XV. Escapando Otra vez

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Ya había pasado la semana de aquel escape fallido. John llegó a cruzar unas cuantas veces para idear otro plan.

John me había contado que a él le había llegado una carta donde se le pedía que fuera al departamento del Ministerio de seguridad del Estado, esto a él lo tomó por sorpresa ya que si te llamaban a ese lugar era porque habías cometido algo malo. Y algo malo habíamos cometido nosotros, estábamos intentando escapar.

John me contó que al llegar a ese lugar le pedían que se uniera a la Stasi para que les informara a ellos sobre las personas del Oeste que estaban ayudando a escapar a personas del Este. Pero lo que ellos no sabían era que John era una de esas personas quien estaba ayudando a escapar. Él  no les dio una respuesta inmediata ya que tenía que pensarlo y sabía que esto le beneficiaría porque estaban confiando en él y no sospechaban nada.

Pero algo pasó allá mientras John estaba. Su padre también estaba allá, algo que era muy extraño. A  John, no le pasó otra cosa por la cabeza que pensar que a su padre también lo habían solicitado, pero luego se dio cuenta que estaba equivocado, después de escuchar como un miembro del Stasi lo llamaba «teniente». Para  John esto fue muy impactante. Pero, quién no se  quedaría impactado si se enterara que su padre era miembro de la Stasi, y de que tal vez estuvo bajo vigilancia todo este tiempo.

Había algo que a ambos nos aterraban, era que el padre de John estaba enterado de nuestro plan de escape y era posible que tuvieran todos los ojos puestos sobre nosotros.

Sin embargo, el plan seguía en marcha. Este consistía en una especie de tirolesa, la cual durante esa semana John estuvo construyendo con algunas personas que él conocía en el Oeste. Estas también nos iban a ayudar con el plan.

El plan se llevaría a cabo en la madrugada del 26 de febrero, o sea en veinte horas. La tirolesa iba a estar en un edificio del Este hasta otro edificio en el Oeste. En el edificio del Este ya no habitaba nadie porque se habían mandado a desalojar a todas las personas que vivían en los edificios pegados del muro para evitar más escapes. Así que era el edificio correcto para este tipo de plan, sin embargo había que tener cuidado porque esto era como una partida de ajedrez, un movimiento en falso y todo lo que habíamos planeado se iba por la deriva.

Las horas pasaban más rápido que de costumbre o por lo menos yo lo sentí así. Ya solo faltaba esperar a John para iniciar con todo esto. El miedo comenzaba a invadir mi cabeza con escenarios falsos, producidos por mi cerebro.

Cuando John llegó por mí, viajamos por unos treinta minutos a donde se encontraba Warner. Él tenía una pieza esencial para la tirolesa.

—Aquí tienen —le pasó la pieza a John.

—Gracias, Werner. De verdad gracias por todo. —dijo John.

—No hay por qué agradecer —habló con una sonrisa—. Ten Eloise, entrégale esto a mi madre por favor. —me pasó una carta.

—Está bien —dije.

—Les deseo lo mejor — él le dio dos pequeños golpes al capó del auto para que avanzáramos.
Al avanzar llegamos al edificio, pero sentía algo extraño en el ambiente, pensé que era el miedo que todavía me invada, así que traté de ignorar aquel sentimiento.

Al subir por las escaleras y llegar a la azotea, allí estaba el lazo de la tirolesa que se extendía y cruzaba sobre el muro desde arriba. Me sentía a un paso de la libertad, tan cerca, se sentía irreal.

—Eloise, espera aquí. Tengo que bajar a buscar algo que se quedó en el auto —habló John.

—Está bien.

—Ten. —me pasó la pieza que le había dado Werner.
Me quedé mirando las pocas estrellas que me regalaba el cielo nocturno y apreciando el frescor del viento que me envolvía en un abrazo suave. Me sentía conectada con el universo. La sensibilidad me abrazó en ese momento sacando a flote los recuerdos de mamá que perduraban en mi corazón.

Sentí unos pasos detrás de mí, supuse que eran los de John entonces me volteé de inmediato con una sonrisa en la cara que se fue desvaneciendo al ver que no se trataba de John, sino, de guardias fronterizos. Estos me capturaron y me llevaron consigo.

Recé al cielo para que no me pasara nada, el miedo me invadía haciendo que mi corazón latiera con fuerza para bombear sangre a mi cuerpo.

Me preguntaba dónde estaba John, no veía rastro de él por ninguna parte, era como si se hubiera esfumado con el viento.



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