Capitulo 30

50 4 5
                                    

Thiago.

—¡Pondré la estrella! —Any subía por una escalera.

Corrí en dirección al árbol de navidad, elegimos ponerlo a un lado de la sala.

—¡Te vas a caer! —Ya se encontraba arriba.

—No, por eso sostenme de las piernas.

—¡Encantado!

El día que Any encontró las fotos con Adrí me quedé inmóvil, viendo como rodaba el frasco amarillo debajo de la cajonera.

Hace varios meses que no me sentaba a contemplar esas fotos y olvidé la existencia de esa caja. Me dolió su reacción y que no me comprendiera. Ella siempre me daba los mejores consejos y razonaba la situación. Entendí qué si no lo hizo, fue porque le dolió más que a mí. Esas lagrimas eran por mi culpa.

Tal vez si tuviera el valor para contarle las cosas lo entendería.

—¡Listo!

El árbol verdoso y frondoso de casi tres metros, estaba acompañado de esferas, moños y listones azul rey con plata.

Durante los últimos cuatro años mis padres y mi medio hermano lo ponían al llegar a casa. Este año con Any hice la excepción y lo volví a poner como cuando lo hacía con mamá.

El pie de Any se dobló, su cuerpo se tambaleó logrando perder la estabilidad, se fue de lado y un grito ahogado salió de su boca, mientras caía la atrapé en el aire.

—¡Te dije que te ibas a caer! —Puse un brazo atrás de sus piernas y otro en su espalda

—No me caí, tú me agarraste —Su respiración sonaba agitada, la intentó ocultar curveando sus labios mientras sus ojos tan profundos me hipnotizaban.

—Ya que te tengo así, ¿No puedo convencerte de que te quedes para Navidad? —Negó con la cabeza—. En el pueblo hacen una posada enorme.

Me dirigí al sofá y la acosté en el sillón, me jaló de la playera para que nuestros rostros quedaban juntos.

—Tengo que ir con mi familia.

Pasé mis piernas a los lados sin poner todo mi peso quedando arriba de ella.

Remojé mis labios.

—Podemos ir en año nuevo —No dejaba de mirarla—. O llévame contigo en Navidad, ahora me presentarás como tu novio y podremos dormir juntos en tu cama.

—Ya te dije que no porque debes estar con tu familia.

Respiré hondo, le di un beso en la frente y me quité de encima para sentarme en la orilla del sillón.

—¡Oye! —Reclamó—. Así estabas bien.

—Tienes tu prueba en una hora, sabes que no duramos una hora si lo iniciamos —Pasé mi cabello para atrás.

Tenía que aprender a controlarme, en ocasiones me provocaba demasiados impulsos, podría jurar que la deseo más que cuando solo éramos amigos, cada día incrementa más y más el querer hacerla mía, era una dulce adicción que se robaba mis sueños y mis días. En ocasiones lo dejábamos para después, era como un juego recurrente, iniciaba, pero no concluíamos de la manera tradicional, si no de otras formas, de la caja de preservativos agarramos pocas piezas.

—A veces odio que tengas razón.

—No hagas berrinche y ve a poner tus cosas —Le di un beso en la frente.

La ronda de Any sería la última, siendo sábado la escuela ya estaba casi desolada.

Me encontraba sentado sobre las gradas observando como estiraba. Sus hermosos ojos cubiertos por unos goggles. Su cabello envuelto en un gorro, y su cuerpo tenía un traje de baño que me daban ganas de quitárselo.

Todas las flores tienen espinasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora