Obsesiones pelirrojas [✓]

Fay

Presente

Secretos.

Un simple momento, un par de palabras o acciones que ocultamos frente a todos. Algunas veces te hacen cambiar quién eres, te limitan. Te ponen en situaciones difíciles y que te obligan a hacer cosas de las que no te creías capaz.

Secretos.

Todos tienen secretos. Algunos más grandes que otros, pero siguen guardándose igual. Les dije que todos aquí los tenían, solo que nunca preguntaron por los míos.

¿Ruby? Antes cobraba por sexo casual para poder pagar la escuela, dejó de hacerlo cuando su padre se convirtió en diputado y fue lo suficientemente corrupto como para ganar un buen dinero. Ella lo ocultó detrás de una respuesta escueta y desviando el tema.

¿Lacy? Se acostaba con hombres mucho mayores que ella solo para poder conseguir dinero de ellos, dejó de hacerlo antes de la universidad, pero de vez en cuando lo repetía con los chicos de niveles superiores. Es por eso que nadie se sorprendió por su ausencia los primeros días.

¿Allan? Además de sus problemas de ira también compartía algo conmigo: Sarah. La foto de aquella fiesta, dónde estoy embobada en su mirada. La tomamos justo después de llevar a Sarah a la terraza y hacer que cayera por esta, causando una fractura en su cráneo. Solía recordar constantemente las luces de la policía, había contado uno a uno todos los segundos que tardaron en llegar, para cuando lo hicieron ya todo estaba resuelto.

¿Los Collins? Ahora sabía que eran iguales a mí, quizá es por eso que nunca pude alejarme de ellos. No me dejaban ni siquiera pensar porque su simple existencia ya estaba causando una obsesión en mi cabeza.

Y sí, quizás estamos locos, chiflados, nos faltan uno o varios tornillos, como alguna vez nos dijeron en el pasado o nos repetía alguien de vez en cuando, pero me daba igual.

Movía mis caderas una y otra vez sobre Jason. Sus manos aumentaban mis movimientos haciendo que todo fuera más rápido, profundo. El pelirrojo me estampó contra la cama y volvió a llenarme mientras cada estocada me empujaba más hacia la almohada debajo de mi mejilla.

¿Qué sucedió con Lacy? Lo que debía de hacerse con alguien demasiado chismosa y temerosa como ella. Dejó de ser un problema. Sí, todos tuvimos que actuar como si estuviéramos afligidos, pero son cosas que ya sabíamos hacer.

¿Recuerdan esa regla de los Collins? Llora después a menos de que sea necesario hacerlo en el momento, y realmente era necesario. Al final nadie preguntó cómo es que Lacy no tuvo cuidado al llenarse de calmantes y pastillas para dormir. Los Collins arreglaban las cosas tan rápido y tan perfectamente que hasta yo pude habérmelo creído.

Jenn me interceptó con sus labios a medio camino, como ahora solía hacerlo, la besé acariciando sus suaves labios con mi lengua. Ella caminó hacia atrás y guiándome hasta los baños la seguí con una sonrisita en los labios. Al llegar echó el pestillo y vuelve a girarse hacia mí, apretando ligeramente mi cuello.

A nadie le importó mucho Lacy, es triste, era una buena chica, aunque se haya acostado con Allan. Sinceramente nunca me importó mucho, cualquier cosa que Allan hiciera o dejara de hacer me importaba una mierda. Todas excepto una: Sarah.

Al final Allan no pudo ir de soplón con la policía, aunque ambos sabíamos que era igual de culpable que yo. Mi padre sigue dirigiéndome la palabra una vez al mes, aunque nunca encontró alguna prueba de lo que le hice a mi madre. Se suponía que se amaban mutuamente y tu no le haces daño a alguien a quien amas, fue eso lo que nunca le perdoné a mamá.

Al final los engañé, ¿Cierto? Siempre hablé de mentiras, secretos. Los míos estaban ahí y nunca los notaron porque quizás estaban igual de obsesionados que yo con los Collins. Porque puede ser que lo que pensaban que ocultábamos muy en el fondo, está en la superficie a la vista de todos.

El lunes por la mañana, después de un largo fin de semana los Collins tienen una más de sus entradas triunfales. Excepto que ahora es una entrada triunfal de tres.