La sangre brotaba de mis rodillas y podía sentir ese líquido rojo y caliente que lentamente bajaba hasta en mis pantorrillas, de repente una mano con fuerza apretó mi antebrazo y casi a jalones me dijo con una voz gruesa y fuerte
⎯vamos no te quedes ahí
Estaba en medio de la calle levantándome de aquel mal paso donde por culpa de mis zapatillas que se rompieron sufrí un terrible resbalón, ocasionando que mis rodillas se pegaran contra el pavimento, aturdida por ese incidente no me di cuenta que el semáforo del peatón casi se ponía en rojo, al llegar al otro lado de la acera sentí que la mano que me sujetaba se liberó de mí, cuando reaccione la persona estaba ya a un metro de mí, no pude agradecer esa acción, me sentí como Lois Lane cuando es rescatada por Superman.
De camino al trabajo descalza y adolorida por los raspones, pase por el parque como es costumbre, un lugar que parecía mágico con un quiosco en el centro, que daba la apariencia de estar tomado de una de esas películas en blanco y negro donde los enamorados platican de su futuro juntos, los árboles frondosos, sus ramas que apenas permitían que los rayos del sol las atravesara, la belleza de las flores que parecían dar los buenos días a todo aquel que pasaba por ahí, la majestuosa armonía por un momento me reconforto haciendo olvidarme por unos segundos de este mal día, pero ese momento fue interrumpido por unas piedritas que como una cama de clavos atormentaban las plantas de mis pies ⎯y no soy un faquir para evitar el dolor⎯, el llanto de un niño que discutía con su madre porque no quería ir a la escuela llamo mi atención, no eran los únicos que parecían estar discutiendo, sentados en la banca, una pareja se miraba como el tigre cuando acecha a su presa, miradas que decían mucho más que las palabras, esas miradas que no me eran indiferentes, porque ya los había visto y vivido en carne propia, cuando papá se molestaba con mamá por cosas tal vez insignificantes, me mandaban a dormir o jugar en casa de las tías para que no escuchara esa terrible discusión, pero yo sabia que algo estaba mal porque sus miradas lo decían todo, esas escenas me marcaron toda la vida a tal grado de no querer pasar por una relación para no caer en lo mismo, prefiero estar sola, disfrutar mi libertad y mi vida y no sentirme atrapada dependiendo de otra persona, sacrificándome por unos hijos que tal vez no lo reconozcan, no, no, no quiero perder lo más valioso que tengo que es mi libertad.
Nuevamente tome impulso dirigiéndome al trabajo, al llegar pude observar a mis compañeros que iniciaban sus labores como de costumbre, Marcos Toledo, padre de familia, una persona robusta que le gustaba platicar de sus vivencias o anécdotas, claro, poniendo un poco más de su cosecha dando mas emoción a su relato,⎯ por no decir que le gustaba exagerar un poco⎯, pese a la carga de trabajo que tenía por ser el diligenciero, siempre con una sonrisa en los labios me daba los buenos días, Enrique o kike como le decía, un hombre delgado de cabello corto, pasaba ya los 40, era encargado de capturar todas las incidencias, y Jenny Guzmán, simpática y trabajadora, su cabello lacio con un fleco que le cubría la frente lo que hacia resaltar el color verde de sus ojos, cuando se dieron cuenta de mi presencia y como tenía la rodilla ensangrentada se apresuraron a dejar sus cosas e inmediatamente se aproximaron a socorrerme.
⎯AMIGA, ¿QUE TE PASO?⎯La cara de Jenny mostraba lo preocupada que estaba
⎯Señorita Garcia tome asiento ⎯Kike presurosamente me acerco la silla
⎯¡OH! ¡MADRE MIA!, ¡¿Acaso te tropezaste con una hormiga!?⎯ El simpático de Toledo siempre con sus ocurrencias⎯ pero nena debe de dolerte como cuando me derrapé en la moto y rodé en el pavimento casi por una esquina
⎯No se preocupen, tan solo me caí por culpa de mis zapatillas que se rompieron, no se tal vez se atoraron en algún agujero y eso ocasionó que cayera de rodillas ⎯me hice la fuerte a pesar de mi dolor
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LIBERTAD ES MI NOMBRE
EspiritualEsta historia nos demuestra el maltrato al cual estamos expuestos por conseguir nuestra libertad. No solo hablo del maltrato físico, también del maltrato que no deja huella en la piel, pero sí en el alma: el maltrato moral, psicológico y emocional...