Xie Lian lanzó los dados al suelo y dos seis se dejaron ver. Tomó nuevamente los dados. Se abrió un canal de acortamiento y caminó hacia él. Un par de segundos después, desapareció. Al instante, Su Alteza había llegado al monte Taicang y se percató de algo muy extraño. Muchos árboles que nacieron después de los que habían sido quemados en la época de la caída de XianLe y que rodeaban el monte habían sido delicadamente podados y las ramas crecían con increíble libertad y hermosura. Decidió caminar cuesta arriba para verificar si se extendía lo que sus ojos incrédulos veían en esos momentos.
De pronto, una conmoción extraña inundó su pecho. Cuando alzó la mirada, se sorprendió al nuevamente encontrar el columpio en el que se subía cuando era niño. Era un columpio que colgaba de una de las ramas del árbol más frondoso, el más hermoso del monte. Recordó por un instante cómo disfrutaba subirse a uno parecido a ese para columpiarse tranquilamente durante el ocaso. En muchas ocasiones y desde muy niño, se escapaba de la muchedumbre y del bullicio del reino de XianLe hacia el monte Taicang para, por un momento, olvidarlo todo y dejarse llevar por el vaivén de ese juego. Su madre, la reina, lo había mandado a construir en ese árbol porque a su niño pequeño le atraía muchísimo el aspecto imponente y primoroso de dicho árbol.
—Me imagino que yo no te había visto hace más de un año porque estarías lleno de maleza. Estás increíblemente hermoso —suspiró Xie Lian mientras tocaba la corteza del tronco con suma sutileza.
Sin darse cuenta, el Príncipe Heredero se encontró a sí mismo sentado en el columpio e impulsándose ligeramente, mientras miraba el cielo celeste, con una de sus manos sobre su frente para cubrir sus ojos del sol. Cuando, de pronto, sintió unas manos que lo empujaban tímidamente hacia adelante. No eran las manos de un adulto, pero tampoco las de un niño pequeño. Xie Lian sintió mucha curiosidad de saber quién era la personita detrás de él. Giró para verlo y rápidamente el jovencito que estaba detrás de él retrocedió hecho un manojo de nervios.
—Hola, jovencito.
—D-Disculpa si lo he incomodado, Daozhang. Solo pensé que quería que lo empujaran un poco.
—Oh, ¡te lo agradezco mucho!
Le pareció extraño que un joven de su edad estuviera deambulando por la zona. El monte Taicang era un área al que solo dioses tenían acceso desde que fue el lugar de purificación de muchos espectros fantasmales en el tiempo en que se luchó contra Bai Wuxiang y se ganó la batalla.
—¿Vives por aquí? —le preguntó.
—En realidad, no. Solo que escapé de mi casa para evitar las discusiones de mis padres adoptivos.
—Eso debe ser muy duro.
—Sí —respondió el jovencito mientras tenía la cabeza agachas. Soy el tercero de mis hermanos.
—¿El tercero?¿No será que te llamas San...?
—¿Cómo lo sabe?
Las mejillas de Xie Lian se colorearon de un tono rosa ante la pregunta del adolescente y respondió rápidamente y de manera un poco nerviosa.
—Mi espo...eh...Conozco a alguien que se llama así.
—Oh, me llamo San Hua.
Al escuchar ese nombre, el dios de la chatarra se admiró por el sorprendente parecido del nombre del jovencito que tenía al frente y el nombre de Hua Cheng. Era realmente una inesperada coincidencia.
Sin perder la postura, Xie Lian replicó:
—Yo me llamo Xie Lian. Por cierto, tu nombre es muy hermoso.
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Un Cumpleaños diferente
FanfictionXie Lian, el Príncipe Heredero del desaparecido reino de XianLe está casado con el dueño de Ciudad Fantasma, el supremo Hua Cheng. Un día, despierta y no encuentra a su esposo a su lado como todas las mañanas. Lo busca pero ¡ha desaparecido! En su d...