thirty eight

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En la mansión Hwang, Hyunjin estaba tratando de consolar a Felix. Lo abrazaba y susurraba palabras reconfortantes, tratando de calmar su miedo y su temblor.

—Estoy aquí, Felix. Estás a salvo. Nadie volverá a hacerte daño —decía Hyunjin, mientras Felix lloraba en sus brazos.

Eunwoo llegó a la casa y se quedó en el umbral de la puerta, escuchando el llanto desgarrador de su esposo. Cada sollozo de Felix era como una puñalada en el corazón de Eunwoo. Sentía una mezcla de culpa, dolor y arrepentimiento que lo dejaba paralizado.

Felix se acurrucó más en los brazos de Hyunjin, buscando consuelo. —No puedo creer que haya hecho esto...

Hyunjin lo abrazó con más fuerza. —Felix, él ya no importa. Lo que importa es que estás aquí, a salvo. No dejaré que nadie te vuelva a hacer daño.

Eunwoo escuchó cada palabra, su dolor creciendo con cada segundo. Se dio cuenta de cuánto daño le había causado a Felix y supo que no merecía su perdón. Cada decisión, cada momento de egoísmo, había llevado a este punto.

Con una decisión final, Eunwoo se dio la vuelta y salió de la casa. Llamó a su secretaria, Jisoo, con una voz llena de determinación.

—Jisoo, contacta a mi abogado. Quiero iniciar los trámites de divorcio —dijo, sabiendo que era lo mejor para Felix, aunque significara perderlo para siempre.

—¿Señor? —Jisoo sonaba sorprendida al otro lado de la línea.

—Hazlo, Jisoo. Y dile al abogado que no voy a pedir la tenencia de mi hijo... —añadió Eunwoo, su voz quebrándose al final.

Eunwoo sabía que había cometido errores imperdonables y que la única forma de enmendar algo de su daño era dejar que Felix siguiera adelante sin él. Mientras caminaba hacia su auto, sintió el peso de sus decisiones aplastándolo. Había perdido a Felix, y en el proceso, también había perdido una parte de sí mismo.

Se quedó sentado en el auto por un momento, respirando profundamente, intentando calmar su mente turbulenta. Sabía que lo que había hecho no tenía justificación y que el camino hacia la redención sería largo y solitario.

Finalmente, encendió el motor y condujo lejos de la mansión, dejando atrás a la única persona que realmente lo habia amado. La amargura de su arrepentimiento lo acompañaría por el resto de su vida, una constante recordatorio de sus fallos y del hombre en el que se había convertido.

 La amargura de su arrepentimiento lo acompañaría por el resto de su vida, una constante recordatorio de sus fallos y del hombre en el que se había convertido

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La forma correcta de amarte | Hyunlix AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora