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Sus primeras semanas no fueron nada comparado con lo que se imaginaba.

Chidori estaba esperando unas semanas tranquilas, llenas de un sinfín de ceremonias protocolares y tediosas charlas para orientar y motivar a los alumnos a cumplir con las ridículamente altas expectativas de la academia.

Pero no fue así, ni siquiera estuvo cerca. 

No hubo charlas, ni ceremonias, ¡Ni siquiera los profesores intentaban motivarlos! 

Su primera semana fue movida, demasiado para su gusto. Las clases eran más estrictas de lo que habitualmente estaba acostumbrada y los horarios eran una locura. Sin contar que la academia era tan, pero tan grande que Chidori se perdía sin siquiera intentarlo.

¡La segunda fue un caos! Iba de un lado a otro buscando cientos de cosas y no terminaba de encontrarla, ¿Y lo peor? Es que no entendía por qué se movía como una abeja de un lado a otro.

Le estaba costando trabajo llevar el ritmo a las clases, pero estaba segura de que lo lograría, sin embargo... El ser de la clase 1-A solo la hundía en la presión.

Sus compañeros parecían tranquilos ante el ritmo de las clases y asignaciones que tenían bajo su mando. No podía evitar sentir que era la única que le costaba adaptarse.

Sin embargo, al cabo de pasar su tercera semana, Chidori empezó a notar que no era imposible. Y se vio relajándose en pleno almuerzo al concienciar sus ideas.

—No puedo creer que nos haya tocado Yamada-san como coordinador. —Comentó Yoshino Akane. Una joven de la misma edad de Seina que estaba en su clase.

Era Lunes de su tercera semana de clases y Seina ya estaba metida en un problema.

—Yamada-sensei es tan cruel. —Lloriqueo Kisaragi Ume—No creo llegar a la graduación con un coordinador así.

No tenía ni la más mínima idea como es que tenía a dos chicas almorzando con ella.

Seina apenas recordaba unos pequeños sucesos importantes. Había intercambiado palabras con Yoshino y Kisaragi después de una contraproducente conversación con el coordinador. Estaba tan sumergida en su mente que su yo inconsciente empezó a interactuar sin darle un momento de reaccionar a las circunstancias.

No recordaba en qué momentos se hicieron tan unidas como para comer juntas, aunque no se quejaba de su compañía, de hecho, la agradecía.

—Ne, Akane-chan ¿Crees que si le caigo bien a Yamada-sensei me pase el año?—Preguntó, viendo a su triste pescado con empatía.

Kisaragi Ume se sentía como un pez frito frente a Yoshida-sensei. La profesora que iba a responder por ellas cada que algo pasara, como un ángel guardián. Y era por eso mismo, que deseaba que la tierra se abriera, Kisaragi siempre se metía en problemas pero ahora el diablo iba a responder por ella.

Sintonía, Armonía y Anhelo. [Ushijima Wakatoshi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora