Decepción y amor.

28 2 0
                                    

Al día siguiente me desperté muy temprano, casi no pude dormir de "nervios", "emoción" no se como se describe exactamente. Pero me sentía agitada y con ganas de querer hacer las cosas bien.
Tomé desayuno temprano y almorcé temprano también para poder arreglarme con tiempo y llegar puntual. A las dos en punto ya estaba entrando a la ducha para darme un relajante baño ya que me tardo un montón en la ducha. Luego me vestí, sequé mi cabello y me sobró tiempo, no quise comer nada asique busqué algo en la tv, a las cinco divisé el reloj y me di cuenta que estaba atrasadísima, no tenía ninguna llamada de Alex asique supuse que el tampoco había llegado.
Estaba preocupándome ya que no pasaba nada que pudiera llevarme, el autobús o un taxi, como diez minutos después un taxi pasó y rápidamente me subí para llegar a mi destino.
Había una fila enorme de vehículos y llegar al centro tomó unos veinte o quince minutos más, no quería mirar la hora ya que me ponía cada vez más nerviosa. Finalmente llegué a mi destino a las cinco y media muy nerviosa, busqué por todos lados a Alex, recorrí el lugar unas tres veces, pero no se veía, quizás había llegado y de tanto esperarme se aburrió y se fue, comencé a sentirme culpable, pero imposible, me habría llamado... Decidí llamarlo. Sin respuesta, ¿qué podía hacer? ¿Y si estaba enojado? Volví a llamar dos, tres, cuatro veces. Nada, comencé a sentir culpa otra vez, que hiciste Iz...
Terminé sentándome en una banca para no devolverme a casa y estar sola, sin embargo podría haber ido a dar una vuelta y dejar todo como estaba, pero y si Alex se había atrasado y perdió el celular? O si le pasó algo? No sabía que hacer, a quién llamar, me estaba poniendo muy nerviosa.
Miré el reloj, las seis, no se habría atrasado una hora o si? Iz tu te atrasaste treinta minutos a cualquiera le puede pasar, si es verdad, ¿qué hago, qué hago?.
Y de repente, como de milagro, sonó mi celular.
- ¿Hola?
- Iz, hola lo siento mucho... surgió una emergencia, como lo siento, ¿sigues ahí?
- Por supuesto, no sabía que hacer, ya que no respondías...
- Lo siento mucho, de verdad. Si quieres voy para allá en seguida, no me tardo.
- Está bien te espero, no hay problema.
- Bien voy enseguida.

¿Estaba haciendo lo correcto? Sonaba tan creíble que en verdad decidí esperarlo, no tenía nada más que hacer y mi mamá saldría tarde del trabajo, no quería irme sola a casa y ya estaba atardeciendo, comenzaba a sentir un poco de frío pero al menos Alex no tardaría nada.
Más tarde volví a mirar el reloj, parecía que hubiera esperado una eternidad, había llamado a Alex dos veces y otra vez no había obtenido respuesta. Ya eran las siete y comenzaba a sentir que todo esto era una broma, me sentía patética y me sentía decepcionada. Como pude confiar en alguien así, en que estaba pensando. Estaba a punto de irme cuando delante de mi apareció cabizbajo.
- No pensé que seguirías aquí....
- ¿Enserio? -lo miré molesta y me puse de pie- Alex y ¿que pensabas que me iría enojada y que no te esperaría?
- Pues la verdad si, nisiquera se porque vine después de casi dos horas.
- La verdad yo ya me iba.
- Iz, lo siento mucho. No quise hacerte esperar, hace un frío horrible y me siento un idiota -no contesté- ¿Aún quieres helado? -me sonrió.
- Pues claro -le devolví la sonrisa.

Durante el camino a la heladería todo fue muy incómodo, caminamos a una distancia de diez o más centímetros y yo tenía bastante frío, me sentía aburrida y a la vez no sabía que pensar, nisiquera se porque seguía ahí.
-Iz, ¿que sabor quieres?
- Eh, de lúcuma.
- ¿Enserio? -me miró extrañado.
- Pues si, es mi favorito -me senté en una mesa con bochorno.

Miraba a las personas pasar, una que otra cara conocida, pensaba que estaría haciendo ahora en mi casa y mi otro yo me regañaba por no concentrarme y quejarme. Mi lado oscuro decía que me fuera de allí que ya no estaba para eso.
- Aquí tienes -me ofreció mi helado.
- ¿El tuyo de que es?
- Fresa, no sabía que escoger. La verdad es que no soy muy fanático del helado -se sentó.
- Entonces, ¿por qué quisiste venir? -regañé.
- La verdad es que nunca me había dicho una chica: "hey quieres ir por un helado" y pues me pareció interesante, otra vez me disculpo por la tardanza.
- Está bien, al menos viniste -dije sin mirarlo- me debes una.
- Lo sé, cumpliré mi sentencia princesa, dígame ¿cuál es su condena?
- Tienes helado.
- Dónde?
- Pues ahí -Le unté el cono de helado en la nariz.
- Creo que es justo -dijo riéndose- pensé que sería algo doloroso.
- ¿Está helado? -no paraba de reírme.
- Pues si algo...
- Está bien, déjame ayudarte

Todo por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora