|2: NARUTO|

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Por hoy estaba satisfecho

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Por hoy estaba satisfecho. Naruto moqueó, desanimado. Satisfecho, él ya ni siquiera sabía lo que significaba esa palabra. Tal vez "no estar enojado" era una forma más acertada de decirlo. 

La ira y la sed de venganza determinaban el curso de su vida. Cada día que pasaba, causaba daños y de ello, se podría decir, obtenía una cierta satisfacción.

Cavilando, caminó por las cuevas subterráneas, que recientemente se habían convertido en una especie de hogar para él y su tropa. A lo largo de los años, más y más personas rechazadas, abandonadas y completamente empobrecidas se habían unido a él. 

Su variado grupo albergaba tanto a cambia formas como a humanos, y crecía constantemente. Naruto nunca había tenido la intención de reunir tales cantidades, y a veces se preguntaba si había llegado el momento de seguir por caminos separados. 

Él no quería ni necesitaba compañía. Sin embargo, parecía todo lo contrario. Todos confiaban en sus cualidades de liderazgo, aunque él no había aspirado nunca a esa responsabilidad.

Frunciendo el ceño, los saludó a diestra y siniestra, antes de agacharse y cubrir con una manta al último recién llegado. El pequeño había vagado por el bosque completamente abandonado y desde que llegó no había dicho ni una palabra. 

Las mujeres del campamento habían acogido al niño, como hacían con todos los huérfanos. Les agradeció en silencio por ello, porque él mismo no había tenido el lujo de tales cuidados o, mejor dicho, solo lo recordaba vagamente.

En el crepúsculo, salió de la guarida. Necesitaba descansar, y un lugar para pensar. Aquí no había caravanas comerciales que saquear entonces, necesitaba enviar exploradores para buscar objetivos prometedores. Hasta ahora solo habían conseguido robar en algunas granjas aisladas. 

Pero el botín apenas alcanzaba para alimentarlos a todos. Las dos manadas del oeste más el de los humanos, se lo habían puesto difícil. Para alejar a su gente de la línea de fuego, habían tenido que retirarse. 

Todavía no podía creer que se haya forjado un pacto al otro lado de la frontera. Él mismo había proporcionado la razón de ello, y eso había hecho que la vieja ira volviera a surgir. ¿Por qué ahora? ¿Qué había cambiado?

Refunfuñando para sí mismo, se adentró en el bosque.

Sin embargo, sus labios se curvaron cuando escuchó el suave golpeteo de unas anchas patas tras él. 

— ¡Kurama, mi silencioso amigo! Tampoco me vas a dar un minuto a solas ¿eh?

Esperar una reacción por parte de Kurama era tan absurda como esperar una lluvia de vino dulce. Por ese motivo, se sorprendió que su compañero señalara entre los árboles y se llevara un dedo a los labios.

— Allí, en la fosa — masculló Kurama de forma poco clara.

Naruto aguzó los oídos. Algo estaba arañando las paredes fangosas de una de las fosas que siempre cavaban por seguridad. Además de eso, también había puestos de guardia situados al frente y las cuerdas de tropiezo con campanas. 

Corazón de AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora