Capitulo 8

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Thiago
Escuchaba mi respiración agitada y el eco de mis pasos al chocar con el camino de piedras. Salí a correr por el pueblo a las cinco de la mañana. No pude dormir bien en toda la noche, esta vez no era por mi mamá o Adri, era por Any.
El día anterior estuvimos toda la tarde en el balcón. En ocasiones cruzábamos miradas, quedando en un silencio profundo. Nuestros cuerpos estaban ahí, mi mano rozaba su brazo, así era como sabía que no era un sueño, nuestras mentes estaban en otro lado. La mía recordando que desde que murió mi mamá solo entré una vez a esa habitación y fue cuando Adri murió, cuestionando a Dios por qué también se la llevó. Me acosté en posición fetal abrazando una almohada, fue tanto el dolor y la soledad que nunca supe en qué momento dejé de llorar.

Ayer, mientras escuchaba la discusión de Any con Kenia, me moría de risa y a la vez me sentía orgulloso de que la pelirroja no sabía el concepto, pero entendía el dolor de esa habitación. Cuando salió Carmen, algo dentro de mí me dijo que era momento de entrar. Esta vez el cuarto no reflejaba dolor, sino tranquilidad, paz y recuerdos... los recuerdos más bellos que me dejó mi mamá.

Al llegar a mi habitación el sudor caia en todo mi cuerpo, me quité la ropa y puse la toalla sobre mi cadera.
En la puerta del baño escuché la regadera abierta. Kenia no tenía un límite y me estaba hartando.

Que ni pensará que me iba a intimidar o que caería rendido como todos los chicos a los que conocía. No le quedó claro los rechazos del sábado.

-¡Kenia! ¿Qué carajos haces aquí? -A través de la cortina del baño estaba una silueta un poco más baja que la morena y su cabello no era rizado ni oscuro, era rojo-. ¿Kenia?

La cabeza de Any se asomó por la orilla de la cortina, su cabello rojizo estaba empapado y sus ojos extensos sorprendidos. Tragué saliva.

-¡Thiago! -De inmediato puse mi mano sobre mis ojos agachando la mirada-. Perdón es que...

Escuché como la cortina se jalaba de arriba y un grito ahogado de Any. Levanté la mirada observando como caía sobre mí.
Nuestros cuerpos tirados sobre el piso, solo los separaba mi toalla y la cortina del baño.

-Es que Kenia se estaba bañando -Any me miró fijamente, su cara sonrojada, su cabello mojado caía a un lado de mí. Ya se nos estaba haciendo costumbre estar así, la verdad no era algo que me molestara-. No encontré a Juanita ni a ti y no había otro baño, se me haría tarde para la escuela, soy una tonta. Disculpa, ahorita me paro -Creo que ella estaba más nerviosa que yo.

-¡No! -Dije de inmediato-. Espera es que si te paras -Levanté una ceja y moví mi cabeza hacia abajo para darle a entender su desnudez y yo solo tenía una toalla. Su respiración muy cerca de mí, la mía muy agitada, incluso más que cuando regresé de correr. Sus labios me tentaban a querer probarlos como la noche del sábado. Su beso aferrado por los influjos de aquella droga que le implantaron me llevó a otro mundo.

Tomé la decisión de no verla más allá, solo como amiga. Sus palabras sonaban en mi mente una y otra vez "eres mayor que yo" y sí, tenía razón.

El imaginar que estaba desnuda encima de mí y que ella no parecía incómoda únicamente avergonzada, me provocaba adrenalina y deseo en mi interior.

-Cerraré los ojos y te levantas -Terminé diciendo antes de que pasará otra cosa y se diera cuenta de la reacción que provocó en mí-. Te vas al rincón, no te preocupes no los abriré. Acaba de bañarte y sales.

Ella asintió apretando sus labios entre sí.

Cerré los ojos, mi cuerpo se sintió más ligero, con mis manos chequé que mi toalla estuviera amarrada, me paré dándome la vuelta y sentí un golpe frio en mi pierna, choqué con el lavabo.

