5 Días Para El Infierno

761 31 0
                                    

Abrió los ojos lentamente, cejándose tras el impacto de tanta luz. Fue acostumbrándose poco a poco, hasta que entre parpadeos, logró adaptarse a la intensidad del sol por la mañana. Se estiró como pudo, despertándose, y cuando fue a levantarse, un brazo decidió impedírselo. Bajó la mirada, arrepintiéndose al momento.

"Eres preciosa" pensó, analizando su rostro relajado. Los ojos marrones, tan profundos como un bosque en la penumbra, estaban encerrados en los párpados, fuera del alcance de libertad, escondiendo su belleza. Su boca entreabierta, dejando a la vista sus perfectos dientes, y aquella separación en los inferiores, que en su opinión, la hacía ver muy tierna.

Estiró su mano hacia ella, sabía que si se despertaba iba a arrepentirse, pero estaba hipnotizada, su cuerpo no reaccionaba ante los mensajes que su cerebro le mandaba. Tocó con suavidad su mejilla, comenzando a recorrer con lentitud la piel bien cuidada, disfrutando de su pequeño camino. Violeta contestó a su tacto, aferrándose a su cintura con más fuerza, escondiendo su rostro en su hombro. Chiara se asustó en un principio, preocupada porque la descubriera, para su suerte, la pelirroja estaba demasiado absorta en su sueño.

Decidió detener sus movimientos, Violeta tenía un magnetismo inexplicable, dormida o despierta, se ganaba la atención de cualquiera que deseaba, o no, más bien de todos. Era preciosa, no era dudable, o subjetivo, todo ser vivo existente estaría de acuerdo con que la granadina era una de las personas más bellas del planeta. Chiara no era la única excepción, le atraía físicamente, ¿a quién no? Pero apreciaba su amistad y entendía que estaba enamorada, por lo que no intentaría nada. No la veía con otros ojos, no deseaba besarla o llevársela a la cama, era como una hermana mayor para ella.

O eso quería meterse en la cabeza.

Finalmente, su brazo dejó de envolverla para estirarse, junto a los demás músculos de su cuerpo. Abrió los ojos siguiendo el mismo proceso que la menorquina, resolviéndose entre las sábanas hasta quedar cara a cara. Su vista dejó de ser dudosa, viendo con claridad lo que tenía enfrente, y sonrió algo sorprendida al ver esos ojos verdes observarla.

— Hola —susurró adormilada, mirándola con cariño. Se conocían de hace nada, pero su único objetivo era que se sintiera acogida y cuidada por ella.

— Hola —contestó, luchando contra la vergüenza que le provocaba ganas de apartar la mirada.

Se miraron fijamente, completamente en silencio, sin saber como seguir con hilo de la conversación, simplemente, admirando los ojos de la otra. Violeta elevó con más intensidad los labios, le parecía bastante tierna, con esa pequeña sonrisa y el nerviosismo bastante evidente. No pudo controlarse más y la envolvió nuevamente, sin saberlo, le estaba haciendo un favor a la chica, que le estaba cediendo las decisiones a sus pensamientos más impulsivos.

Enterró los dedos en el cabello liso, ahora desordenado, peinándolo mientras al mismo tiempo le brindaba pequeñas caricias. La menor soltó un sonido suave, casi imperceptible, que transmitía el placer que sentía, haciendo que la provocadora riera.

— Te gusta, eh —dijo con tono burlón, sin dejar de realizar la acción.

— Un poco.

Inclinó su cabeza hacia arriba, buscando más contacto. Sonrió mientras los dedos la tocaban con destreza y delicadeza, podía volver a dormirse perfectamente.

— Tendrás morro —rio—. Si no te gusta tanto, paro, no voy a malgastar mi energía.

— No —pidió agarrando su mano, pues se había detenido. Colocó sus dedos sobre los suyo, guiándolos a su antojo—. Me gusta mucho.

Mordió su labio, negando, Chiara era una niña pequeña. Se quedaron un largo rato así, Violeta acariciando, no solo su nuca, sino varías partes de su cuerpo, Chiara relajándose a tal punto de tener que ser advertida para no dormirse. Prosiguió, tocándola a su antojo, sin segundas intenciones, solo buscando que olvidara todos los temores y se dejara llevar, al menos por un tiempo.

Los Secretos de Graná | KIVIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora