Despedida de Soltero/a

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Unos brazos rodearon su cuello por detrás, apartando su atención de Ruslana, que jugaba con Juanjo. Dejó que su cuerpo se relajara por el tacto, inclinándose hacia atrás para obtener más contacto.

— ¿Cómo estás? —susurró en su oído, provocando que un ligero escalofrío recorriera su columna, acción que pasó por alto. No quería admitir lo que un simple susurró le hacía sentir.

— Siempre que me hablas, empiezas con esa pregunta —le recriminó en tono de broma, intentando ocultar el efecto que sus palabras le producían.

— Y tú siempre respondes lo mismo —replicó ella, con una sonrisa que casi podía escuchar.

Chiara soltó una risa suave, dejando que su cuerpo se relajara aún más en el abrazo.

— Es que no me das mucho margen para la creatividad —bromeó, girando ligeramente la cabeza para intentar verla de reojo.

— Bueno, ¿qué quieres que te pregunte entonces? —dijo, sin dejar de abrazarla.

Chiara hizo una pausa, fingiendo pensarlo seriamente.

— Sorpréndeme la próxima vez —respondió finalmente, sonriendo mientras disfrutaba de la cercanía.

—Hecho. Pero no te prometo nada demasiado original —contestó, riendo suavemente mientras se separaba y la obligaba a mirarla.

La menorquina aprovechó para analizarla. Su cabello rojo y ahora húmedo caía por los costados, pegándose a su piel perfectamente cuidada. Sus ojos marrones brillaban con el reflejo del sol, y sus labios arqueados ligeramente hacia arriba, mostraban una sonrisa serena. Al mirarla más de cerca, notó una pestaña en su mejilla.

— Tienes una pestaña aquí —dijo suavemente, acercándose para quitarla con cuidado.

Sus dedos rozaron la piel de Violeta, provocando una pequeña chispa de electricidad. Ella sonrió, agradecida, y sopló la pestaña de los dedos de su amiga, cerrando los ojos para pedir un deseo.

— Listo, ya está —dijo la menorquina, apartándose un poco pero sin dejar de mirarla.

La pelirroja abrió los ojos lentamente, encontrándose con la mirada profunda de la pelinegra, y por un momento. Sonrió, acariciando su brazo, inspeccionando sus ojos, admirando el mar con más detenimiento. Pero no el mar en el que se encontraba, sino en el mar que tenía Chiara en los ojos.

La menorquina maldecía por dentro el no poder apartar sus ojos de ella. Violeta era hermosa, cualquiera podía verlo, pero Chiara se negaba a ver algo más que solo una cara bonita. Aunque intentaba no pensar en ello, no podía negar la atracción que sentía. Se dijo a sí misma que solo estaba apreciando su belleza y nada más.

— Amor, mira —la voz de Julia las sacó de su burbuja, separándolas aún más.

La pelirroja se volvió hacia ella, aún con una sonrisa suave en los labios. La menorquina, por su parte, se obligó a desviar la mirada, intentando recuperar la compostura.

— ¿Qué pasa? —preguntó Violeta.

Julia señalaba hacia el horizonte, donde el sol comenzaba a ocultarse tras el mar, pintando el cielo con tonos dorados y anaranjados.

Se giró para admirar el espectáculo natural, y Chiara la acompañó, dándole una última mirada furtiva antes de enfocarse en la puesta de sol. El mar reflejaba los colores cálidos, creando una escena que parecía perfecta en contraste con los momentos compartidos.

— Es hermoso, ¿verdad? —la pelirroja asintió, rodeando su cintura y dejando un breve beso en su mejilla.

"Casi tanto como tú"

Los Secretos de Graná | KIVIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora