|3: HINATA|

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Hinata tiró de la cadena hasta que le sangraron las manos

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Hinata tiró de la cadena hasta que le sangraron las manos. Los eslabones casi la estrangulaban y su lobo probablemente se asfixiaría si lo invocaba. ¡Oh, qué tonta era! Exactamente como la niña necia por la que su madre a veces la regañaba. 

Ella se había alegrado internamente mientras pasaba sigilosamente entre los guardias. Se había imaginado con los colores más deslumbrantes cómo le contaría a su padre sobre su descubrimiento y lo orgulloso que se habría puesto.

Solo un pequeño momento de desatención había sido suficiente para que ella cayera de cabeza en el pozo. Ni siquiera en su forma de lobo había podido escalar las altas y fangosas paredes. 

Repentinamente, había tenido compañía allí abajo y su espíritu de lucha se había extinguido por un momento cuando, luego de uno o dos minutos, se había dado cuenta de lo que la estaba atacando. Aquella criatura era completamente desconocida para ella. 

Por supuesto, éste había aprovechado su momentánea estupefacción y la había sujetado por el cuello. Hinata había esperado poder escapar de él en su forma humana, una mala decisión, razón por la cual ahora estaba colgada de esta maldita cadena.

En lugar de pensar en la forma más rápida de escapar de su terrible situación, su mente prefirió centrarse en ese bandido Naruto. Ella simplemente no podía entender por qué un cambia forma tan guapo negaba su naturaleza. 

Sus ojos eran del color más inusual que ella había visto. Brillaban como dos zafiros con líneas doradas y se complementaban con una melena rubia larga, igual de rara entre los lobos. Ella se preguntó de qué color sería su pelaje si llegara a adoptar su forma de lobo. Definitivamente sería enorme ¡un magnífico espécimen!

Hinata se abofeteó a sí misma. Sus pensamientos estaban vagando en una dirección totalmente inapropiada. Para colmo, había olvidado lo que él le había anunciado. 

Todavía sentía sus labios sobre los de ella y, de hecho, ése había sido su primer beso, sin contar los cariñosos besos que Neji le había dado a veces en la mejilla. 

Se enfadó enormemente por su torpeza. Naruto había reconocido de inmediato que ella estaba todavía completamente intacta y, siendo el canalla que era, sabría cómo usar eso para sus propósitos.

De repente, ella sintió mucho frío. Rodeó sus brazos alrededor de sí misma, y una lágrima se abrió paso por el rabillo de sus ojos. No era así como se había imaginado su primera vez, sin sentimientos, posiblemente dolorosa y con alguien que realmente le desagradaba. 

No había conservado su virginidad por obedecer alguna regla, sino porque simplemente aún no había conocido al lobo adecuado. Claro, sus padres preferirían que se casara siendo virgen. 

Pero, en ese caso, ella se habría opuesto de igual forma porque, después de todo, su futuro compañero tampoco la tomaría por amor. Sin embargo, lo que ahora le esperaba era solo un acto de odio y violencia. La apariencia ciertamente atractiva de Naruto tampoco cambiaba la situación.

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