Los últimos intentos de búsqueda y el buen amigo del vino

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Xie Lian volvió a tomar los dados, cerró los ojos e hizo una petición. Los lanzó y salieron un par de seis nuevamente. Se abre una nueva matriz de acortamiento. La matriz se conectó con una de las paredes internas del templo Puqi y pudo ver claramente, y para su sorpresa, solo a un aldeano de aproximadamente treinta años de edad. Curiosamente, el templo había cobrado vida por la cantidad de nuevos adoradores de Su Alteza, el Dios Marcial Coronado en Flores, entre mortales y fantasmas, que diariamente se acercaban a dejar sus plegarias, algunas frutas y verduras, y a quemar inciensos. Pero, en ese preciso momento, solo ese hombre estaba parado frente al altar y a la imagen del dios adornado con colores del arcoiris.

"Recuerdo el día en que San Lang y yo inauguramos el reconstruido templo Puqi. Todos miraban extrañamente al lienzo con mi imagen. Feng Xing, Mu Qing, los vagabundos y los compañeros cultivadores de Ojo del Cielo. Shi Qingxuan sonreía y hablaba alegremente de los colores que resaltaban la belleza de la imagen. Por mi parte, yo estaba encantado...aún lo estoy. San Lang siempre da su mejor esfuerzo cuando se trata de esculpir...efigies mías y lienzos. Es extraño verme en tantas estatuas pero, al final, me gustan mucho. Será porque mi San Lang les dio forma y energía".

Xie Lian se sonrojó al recordar cuando Feng Xin, Mu Qing y él, el trío de XianLe, ingresaron a la cueva de las diez mil estatuas en el Monte Tonglu. Le suplicaron, no, lo arrastraron fuera de un área de donde ¡qué tipo de imágenes bochornosas habían sido esculpidas! Después de unas semanas de que regresara Hua Cheng, el oficial de blanco pudo comprender la indescriptible sorpresa de sus amigos cuando La Lluvia Carmesí moldeó una imagen de sí mismo con el fin de calmar a una estatua que representaba a Xie Lian agonizando y sufriendo los estragos placenteros del veneno de las flores Yao. Dicha imagen se había escapado para encontrar en algún sitio una calma que no encontraba.

"De solo recordar en qué lamentable estado quedaron ambas estatuas en el jardín exterior del palacio del general Xua Zhen, se me cae la cara de vergüenza."

Al recomponerse de su nerviosismo, Xie Lian se le acercó al hombre y vio cómo adoraba a dos figuras pequeñas enfrente de la imagen de Xie Lian en el altar. Era él mismo y Hua Chengzhu, el dueño de Ciudad fantasma. Uno de blanco y el otro de rojo, eran unas efigies bellas, adornadas con pepitas minúsculas de oro que formaban una cadena alrededor de sus ropas finas y con bordados únicos en forma de mariposas y flores. Un delicado hilo rojo del destino que enlazaba sus dedos medios. Anteriormente no habían estado allí y se sorprendió al verlos.

El hombre estaba elevando sus plegarias, parado enfrente de las imágenes. Había encendido dos inciensos y dejado frutas en las canastas que siempre estaban sobre la mesa del altar. Se percató de la presencia de Xie Lian y se deslumbró al verlo. Viraba su cara hacia la pintura y luego hacia el oficial, estaba en duda de que si lo que veía era real, pero no se animó a preguntar, solo retrocedió unos pasos y bajó la cabeza.

—Lo lamento, no quise ser inoportuno, daozhang — contestó el hombre con la respiración entrecortada.

—No te preocupes, buen hombre, este es un lugar de adoración.

—... del Príncipe Heredero de XianLe —contestó el devoto mirando de reojo al taoista de blanco.

Xie Lian se impresionó con la respuesta del adorador y pensó en cómo las personas poco a poco volvían a conocer la historia que alguna vez existió el reino donde él nació y creció. Suspiró.

—...y de Hua Chengzhu.

—¡Oh, sí! Sé que a los dos se les debe adorar juntos porque traen muy buena suerte y por eso estoy aquí. Les estoy pidiendo por mi amor, de quién me gané su confianza, afecto y aprecio. Fue un largo camino pero seguimos juntos. Sabemos que todo banquete llega a su fin, pero nunca lo dejaré. Siempre volveré a él a pesar de los viajes que realizo por largos meses.

Un Cumpleaños diferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora