Capítulo 10 (+18)

155 18 27
                                    


Yunho quedó arriba, su brazo alrededor del cuello de Mingi, apretándolo, aunque no demasiado fuerte. No lo estaba atacando, sino que se defendía, intentando mantener quieto a Mingi hasta que se calmara. Sus piernas estaban inmovilizadas por su propio peso, lo mantenía fijo en el suelo con su cadera presionando la del pelinegro; y sus rostros... Sus rostros a la distancia de los amantes; demasiado cerca. Mingi podía ver los ojos de su adversario con una nitidez que nunca antes había tenido, alcanzaba a ver su propio reflejo en ellos y por un segundo la idea de verse a sí mismo en los ojos de Yunho, le hizo temblar. Pensó, inevitablemente, en que esos mismos ojos lo vieron gimiendo, que así mismo se había reflejado su cuerpo sudoroso, agitado y excitado en esas pupilas brillantes. 

Su respiración pasó de agitada a entrecortada, todo su rostro enrojeció ante el recuerdo de ese par de sueños que había tenido con Yunho, casi como premoniciones de lo que estaba ocurriendo entonces, una especie de aviso, de profecía que se cumplía finalmente. Podía escuchar los latidos de su corazón y también los de Yunho, ambos voraces, desesperados por probar cuál latía más rápido y más fuerte. Cada vez que él respiraba, su pecho se presionaba contra el suyo, recordándole que no había ni un centímetro de espacio entre los dos; lo que le permitía saborear la firmeza de los músculos de sus brazos, el aplastante peso de su cuerpo, pero que al mismo tiempo le parecía estimulante, y su aliento chocando contra su boca; tan cerca y sugerente. No debía pensar en sus sueños, pero el recuerdo de cómo se sintieron sus labios en su mente, le hacía cosquillear el estómago. 

De pronto, la expresión del rostro de Yunho cambió, su brazo aflojó el agarre y se separó un par de centímetros, aún sin separarse del todo. Estaba alerta y parecía también confundido, aunque no más que Mingi. Bastó un segundo para que todo cobrara sentido; él mismo sintió el problema. Se había puesto duro y Yunho lo había sentido también. Sus amigos le molestaban constantemente cuando él hacía alardes de su "tamaño", pero en esa noche, aquel atributo le había jugado en contra. Solamente se había excitado un poquito al recordar sus sueños y por culpa de la cercanía, pero bastó para hacerse notar a través de su pantalón y ahora Jeong Yunho lo mirada con el rostro enrojecido y unos ojos que no supo si interpretar como horror o asco. 

── Yo... ──musitó Yunho, sin saber qué decir. Pero Mingi lo apartó rápidamente, haciéndolo a un lado y levantándose del suelo para ir directamente hacia la salida con la poca dignidad que le quedaba. Lo escuchó levantarse también detrás de él, pero no le importaba nada que tuviera por decir. Estaba más que avergonzado, le rogaba a los dioses que lo eliminaran de la existencia; que un meteorito cayera en ese mismo instante y lo aplastara, así no tendría que soportar semejante humillación. 

Pero la mano de Yunho le detuvo. Fue tan brusco al interceptarlo que por poco se cae al suelo de nuevo, sin embargo, el castaño lo tomó por los brazos, ágilmente llevándolo contra la puerta de uno de los cubículos del baño. 

── ¿Qué hac-.... ──Yunho no le dio tiempo a que terminara de formular su pregunta. Sus labios le arrebataron un beso y cualquier pizca de razón que tuviera en la cabeza. Fue como accionar un interceptor dentro de él, apagando toda lógica que pudiera hacerle detener ese momento; desbordando el sinfín de emociones que habían contenido los dos por tanto tiempo. 

Las manos de Yunho le soltaron los brazos, se convirtieron en una cadena que lo abrazó con fuerza, rodeando su espalda y ciñéndolo a su propio cuerpo, Mingi hizo lo mismo, pasó sus brazos encima de sus hombros, hundiendo sus dedos en el cabello castaño y largo de Yunho, apretándolo, acercando sus rostros para fundirse en ese beso con él. Estaba besando a su mayor rival, a otro hombre, a Yunho... 

Pero más allá de lo loco que sonaba la idea, su cuerpo entero ardía por él, un fuego le recorría de pies a cabeza, haciéndole desear sus manos y su cercanía. De repente se vio atrayéndolo contra él, abrazándolo más fuerte y uniendo su lengua a la de Yunho en una danza suave, pero desesperada. La intensidad era palpable, sabía que Yunho estaba igual, incluso podía sentir los temblores de sus manos, tan nerviosas mientras le bajaban la corredera del overol que todavía llevaba puesto y abría torpemente la puerta contra la cual tenía apoyado a Mingi, entrando con él al cubículo. No se separó más de dos centímetros de su cuerpo, todo el tiempo besándolo como si dejar de tocar esos labios fuese un pecado; un enorme desperdicio después de tantos años deseándolo en secreto. Y ahora por fin podía saborear los labios de Mingi, lo tenía en sus manos y lo escuchaba jadear con tanto anhelo entre beso y beso. 

𝗟o𝘃𝗲 𝗧𝗲𝘀𝘁 (Pausada)Where stories live. Discover now