DÍA 7: FAMILIAR

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La habitación de Alastor, normalmente llena de esplendor y elegancia, estaba transformada en un santuario de preocupación y tensión esa noche. La luz de las lámparas de araña proyectaba sombras inquietantes sobre las paredes, y un ambiente de calma tensa reinaba en la habitación  donde Alastor estaba en el umbral de uno de los momentos más críticos de su vida: el parto.

Alastor yacía en una cama de satinada lujosa, ahora cubierta con mantas de tonos suaves para brindar comodidad en medio del caos. Su cuerpo estaba rígido, sudoroso y visiblemente tenso. A pesar de sus intentos de mantener la compostura, el dolor del parto era evidente en cada una de sus respiraciones entrecortadas y en la forma en que sus manos se aferraban a la almohada.

Lucifer, el otro padre del niño, estaba al lado de la cama una vez fue llamado con insistencia por todo el grupito al ver que Alastor había comenzado con las contracciones, con su expresión seria y su presencia imponente. Aunque su actitud era normalmente segura y dominante, esta noche estaba marcada por una profunda preocupación y angustia. Lucifer observaba con atención el progreso del parto, intentando ofrecer a Alastor el apoyo que tanto necesitaba. Después de todo él no estuvo tan presente en los meses previos y en las etapas más emotivas y críticas de su segundo hijo.

Alastor, estás lo haciendo increíblemente bien, botones. — dijo Lucifer, su voz cargada de ansiedad y apoyo mientras sujetaba la mano de Alastor con firmeza. — Solo sigue concentrándote, estamos casi allí.

El dolor de Alastor aumentaba en intensidad, y su rostro mostraba signos de agotamiento y desesperación. Intentaba concentrarse en la voz "calmada" de Lucifer, pero el sufrimiento era cada vez más abrumador. Las contracciones se volvieron más fuertes y prolongadas, y Alastor luchaba por mantener el control, sintiendo que su fuerza se desvanecía.

No puedo... — jadeó Alastor, su voz temblando. — Siento que no voy a poder seguir...

Lucifer miró a los médicos demoníacos que rodeaban la cama, su rostro lleno de una mezcla de ansiedad y determinación. El personal médico, altamente capacitado en situaciones de parto en el infierno, estaba trabajando con rapidez y eficiencia, pero la tensión en la sala era palpable.

De repente, un cambio en el monitoreo provocó una ola de preocupación. Los médicos comenzaron a moverse con mayor rapidez y precisión, y los murmullos de preocupación se hicieron más evidentes.

¡Hay complicaciones! — exclamó uno de los médicos con voz grave. — ¡Necesitamos actuar de inmediato!

El corazón de Lucifer se hundió al escuchar las palabras. Su preocupación se convirtió en un estado de alarma mientras observaba cómo el equipo médico tomaba medidas para enfrentar la emergencia. Su mano aún estaba entrelazada con la de Alastor, y sus palabras de aliento se volvieron más urgentes.

Alastor, por favor, aguanta un poco más. — suplicó Lucifer, su voz temblando. — Estamos aquí contigo, y vamos a superar esto juntos.

El dolor de Alastor alcanzó un nivel casi insoportable. Sus gritos eran una mezcla de agonía y desesperación, y su cuerpo temblaba bajo la presión. El ambiente se llenó de una angustia creciente, mientras los médicos trabajaban para estabilizar la situación y asegurar el bienestar tanto de Alastor como del bebé.

No puedo... no puedo soportarlo más... — Alastor gritó, su voz desgarradora. — ¡Ayúdame, por favor!

Lucifer, luchando por mantener la calma, se inclinó hacia Alastor, su rostro a solo unos centímetros del suyo. Con lágrimas en los ojos, le habló con la mayor ternura y convicción posible luego de escuchar esas últimas palabras del ciervo, algo en él se retorcía en agonía, su estómago se sentía pesado y trago con dificultad antes de soltar alguna palabra.

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