parte uno.

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parte uno

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parte uno.

Luego de haber perdido la final de la Copa América frente a Argentina, la vida de Richard Ríos dio un giro inesperado. Aunque no consiguió levantar el título tan ansiado, aquella derrota fue el catalizador de un cambio drástico en su carrera. Los reflectores ya no solo lo enfocaban en Sudamérica; ahora su nombre resonaba por toda Europa. La final lo había colocado en el mapa internacional. Los hinchas podían ver la pasión y entrega que dejaba en el campo, y los grandes clubes comenzaron a darse cuenta de ello también. Sin haber ganado, había ganado algo más importante: el respeto y la atención de los gigantes del fútbol.

A pesar de la tristeza que lo invadió tras esa noche en la que vió cómo Argentina levantaba el trofeo, Richard encontró una extraña paz en saber que su esfuerzo había dado frutos. El teléfono de Sebastián, su representante, no dejaba de sonar desde entonces. Las ofertas llegaban cargadas de promesas y cifras inimaginables, todas ellas con múltiples ceros que podrían cambiarle la vida para siempre. Nombres como Manchester United, Arsenal, Liverpool se repetían una y otra vez en las conversaciones entre Sebastián y los directivos de los clubes. Era como un sueño que se hacía realidad, un mundo nuevo que se abría ante él.

Sin embargo, mientras todo su entorno estaba al borde de la histeria por concretar su futuro en Europa, Richard se mantenía sereno, como si el remolino de ofertas no lo afectara. No tenía prisa. Algo en él lo retenía, como si necesitara procesar todo lo que había vivido antes de dar el siguiente paso. Su vínculo familiar era la excepción: su madre lo llamaba constantemente, ansiosa de que su hijo finalmente cruzara el Atlántico. Y Natalia, su novia, no se quedaba atrás. Ella estaba convencida de que un cambio a Inglaterra no solo sería el siguiente gran paso en su carrera, sino también una mejora significativa en su vida, llena de estabilidad y lujo.

Richard, a sus recién cumplidos 23 años, estaba frente a decisiones que pocos de su edad enfrentan. El peso de su carrera, su familia, y su vida personal lo empujaban en direcciones opuestas. Las imágenes de la Copa América aún aparecían en su mente, y cada vez que cerraba los ojos, revivía los momentos clave del torneo. "No puede ser que lo hayamos perdido," pensaba una y otra vez, pero luego abría los ojos y recordaba que no tenía tiempo para lamentarse. La vida no se detenía, y en el mundo del fútbol, cada decisión mal tomada podría costarle la carrera.

Richard extrañaba los días en que las decisiones se tomaban con un simple consejo de su madre. Hubiera dado lo que fuera por una de esas llamadas, en las que ella le decía exactamente qué debía hacer. Pero él ya no era aquel joven que dependía de otros para guiar su destino. Se había convertido en un hombre, un futbolista que, a pesar de su corta edad, debía tomar decisiones pensando no solo en él, sino también en su hijita de cuatro años, Lara, y en Natalia, quien había sido su compañera en los últimos años.

No era fácil. Había dejado de ser aquel adolescente despreocupado que hacía lo que quería sin medir las consecuencias. Cuando apenas había cumplido los 18 años, su vida dió un vuelco cuando su exnovia lo llamó con una noticia que lo dejó atónito: iba a ser padre. El anuncio lo forzó a crecer de golpe, a dejar de lado las fiestas, los caprichos y las aventuras de juventud, para centrarse en lo que de verdad importaba. Desde ese día, se comprometió a ser el hombre que Lara necesitaba, un padre presente, aunque no siempre estuviera físicamente cerca.

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⏰ Last updated: Sep 27 ⏰

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