R.R| "Tengo que contarles en pequeños one shots, como es que ella revolucionó mi mundo desde el primer momento en que la vi".
one shots de richard rios.
no se permite la copia de ninguno.
lolo'goldengirltime
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RICHARD X PAZ.
PRÓLOGO.
Parte 0 de 3.
São Paulo ardía bajo un cielo cubierto de luces, mientras las miradas del mundo se posaban en el Allianz Parque. Para Richard Ríos, el campo de fútbol era su santuario. Cada partido, cada victoria, era un paso más lejos de sus orígenes, de las calles que lo vieron luchar por una oportunidad. Pero desde que ella apareció, su estabilidad empezó a tambalearse de una forma que nunca esperó.
Paz Da Silva no era solo una modelo más, una de las muchas que solían rondar el mundo del fútbol. Ella era el rostro de una marca de lujo, la hija del magnate que prácticamente financiaba todo lo que tocaba Palmeiras, y la mujer que más disfrutaba recordarle a Richard que no encajaba en su mundo de riqueza y perfección. A sus ojos, él era un simple jugador, alguien que nunca entendería lo que era el verdadero poder. Y, sin embargo, algo en él la mantenía siempre cerca, como si el propio desprecio que sentía por él alimentara una conexión que ninguno de los dos quería aceptar.
No era atracción. No podía serlo. Paz había salido con estrellas internacionales, jugadores de la Premier League, hombres que pertenecían a su mismo nivel de vida. Richard, con su brutal honestidad, su desprecio por los lujos, y esa maldita sonrisa arrogante que hacía temblar su control, no encajaba en su lista de conquistas. Pero entonces, ¿por qué su corazón latía con tanta fuerza cada vez que sus miradas se cruzaban?
Richard, por su parte, lo tenía claro: Paz era lo último que necesitaba. Su tipo eran las mujeres como Natalia o Nicole, exnovias que compartían su misma sangre, que conocían el peso de ser colombiano. Pero Paz, con sus ojos verdes llenos de desafío y su lengua afilada, lo irritaba hasta el punto de hacerle olvidar quién era. No la soportaba, pero cada discusión entre ellos ardía más caliente que el sol brasileño.
Y eso, precisamente, era lo que más lo atormentaba. Porque entre tanto odio, entre tantas palabras afiladas, había algo oscuro y poderoso creciendo. Un deseo prohibido que ambos sabían que, si llegaba a consumarse, no solo los destruiría a ellos, sino también todo lo que los rodeaba.
Ellos eran enemigos. Y, en el juego que estaban jugando, solo uno de los dos podría ganar. O eso se decían para no enfrentar la verdad: ambos ya habían perdido el control.
Paz Da Silva.
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