|15: HINATA Y NARUTO|

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Hinata

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Hinata

— Será estupendo solo tener que cuidar de una pequeña casa.

Su madre había empacado unas últimas cosas. Hinata la había observado mientras lo hacía y no supo muy bien cómo responder a eso. La charla le había parecido bastante banal en ese momento, tenía algo casi irreal.

Básicamente, todo el mundo estaba esperando la señal que anunciara el ataque.

— Ahora eres la Alfa, Hinata. Naruto lidera la manada. Creo que es justo que la casa principal sea solo de ustedes. Cuando todo este lío termine, tal vez puedas remodelar el salón.

Hinata sacudió la cabeza. 

— ¿Cómo puedes preocuparte por eso precisamente ahora?

— ¿Te refieres a la inminente batalla?

— Por supuesto ¿Qué más? — respondió ella mordazmente, sin querer.

La madre cerró el baúl con toda tranquilidad. 

— ¿Y qué quieres que haga? ¿Sentarme en un rincón, lloriquear y actuar como si mi fin estuviera cerca?

Ella le había sonreído como lo hacía cuando era niña, cuando se lastimaba la rodilla y pensaba que la herida nunca sanaría.

— ¡Oh no, hija mía! ¡Somos lobos! Y como dijo nuestro Alfa, tu compañero, vivimos con la frente en alto y si llegara a suceder, moriremos como tal.

Ella pudo reconocer la confianza en el rostro de su madre.

Ella misma también la tenía, pero este pequeño empujón emocional la había sacado del bucle entre el optimismo y las predicciones sombrías del futuro que le crispaba constantemente los nervios.

— Por cierto, acogeremos a un par de hermanos del templo. Son de una manada que se asienta al pie de las montañas. ¡Imagínate! Los pobres niños habían acompañado a sus padres en un viaje de cacería y probablemente se habían acercado demasiado al territorio humano. ¿Dónde iremos a parar si ningún lugar es seguro? ¡Hay que detener a esa bruja!

Su madre continuó hablando alegremente, lo que le había dado una apariencia de normalidad y la había tranquilizado enormemente.

— Y Naruto es un buen hombre. El hecho de que haya tenido que soportar semejante sufrimiento y que no se haya vuelto loco por esa razón, es algo casi milagroso. Doy gracias a los antepasados por él todos los días. Imagina si tu padre lo hubiera condenado en el momento en que llegó. ¡No puedo imaginar lo que hubiéramos perdido!

Hinata estuvo a punto de echarse a reír ante los elogios que su madre había cantado para su compañero. Pero, justo en ese momento había sonado la señal de alarma de los puestos de vanguardia; tres cortos aullidos.

— ¡Escóndete aquí! — le gritó a su madre mientras ella salía corriendo, antes de tomar su arco.

Naruto había distribuido uniformemente a las arqueras y a los lobos aptos para la batalla en un anillo alrededor del asentamiento. Supuso que Chino soltaría a su jauría contra ellos desde todos los lados. Y ella había estado de acuerdo con él, pues a pesar del control que tenía la sacerdotisa, seguro era incapaz de ejecutar un ataque verdaderamente coordinado.

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