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Llegué al Hogar Mágico y los pequeños me recibieron con entusiasmo.
- ¡Jess! -gritaron los niños al verme entrar.
- ¡Hola, enanos! -les respondí con una sonrisa. - ¿Qué pasa?
- ¿Nos podrías preparar galletas? -preguntó Luz, con los ojitos brillando de emoción.
- Claro, pero necesito la ayuda de mis chefs -dije, mirando a los cuatro.
- ¡Sí! -exclamaron al unísono.
- Vayan a vestirse, los espero en la cocina -les indiqué, mientras ellos corrían escaleras arriba para prepararse.
Me dirigí a la cocina, comenzando a organizar todos los ingredientes y utensilios necesarios. Mientras preparaba el área de trabajo, los pequeños entraron con sus mandiles y gorritos puestos.
- ¡Ya estamos listos! -gritaron al unísono, ansiosos por comenzar.
- ¡Perfecto! Empecemos con la preparación -exclamé, entusiasmada.
Nos pusimos manos a la obra, mezclando la masa y colocando los chips de chocolate en las galletas. El aroma dulce llenaba la cocina.
- ¡Qué rico huele por aquí! -comentó Simón, entrando en la cocina con una sonrisa.
- ¡Hey, señor Arrechavaleta! ¿Solo vino por el olor? -le pregunté, riendo.
- No solo eso. También quería conocer a los chefs responsables de estas delicias y, por supuesto, a la chef que las está preparando -dijo Simón, acercándose con interés.
- Bueno, ya conoces a los chefs -dije, señalando a los pequeños-. Y aquí está la chef de estas delicias -me señalé a mí misma y le sonreí.
Le hice una señal a los pequeños para que le colocaran el mandil que había dejado en una silla. Ellos entendieron la señal y rápidamente le pusieron el mandil a Simón, mientras él se reía ante la situación.
- Ahora vas a ayudarnos con la preparación, Arrechavaleta -le dije, lanzando un poco de harina al aire para darle un toque divertido a la escena.
- Creo que debería haber venido preparado para esto -comentó Simón, riéndose mientras se limpiaba la harina de la boca.
De repente, los pequeños comenzaron a reír y a lanzar harina en pequeñas cantidades, desatando una divertida guerra de harina en la cocina. Simón se unió al juego, arrojando harina por doquier. Los niños se estaban divirtiendo a lo grande, y la cocina se llenó de risas y un alegre desorden.
Finalmente, los pequeños se dieron cuenta de que ya era hora de irse y vieron la interacción cariñosa entre Simón y yo. Se despidieron, dejando tras de sí un ambiente lleno de alegría y harina.
Cuando los pequeños finalmente se despidieron, la cocina quedó en un estado de caos delicioso. Con las galletas listas para ir al horno, me limpie la harina del rostro y miró el desorden con una risa nerviosa.
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SUN - Casi Ángeles
FanfictionLa vida de Jessica Bauer, la hija mayor del renombrado arqueólogo Nicolás Bauer, se transforma drásticamente tras la desaparición de Cielo. En medio de este caos, Jessica lleva un secreto oculto: una relación pasada que cambió su vida por completo...