-¡Carajo! -Dije aguantando el dolor.

-¿Estás bien?

Asentí y salí del baño presionando mi pierna.

Me senté en la orilla de mi cama, viendo el cactus que se encontraba sobre mi mesa de noche. Mamá me lo dio unos meses antes de morir. La pequeña flor roja que Any descubrió ya florecía, me recordaba a su cabello.
No sabia que me pasó con la pelirroja, me gustaba de una manera única. Desde que la vi existió una conexión, su personalidad, sentimientos y su físico me estaban volviendo loco. La tenía tan cerca y deseaba besarla, buscaba el mayor contacto físico entre ambos.

Era consciente que ella era menor, era su primer año en la Universidad y se debía de enfocar, además de que no sabía sus sentimientos hacia mí. No la quiero para un rato, la quiero para toda mi vida.

-¡Perdón, perdón! -Por las puntas de su cabello aun escurría algunas gotas que caia sobre su largo sueter que dejaba al descubierto su blusa blanca y un short de mezclilla-. Estoy super avergonzada, solo quería bañarme ¡en verdad! Kenia se desquitó por lo de ayer, toqué varias veces y no me respondía estaba cantando como loca -Las palabras salían muy rápido de su delicada boca-. Busqué a Juanita y no estaba, los demás cuartos tenían llave y antes de entrar al tuyo te hablé, pero no respondiste, como vi que no te encontrabas aproveché -Su mirada se fijó en mí rostro, pero empezó a bajar con lentitud, hasta llegar a mi cadera y ver mi toalla enredada, se sonrojó y volteó de inmediato-. ¡Perdón!

-No te preocupes, no pasa nada, no vi nada lo juro -Mis labios se curvearon con discreción, «solo vi tu semejante silueta»-. De hecho, pensé que era Kenia -Mi sonrisa se esfumó cuando me di cuenta de que lo dije en voz alta.

-¡¿Qué?! -Se volteó de inmediato, dio un paso hacia enfrente-. ¿La tienes acostumbrada a meterse a tu regadera?

Su reaccion hizo que mis labios se ensacharan y mostrara mis dientes, parecía una niña berrinchuda envidiando el juguete de otra niña. El día anterior le expliqué la situación, pero ella seguía aferrada a una historia inexistente.

-¡No!, ¡no Any! -Me acerqué a ella y puse mis manos sobre sus hombros-. Ya te dije que no tengo ni tendré nada que ver con ella porque simplemente no me gusta, pensé que era ella porque -La miré fijamente-. Desde que llegó se la ha pasado insinuándose, de hecho, me metí enojado al baño para sacarla.

-¿La ibas a sacar desnuda? -Su voz se elevó más-. Y luego ¿qué? Si no eres tonto.

No pude evitar reír más, sus ojos se mostraban furiosos, sacaban pequeños destellos dorados.

-Me metí al baño porque hay una pequeña llave atrás del retrete, si la abría le caería agua fría -La jalé al baño para que viera-. ¿Ves? -No dijo ni una palabra-. Tal parece que estás celosa -Me acerqué a ella y la miré fijamente-. ¿Estás celosa?

Pude ver por su blanco cuello como tragó saliva, me miró fijamente y empezó a negar con la cabeza.

-¡Estás loco! -Me empujó sutilmente poniendo su mano sobre mi torso-. ¡Ya báñate que se nos hará tarde! - Me miró de arriba abajo, se dio la vuelta y se fue-. Ya arreglé la cortina.

Volteé a ver para comprobar.

-¡Any! ¡Any! -Dije con voz fuerte mientras el agua caía sobre mi rostro-. Si supieras que a la que quiero en mi regadera es a ti.

Cerré la llave de agua caliente y dejé que se desplazara la fría, nuevamente necesitaba un baño de agua helada.

HOLAAAA, GRACIAS POR LEER, ESPERO LES ESTE GUSTANDO LA HISTORIA, NO OLVIDEN DEJAR SUS VOTOS Y COMENTARIOS, ME ES DE GRAN AYUDA.

Todas las flores tienen espinasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora