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Evan Buckley nunca se consideró alguien especial, único en el mundo e irremplazable

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Evan Buckley nunca se consideró alguien especial, único en el mundo e irremplazable. Siempre fue el segundo hijo, el menor de la familia, el que debía seguir los pasos de todos los que portaban su apellido sin chistar. Cuando pequeño eso le molestaba, tenía siempre en su mente el querer ser bombero, no solo para callar las bocas de sus padres, sino porque le gustaba la idea de salvar vidas sin que se interponga el dinero de por medio. Cuando iba en preparatoria sus pensamientos cambiaron, su sueño de ser pediatra escaló rápidamente en su lista de trabajos que prácticamente olvido lo de ser bombero. No era por el dinero, ni por seguir la corriente de sus padres.

Amaba a los niños.

Sus padres son conocidos por ser el mejor dúo de cardiólogos del país. Retirados para administrar un hospital por su cuenta. Ellos querían que el hiciera su internado en su hospital, y lo consiguieron. También su residencia.

Pero no pudieron hacer nada para que se quedará para permanecer trabajando de por vida con ellos, por lo que no solo escogió especializarse en pediatría quirúrgica, si no que se mudó a otro estado y se integró al programa de Los Ángeles en el hospital Cedars-Sinai.

De eso ha pasado un año entero, y hasta ese día no se ha comunicado con ellos.

Actualmente es jefe de Pediatría, siendo uno de los más jóvenes, pero no menos importante. A lo largo de esos meses conoció a sus compañeros, pero nunca pasaba los límites de las interacciones. No quería establecer amistades por el miedo de que sus padres aparecieran y se lo llevaran a rastras.

Su hermana mayor, Maddie, es un punto aparte. Ella estudió dos años medicina, pero antes de comenzar su internado cambio de carrera a enfermería. Sus padres también se molestaron con ella, pero no tanto como lo estuvieron con él, a fin de cuentas, era su mayor orgullo. Se mudó tan solo dos meses después que él a Los Ángeles, y hasta esa mañana seguía viviendo con él en una hermosa casa de dos pisos.

— Buck por favor. ¡Ya muévete! –su puerta era tocada por tercera vez por los molestos nudillos de su hermana. Su única reacción fue soltar un gruñido inconforme y ocultar su cabeza bajo la almohada. Podía ser jefe de un departamento completo de cirugía, pero por las mañanas era pésimo madrugador. — ¡Buck!

Su vista se dirigió a su cómoda, fijándose solo en el reloj inteligente sobre ella, más específicamente en la hora que marcaba este. 7.45

La adrenalina recorrió su cuerpo en segundos, levantándose de su cama y corriendo al baño mientras el sueño se despejaba de su mente. En menos de cinco minutos estuvo lo suficiente presentable como para al fin abrirle la puerta a su hermana.

— Diez minutos, Evan. ¡Llevo diez minutos intentando que te levantes!

Maddie lo seguía mientras él se apresuraba a bajar las escaleras y dirigirse a la cocina, pretendía prepararse un rápido desayuno y consumirlo en el viaje al hospital, pero la mayor lo detuvo del brazo antes de siquiera ingresar al espacio.

𝗧𝗛𝗘 𝟭𝟭𝟴 𝗜𝗡 𝗔𝗡𝗔𝗧𝗢𝗠𝗬 ━ 𝖡𝗎𝖽𝖽𝗂𝖾 (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora