Cuando la primavera llegó, Aeron y Davos se reencontraron en las fronteras de sus tierras. El clima mejoró notablemente, y el frío era cada vez menor. Los días se volvieron más largos y las tardes solían ser ideales para entrenar por horas.
La vegetación floreció lentamente y los bosques de la zona volvieron a cobrar vida. El verde se encontraba en cada rincón de la región.
La noche anterior Aeron había intentado conversar con su padre. Tomó el coraje necesario para acercarse hasta el salón de estudio de este y pedirle que lo escuchara, pero nada salió como lo había planeado y se sintió decepcionado él mismo.
Aeron intentó abrirse con su padre y le transmitió todos los temores que sentía sobre el futuro, pero su padre enfureció y le respondió: — Es tu deber. Quieras o no, algún día heredarás estas tierras y deberás gobernar a tu pueblo —.
Luego de aquella pequeña discusión, Aeron no volvió a intentar conversar con su padre. Sabía que este nunca lo comprendería y que era inútil, pero de igual forma lo había intentado. No importaba cuánto se esforzara, ni los logros que consiguiera, su padre siempre lo vería como una deshonra y la vergüenza de su familia.
Por esto mismo, Aeron se notaba bastante decaído cuando se encontró con Davos en la frontera. Aunque no podía negar que también se sentía extremadamente ansioso y nervioso, ya que las cosas entre ellos parecían estar mejorando y ahora, al menos, podían mantener conversaciones sin tener que recurrir a la violencia.
— ¿Estás bien? —preguntó Davos mientras se bajaba de su caballo y se acercaba a Aeron.
— Si, solo tengo un poco de calor —respondió Aeron y ató su cabello.
— ¿Hablaste con tu padre? —preguntó Davos mientras observaba atento a Aeron.
Aeron asintió, pero evitó la mirada de Davos.
— ¿Las cosas no resultaron bien? —.
Aeron no respondió a aquella pregunta y prefirió cambiar de tema. — Deberíamos entrenar —dijo y tomó su espada. Luego le lanzó otra espada de madera a Davos para que la tomara.
— ¿Es enserio? ¿Entrenaremos nuevamente con espadas de madera? —preguntó con tono irónico Davos mientras levantaba una ceja.
— ¿Quieres que volvamos a tener la misma conversación de la otra vez? —respondió Aeron irritado.
— ¿En la que admitiste que no deseabas matarme? —preguntó Davos y sonrió felizmente cuando observó como las mejillas de Aeron se tornaron de un rojo violento.
— Cállate —dijo Aeron enojado y atacó con su espada a Davos.
El entrenamiento fue más prolongado que el anterior, pero también se sintió más relajado y ambos parecían estar disfrutando de la presencia del otro. De vez en cuando, alguno de los dos realizaba algún movimiento que recibía halagos por parte del otro, compartieron chistes y consejos para las batallas. El mundo solía detenerse alrededor de ambos mientras reían e intercambiaban golpes en una tarde calurosa a inicios de la primavera.
Sus cuerpos encajaban a la perfección y sus entrenamientos daban la impresión de que ambos se conocían desde siempre, porque podían leer y prevenir los movimientos del otro con bastante facilidad y rapidez.
La tarde pasó volando y el tiempo que pasaron juntos se sintió como una rafaga refrescante de viento que solo duró un par de segundos. Aunque habían transcurrido cinco horas juntos en las profundidades del bosque, ambos sentían que el tiempo no era suficiente y necesitaban más.
Necesitaban estar cerca, sus cuerpos se anhelaban mutuamente y eran como imanes que se unían y conectaban con cada movimiento que realizaban. Ninguno de los dos se había sentido de aquella forma por otro hombre en toda su vida, y ese sentimiento producía que se sintieran extraños al no comprender qué era lo que estaba sucediendo con sus mentes y cuerpos. Deseaban estar cerca del otro, ansiaban tocarse, sentirse. El anhelo aumentaba con el pasar de las horas y ambos podían notarlo, pero ninguno quería hablar del tema y preferían simplemente ignorarlo.
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cuando llegue la primavera
FanficDavos lo observó en silencio, sus ojos reflejaban todo el cariño que sentía por Aeron y una sonrisa se formó en su rostro. Sus manos aún permanecían unidas mientras caminaban por la orilla del lago. El aire se estaba volviendo más caluroso a medida...