad.

—Creo que a este paso no me acercaré más a los autos —le respondí sarcástica, mientras él me ayudaba a ponerme de pie.

SUN - Casi Ángeles  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora