IX. Tan Lejos

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Berlín Oeste, Alemania, 1961.

(John Schmidt)

Remontándome al día cero en que conocí a Eloise. Habían pasado doscientos treinta y cinco días desde que nos apoyábamos mutuamente, nos gustábamos y habíamos forjado este bello amor floreciente. Pero quitando los últimos tres días, llenos de incertidumbre, y estar tan cerca pero a la vez tan lejos, solo serían doscientos treinta y dos días.

¿Qué estuve haciendo durante esos últimos días?

Estuve pensando en Eloise. Solo en ella, porque sabía lo difícil que debía de ser para ella toda esta situación. Ella amaba el capitalismo, la libertad que había aquí. Pero al estar allá supongo lo difícil que debía ser regirse por todas las normas y la falta de libre expresión. Lo digo porque lo viví durante mucho tiempo.

Iba de camino a la biblioteca luego de ver como un soldado del Este trató de cruzar el alambrado de púas y fue capturado, no sabía si seguía con vida porque me alejé tan rápido como pude luego de ver que este fue capturado.
Al llegar a la biblioteca traté de leer un libro pero mi mente seguía pensando en Eloise.

Me senté en una mesa que había en la biblioteca y saqué una hoja de papel, comencé a escribir. En la hoja deposité todo lo que estaba sintiendo en ese momento. Mi intensión era enviársela a Eloise.

Empecé con palabras simples y contándole lo que había hecho durante estos últimos días, realmente no eran muchas las cosas, solo lo mismo de siempre, ir a la biblioteca. Pero esta vez era diferente, me había acostumbrado a ir con Eloise. Podía sentir la soledad que impregnaba mis días.

Querida Eloise:

No sé como empezar. ¿Tal vez con un te quiero?, no, con un te quiero no, mejor con un te amo. Sí, porque te amo cada día y sé que lo sabes. Sé que solo han pasado tres días desde que nuestros mundos se separaron, pero realmente te extraño; te extraño y tengo miedo que al pasar de los días este sentimiento crezca y se torne insoportable.

Estos últimos días he venido a la biblioteca como de costumbre, pero no es lo mismo sin ti. Si te soy sincero, no he podido dejar de pensar en ti y creo que es muy obvio. Pero es que esta situación es inquietante y sé que para ti es el triple de inquietante. Es por esto que quiero saber que piensas, cuéntamelo todo, te escucharé.

Quiero que sepas que aquí me tienes, y que a pesar de que estemos divididos físicamente, nuestro amor trascenderá esta barrera.

Esta carta mostraba lo indeciso que me encontraba en ese momento, pero en este evento canónico quién no se sentía abrumado y con dudas.

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