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—Creo que me gustas.

La suave voz de Takemichi interrumpió a Mikey en su camino a zambullirse la última gyoza del paquete qué habían comprado en la tienda de conveniencia camino a la casa del menor.

—¿Qué? —preguntó estupefacto.

Takemichi se removió inquieto en su lugar.

—Me gustas... o eso creo —su voz se apagó conforme hablaba.

Mikey bajo lentamente la gyoza hasta dejarla nuevamente sobre la charola, limpio sus dedos pegajosos descuidadamente sobre una servilleta, Takemichi siguió sus movimientos.

—¿Por qué?

—¿Por qué? —repitió Takemichi confundido.

—¿Por qué te gusto?

Pareció pensarlo, Takemichi rasco inconscientemente su mejilla, un gesto qué hacia cuando pensaba o estaba nervioso, tal vez lo hacía por ambas razones.

—No lo sé, ¿Por qué eres tú?

Frunció el ceño. –¿Qué clase de respuesta es esa?

—¡No lo sé! –se quejó acalorado, un intenso rubor se estaba expandiendo por sus mejillas, Mikey se hubiese reído si no fuese porque él también se estaba sonrojando— Solo me gustas, ¿de acuerdo? No sé cómo ni por qué, solo...

—Debes estar confundido —corto Mikey volviendo a tomar la gyoza y llevándola con rapidez a su boca.

Takemichi frunció el ceño, ¿confundido?

Mikey y Takemichi eran mejores amigos de toda la vida, se conocían desde niños cuando Takemichi ingreso al dojo del abuelo de Mikey, desde entonces se volvieron inseparables, siempre iban juntos a donde sea y consecuentemente eligieron las mismas escuelas.

Las ocasiones en donde se separaban eran pocas, o más bien eran debido a Mikey fungiendo su rol de presidente de una pandilla de delincuentes juveniles, la Tokyo Manji, una vez o dos a la semana, si es que tenía alguna pelea con alguna pandilla enemiga, Mikey se desaparecía de su lado para ir a mandar o repartir golpes, lo que sucediera primero.

Por supuesto en un principio no se dio cuenta como su forma de ver a su mejor amigo comenzó a cambiar, es decir, ambos eran de contacto físico, siempre estaban tocándose aunque sea mínimamente, así que le tomo bastante darse cuenta que se ponía nervioso cada vez que Mikey se acercaba demasiado a él, que su corazón parecía saltarse un latido cuando se abrazaban o sus manos se rozaban sin querer. Y por supuesto no era normal querer besar a tu mejor amigo. ¿Confundido? Sus pelotas que lo estaba, sin embargo.

—Tal vez —susurro despacio, oculto sus ojos bajo su flequillo y volvió a centrar su vista en la revista que tenía entre sus manos.

No dijo nada más, ambos volvieron a sumergirse en su mundo donde solo ellos existían.


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¡Primer capitulo de este mini fic!

La extensión de los capítulos será variada, aunque posiblemente vaya incrementando conforme avancen.

Estaré subiendo esto mientras me decido porque fic largo publicar después jijiji.

¡Gracias por leer!




|Lu|

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